La magia de la cumbia es que, al sonar, puede hacer que todo el mundo baile y se mueva. En el lugar que sea. El sonido vernáculo de Colombia explotó en México entre las décadas del 60 y el 70. Entró por Monterrey gracias al propietario de un sonidero convertido en acordeonero, Celso Piña, quien empezó a tocar inspirado en los discos de Alfredo Gutiérrez. Luego se convertiría en el rey de la cumbia en México.
Así como los pick ups son las maquinas encargadas de poner a sonar la música en la costa caribe, en México cumplían ese papel lo cumplen los sonideros. Y Celso Piña se armó del ritmo que venía esparciéndose desde Colombia para hacer de la explosión sonora algo propio de los mexicanos.
En este capítulo de Su Majestad la Cumbia viajamos a la tierra de los charros y les contamos cómo se instaló la cumbia.