La cumbia venía bajando por el continente. De hecho, se esparcía en todas las direcciones. Y así, como viaja la cultura, llegó al sur. Sin querer, los jóvenes aprendieron a escuchar la cumbia colombiana, y ese sonido que caló justo en el sentimiento de las villas (los barrios pobres). Pero que también fue acogido por los jóvenes creadores de música electrónica, hasta los que habituados a la música urbana crearon la cumbia turra.
Como en muchos países latinoamericanos, ese significante “cumbia” tomó otros caminos y fue reapropiada a tal punto de que hoy tienen su propio sello de identidad: la cumbia argentina, que como la cumbia misma, es muchas cosas. Pero que comparte patrones rítmicos universales.