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Ilegales en Bogotá: un golpe de adrenalina que tardó cuatro décadas en llegar

Hace mucho no sentía en el ambiente tanta efervescencia, tanta ansiedad, por un concierto de punk.

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Ilegales en Rock Al Parque 2022
// Alejandra Mar para Shock

Después de cuarenta años de carrera y haber creado al menos una decena de himnos imprescindibles en la historia del punk hispano, la agrupación española tocó por primera vez en Bogotá el 3 de diciembre de 2022 en el marco de Rock al Parque. Crónica de uno de los conciertos de punk más esperados del año.

Por William Martínez

Parece una broma, pero es verdad: Ilegales, una de las pocas leyendas vivas del punk rock hispano, tocó por primera vez en Bogotá. Después de 40 años sobre las tablas, en los que visitaron con cierta frecuencia ciudades latinas como Quito, Santiago de Chile, Ciudad de México, Buenos Aires y Medellín, los españoles pisaron por fin suelo bogotano.

La previa de este acontecimiento para la historia del punk colombiano, que ocurrió durante el tercer día de Rock al Parque 2022, empezó hace seis meses con el anuncio. En La Valija de Fuego, la librería contracultural ubicada en Chapinero, sonaban los himnos de ‘Agotados de esperar el fin’ (1984). En los conciertos punk, el caso de El Último Ke Zierre y el regreso de Triple X, los DJ preparaban el desmadre con los hits más movidos de los españoles. Incluso yo, yendo a mercar, me encontré con una bella postal: un malabarista con cresta verde fosforescente, visiblemente agotado por el trajín diario en un semáforo, cantaba a todo pulmón ‘Soy un macarra’.

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Hace mucho no sentía en el ambiente tanta efervescencia, tanta ansiedad, por un concierto de punk. Seis meses de espera por una hora exacta de show. ¿Cómo los Ilegales, la agrupación que desafió como ninguna otra el rock sinfónico y el rock folclórico español para crear un sonido rebelde y propio, iba a empaquetar 12 álbumes de estudio y más de 120 canciones en una hora?

Jorge Martínez y su banda lo solventaron con lucidez: dedicaron la mitad del set a los clásicos que compusieron en la década del ochenta, que les dio el prestigio internacional y un lugar en la historia del rock en español, y el restante a temas que recientemente consiguieron otra vida gracias a las colaboraciones de grandes rockeros hispanoamericanos como Andrés Calamaro y Enrique Bunbury.

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A mitad del set, tocaron consecutivamente cuatro himos punkis (‘Destruye’, ‘Soy un Macarra’, ‘Bestia, Bestia’ y ‘Dextroanfetamina’). Fuimos muchos los que nos jugamos el pellejo en medio de la multitud delirante. Esperé décadas por vivir esos 10 minutos de trance incesante y estallido interno de alto impacto. Soporto la hostilidad del mundo por golpes de adrenalina como ese.

Mientras veía a miles de personas estremecidas bailando, como si la plaza del Parque Simón Bolívar se hubiese convertido en una enorme discoteca de rock and roll de los años sesenta, pensaba en cuál es la mística de Ilegales. Creo que su fórmula va de esto: sus letras tienen la impertinencia del punk, la profundidad expresiva de la buena poesía y la visión trágica del mundo de la filosofía nietzscheana. Su sonido recupera el ritmo endiablado del rockabilly, la actitud irreverente del punk y la introspección que bien supieron cultivar grandes cantores del rock en español. Ilegales hace de la simpleza una virtud. Su rock no está envuelto en celofán ni en una burbuja de virtuosismo ni en un panfleto de escupitajos. Tomaron lo mejor de diferentes géneros y fundaron su propio territorio.

Si Alejandro Marín, director de la emisora La X, estuvo anoche en el Parque Simón Bolívar, bien podría dudar de la declaración grandilocuente que hizo en las últimas semanas. “Los Arctic Monkeys son los últimos punks notorios del rock and roll”, dijo a propósito de su reciente lanzamiento, ‘The Car’. Me parece que los últimos punks notorios del rock and roll viajaron de Asturias para demoler con elegancia anoche a Bogotá.

¡La música nos une!

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