Una cosa es escribir comentarios y madrear por Facebook y otra cosa es ir al Festival y entender realmente qué quiere el público en Rock al Parque, que falta y que sobra.
Por: Nadia Orozco M // Fotos por: Daniel Álvarez, Fox, Schwarz, Camilo Galán, Juan Zarama, Jonathan Edery
Todos los años, casi como un ritual, las redes de Rock al Parque tiemblan cuando llega el día de dar los anuncios del cartel. Las “masas” furibundas alistan sus dedos para lanzar dardos llenos de odio en contra del cartel de turno: su armadura la pantalla del computador y su arma letal el teclado. Ningún artista parece llenar las expectativas y cuidado sí entre los anuncios se mete una banda que experimenta con sonidos que se alejan del rock porque empieza la discusión que ha rodeado a Rock al Parque por los siglos de los siglos: “es que eso no es rock”, “se tiraron el festival”, “nos robaron”, “no se debería llamar a Rock al Parque”. Un debate que además se queda sin fundamentos si se hace un análisis de todas las bandas que han hecho parte del cartel desde las primeras ediciones y no han sido precisamente puristas del rock.
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Este año no fue la excepción, bandas como los Rolling Ruanas fueron el blanco de críticas, eso sin contar que hubo tutela a bordo, la que buscaba cambiar o cortar de raíz el festival gratuito. Pero el panorama en redes sociales es uno, ahora bien los que fuimos a Rock al Parque durante estos tres días y sobretodo en el cierre vimos en primera fila que muchos de los comentarios que circulan se quedan corticos, por no decir nulos.
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Escribía en Facebook un detractor furioso que era una pena que solo 20 personas fueran a ver a las bandas nacionales y que luego si se llenara el parque a la hora de ver a las internacionales. Y qué lástima que esas personas no hayan podido ir al último día; feliz les daría un pasaje en Transmilenio para que vieran el pogo y el respeto que se ganó Sin Pudor, el power trío de chicas punkeras que se comió el escenario principal a primera hora; como tembló el suelo con Los Suziox o mejor aún la manera en que Acid Yesit, la banda pastusa de freejazz que muy pocos conocían pero que cautivó con ganas, se ganó los aplausos del público de la tarima principal. Y eso es solo hablando del último día, porque ni en sus pesadillas más oscuras los ofendidos con los Rolling Ruanas hubieran imaginado la respuesta del público a los hombres enruanados en el escenario Eco, en el segundo día.
Pero el ejemplo más claro y que logra ponerle un “tatequieto” a todos los críticos virtuales es el de Los Makenzy. En un horario estelar, con el escenario principal colmado de gente, dieron uno de los shows más contundentes de la jornada de cierre. Y si un buen porcentaje de los presentes en el público no había escuchado su nombre, eso fue lo de menos. Los Makenzy lograron el cometido y con creces: levantar los ánimos del público sin necesidad de ser una banda de antaño o internacional y a punta de rock, de blues, de solos de bajo y guitarra y de canciones en todo el sentido de la palabra. Con las palmas arriba los que esperaban a Draco Rosa terminaron elogiando a una pequeña gigante salida del Tunal, Bogotá y coreando el coro de una canción que ni siquiera ha salido al aire.
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En tiempos de redes es fácil dejarse llevar por los debates aún cuando estos no tienen pies ni cabeza. Pero la lección que si nos deja este festival es que se necesitan más opositores y críticos maduros, no de los crean juicios fomentados en el odio, de los que no pisan el festival y por ende no pueden crear debates de verdad, sino de los que hacen la tarea de ir y de entender porque una banda no pasa a Rock al Parque y otra sí, de lo que quiere el público, de lo que lo anima y lo que lo aburre, de que le falta al festival, pero desde la experiencia real.
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Otras anotaciones del día del cierre.
- Dos Minutos llegó para hacer lo que tenía que hacer, un show rememorando todos sus años de carrera, pero el público – sus seguidores- no supieron apreciarlo y a pesar de las advertencias le inyectaron una carga de violencia al festival que seguramente tendrá repercusiones en los años venideros.
- Panteón Rococó o Los Caligaris fueron de las bandas que más reunieron fieles seguidores en sus presentaciones. Hay un público sediento de ska ¿Dónde están las agrupaciones nacionales de ska? ¿Hay una escena alimentado ese público? Si las hay ¿Por qué no están presenten en el cartel de Rock al Parque?
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- A excepción de Tijax o Valentain ( bandas invitadas de los centros locales de formación artística) el reggae sigue ausente en un festival donde tuvo un protagonismo importante por muchos años.
- Sí bien la tarima de mujeres fue una de las mejores de la jornada, hay que decir que con ella o sin ella, agrupaciones como Sin Pudor, Nervosa o Mon Laferte hicieron de las suyas. ¿Se podrá aprovechar el otro año para volver a un espacio electrónico u otros experimentos?
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- Todo el cartel del último día estuvo a cargo de agrupaciones latinoamericanas (menos CatFish de Francia), un triunfo definitivo para la escena del continente y una buena respuesta a la pregunta de ¿Para dónde va Rock al Parque?
- Los cierres de las tarimas “pequeñas” fueron tan importantes como el de la principal. Mon Laferte, en su primera presentación oficial en Colombia, dejó con la boca abierta a quienes no la conocían. No solo porque dominó la tarima a la perfección, sino porque junto a ella también se presentó un número importante de seguidores que abren la puerta a más agrupaciones en su género.
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