Hoy parece difícil recordarlo, pero sí: hubo una época en la que el reggaetón no dominaba todos los listados musicales. Hace 15 años estaba saliendo del underground y en Colombia lo conocimos con canciones como Pa’ que retozen (Tego Calderón), Felina (Héctor y Tito) o Dile (Don Omar), entre otras.
Por Paula Ricciulli // @ricciup
Su beat sexy y pegajoso, así como sus letras explícitas, nos advirtieron que estábamos ante un estilo que no iba a pasar inadvertido. En agosto de 2003 conocimos Yo quiero bailar de Ivy Queen y efectivamente no paramos de hacerlo. Más allá de ser un himno a pasarla bien (que lo es), es una declaración sobre el cuerpo femenino y el poder de la mujer para hacer lo que quiera con él sin ser juzgada.
Yo quiero bailar, tú quieres sudar y pegarte a mí, el cuerpo rozar y yo te digo si tú me puedes provocar eso no quiere decir que pa’ la cama voy.
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“Mi contenido es uno con el que las mujeres pueden identificarse. Cuando iba a las discotecas, veía que a todas las “pretty girls” los hombres las agarraban y querían llevárselas a bailar pero era un contacto como muy agresivo, no había una elegancia. Y todas las mujeres como que “Ugh, este tipo”. De ahí nació Yo quiero bailar ”, dice Ivy Queen en el documental Hasta Abajo: Feminism, Sexuality and Reggaeton.
Sin ánimo de ofender: ¿Qué les hizo el reggaetón?
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En un género dominado por hombres, Ivy Queen irrumpió con su voz gruesa e imagen agresiva que incluso puso a muchos a dudar sobre su identidad de género. Fue pionera en el hip hop puertorriqueño y lo fue también con el reggaetón. Su mensaje nos hizo sentir poderosas y nos preparó para todos los años de “perreo intenso” que estaban por venir.
Yo quiero bailar tiene un mensaje contundente: la mujer es libre de actuar como quiera frente a su sexualidad sin que eso implique ningún compromiso. También puede poner condiciones sobre qué quiere y qué le gusta en términos de sexo y conquista.
"Soy una mujer que tiene derecho a hablar en lo que así le compete: desde las injusticias que suceden hasta desvalorarnos porque debemos alimentar la imagen del “sexo débil”. Desde las generaciones de nuestros padres y abuelos se dice que la mujer pertenece a la casa. Esas mentalidades hoy en día han cambiado. Muchas mujeres alrededor del mundo se identifican porque no tienen la oportunidad de decirle a su esposo “para de golperme”, “yo necesito salir a trabajar porque no nací para fregar y barrer” o “puedo hacerlo, puedo estudiar y trabajar” . Mi música siempre ha dicho que la mujer víctima infidelidad no debe sentir de que es menos, sino que debe continuar, formar una estructura de autoestima grande y creer en ella. Siempre ha sido en la defensa del ser humano", dijo Ivy Queen en entrevista con Shock en 2016.
Quince después de Yo quiero bailar, seguimos juzgando a la mujer por lo que hace o deja de hacer con su cuerpo: si se viste muy tapada es puritana, si es muy reveladora es zorra, si no se maquilla es fea y si se maquilla entonces se está ocultando. Lo mismo sucede con la sexualidad: si no sale con nadie es porque nadie se la aguanta y si sale con muchos es una perra. Si no busca pareja es una solterona y si busca entonces está desesperada.
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En tiempos de #MeToo en los que las mujeres hacen oir su voz contra el acoso, el llamado de Yo quiero bailar a exigir un tipo de contacto consensuado sigue más vigente que nunca. Ninguna mujer está obligada a hacer algo con lo que no esté conforme y si hace lo que quiera con su cuerpo no quiere decir que "pa' la cama va".
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