En 2017 uno de sus multitudinarios conciertos fue considerado un disturbio. No por la prensa, que pudo haber utilizado esa palabra como adjetivo para señalar el nervio con el que el rapero actúa en tarima. Para la policía de Benton County, en el estado sureño de Arkansas, Estados Unidos, el show de Travis Scott fue, literalmente, un disturbio.
Los agentes locales lo esperaron a la salida del concierto, lo capturaron y lo llevaron a la comisaría, donde fue procesado. Finalmente, él se declararía culpable por cargos de desorden público.
Ese día, el nacido en Houston hizo lo que acostumbra sobre el escenario: agitar al público hasta niveles improbables de éxtasis. Saltos, pogos, lágrimas, stage dives. Una sudorosa agitación, poco usual para tratarse de un concierto de rap. Travis no podía estar tan lejos de la gente, así que alentó a los que fueron a verlo a que cruzaran las barricadas y se treparan en la tarima. Tal y como lo había hecho ya en Lollapalooza 2015.
El resultado en Arkansas fueron varios guardias heridos y un joven con la pierna rota. Además, claro, de una cantidad de adolescentes saltando y cantando vigorosamente junto a su ídolo inspiracional.
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Scott fue liberado esa misma noche, pero tuvo que ir a juicio y, en 2018, aceptó un acuerdo con la fiscalía el 12 de enero de 2018. Los fiscales desestimaron dos de los cargos más serios, entre ellos incitar a un motín y poner en riesgo el bienestar de un menor de edad, ambos delitos menores. Fue obligado a pagar 640 dólares en costos asociados al juicio. También le pagó $6.825 dólares a dos personas que salieron heridas en el concierto.
2018, además de ser el año en el que Scott cerró su caso, fue también el año en el que logró todo. Estrenó uno de los mejores álbumes del año según casi todas las publicaciones especializadas, Astroworld ; actuó en el show del medio tiempo del Superbowl (significativo, a pesar de que fue con Maroon 5); fue nominado en tres categorías a los premios Grammy (incluido mejor álbum de rap); se presentó en la gala de los Grammy junto a James Blake y Earth Wind & Fire ; y organizó en su natal Houston la primera edición del Astroworld festival, un espectáculo que agotó las 40.000 entradas que puso a la venta y cuyo montaje recreaba el parque de diversiones noventero que visitaba de niño y en el que se inspiró para darle título a su disco: fue un pequeño capricho para recordar su infancia.
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Travis Scott está en la cima entre el público joven. Hay una estética y un discurso, incubado en el mundo del rap, que gracias a él está propagándose con otros matices. Todos esos momentos quedaron registrados en su más reciente documental para Netflix, Look Mom, I Can Fly ( Mira mamá, puedo volar ).
¿Quién es Travis Scott?
¿Quién es el tipo que hizo uno de los discos más aclamados de 2018? ¿A qué se debe tanto fervor? ¿Por qué Travis Scott es una de las figuras más relevantes de la nueva generación de raperos?
Si bien a Travis Scott no se le puede atribuir ningún invento en el rap, en sus producciones se condensan muchas de las nuevas formas en el género. La surreal y colorida acidez de sus videos, las voces sumergidas en autotune y los hi hats traperos; una suerte de opulencia estética, patente de uno de sus padrinos, Kanye West, lo convirtieron en ídolo prematuramente.
En 2012 firmó un acuerdo con Kanye West para su aparición en el disco Kanye West Presents: Good Music - Cruel Summer . Un año después, ficharía con el sello que fundó el papá del trap T.I, Grand Hustle Records. Hasta la fecha, tiene tres discos oficiales en solitario: Rodeo (2015), Birds in the Trap Sing McKnight (2016) y Astroworld (2018). Cada uno de ellos ha sido determinante para el ascenso de su popularidad. Cada uno se construyó a punta de sencillos exitosos.
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Aunque Birds in the Trap Sing McKnight fue el álbum que definió su ascenso, en parte gracias al ruido de temas como goosebumps y pick up the phone (junto a Young Thug), Astroworld fue el más publicitado y aclamado por la crítica. El hype de la estética trapera quedó reflejado en ese título. Una nómina de invitados como Kevin Parker (de Tame Impala), Thundercat, The Weeknd, Drake, Swae Lee, y más, le significaron su punto más alto de reconocimiento. Un reconocimiento que vino empujado, también, por la popularidad de su pareja, la modelo Kylie Jenner.
Con goosebumps Travis Scott, de hecho, rompió un record Guinness bastante particular. Cantó 14 veces el mismo tema durante un concierto en la ciudad de Oklahoma. 14 veces sus fans saltaron y gritaron la canción.
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Sicko Mode, con Drake como invitado, es el sencillo más popular del Astroworld . Fue uno de los temas más sonados en 2018. Una canción de más de cinco minutos, que más bien parecen tres canciones y cuya estructura no tiene coros repetitivos y sí 5 versos que dan cuenta de que lo de Travis no es la aplicación de una fórmula, que su ejercicio creativo no está atado a los tiempos del pop.
Eso sí, es el trabajo de muchos nombres.
Sus temas, a veces son oscuros, a veces fiesteros, puestos en videoclips sobre paisajes surrealistas, ácidos y experimentales le han significado una firma: la del nombre más popular en la movida del trap.
Travis Scott se tardó tres años desde su primer álbum para sentirse en el punto más alto de la industria. Para construir cualquiera de sus caprichos. Para colonizar desde los escenarios más importantes hasta la cartelera de Netflix.
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