Salt Cathedral es una dupla de colombianos que desde hace 10 años se mudaron a Nueva York, pero todavía no han cortado el cordón que los une a su tierra. No en vano se inspiraron en la Catedral de Sal de Zipaquira para darle nombre a un proyecto que suena al Caribe global.
Por José ‘Pepe’ Plata @owai
Los últimos diez años han sido vitales en la vida musical y personal de Juliana Ronderos y Nicolás Losada. Esta dupla colombiana se dio a conocer primero bajo el nombre de Il Abanico, una aventura musical que trascendió en los circuitos independientes y dejó además un disco titulado Crossing colors . Luego de esta etapa formaron Salt Cathedral . Un proyecto con sede en Nueva York, pero que ha estado en constante diálogo con el continente y que, además de eso, estrenó un disco llamado Carisma .
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Han sido años de presentaciones en escenarios de América y Europa y de reseñas favorables en distintos medios. Y han sido momentos de canciones y colaboraciones con otros artistas como Matishayu, Mc Bin Laden y Duendita.
La dupla hace parte además del sello Ultra Music, el mismo que nos ha presentado nombres como Calvin Harris, The Crystal Method, Kygo y más. La pandemia nos permitió charlar con ellos vía Zoom, justo cuando se preparan para formar parte de la tarima Shock en la nueva edición del Union Fest ( www.unionfestivaldigital.com ). El evento será el sábado 1 de agosto junto a The Black Pumas, Sofi Tukker y MNKYBSNSS.
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Mientras llega la fecha, Juliana y Nicolás nos atendieron a la distancia para hablar de su vida musical y su participación en este evento.
Tiempo atrás los conocimos como Il Abanico. Pero para las nuevas audiencias, ¿cómo fue convertirse en Salt Cathedral?
Juliana: Realmente Salt Cathedral fue como una segunda iteración de Il Abanico. Il Abanico era más rock. Teníamos dos guitarras, bajo y batería. Tocábamos con otros músicos… Salt Cathedral fue la evolución que decidimos Nico y yo... Fue tener más control sobre cada detalle de las grabaciones. Ahora solo éramos los dos. Y así fue como decidimos cambiar el nombre. También cambiamos el nombre porque mucha gente no lo podía pronunciar.
¿Se inspiraron en el nombre de la Catedral de Sal de Zipaquirá?
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Juliana: Sí, exacto. Queríamos un nombre que fuera en inglés pero que también fuera como un cordón umbilical de nuestra cultura. No dejamos de ser colombianos así hagamos música en inglés. Así estemos acá hace diez años, uno sigue teniendo eso, la referenciación de Colombia. Con ese nombre, la gente inmediatamente piensa en Colombia.
¿Tras completar ya diez años en Estados Unidos, cómo describen lo logrado con la trayectoria artística que llevan? Han sido reseñados, han girado y ha sido un gran trabajo. ¿Cómo lo sienten?
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Nicolás: Ha sido un privilegio muy grande viniendo de Colombia. Fuimos parte de muchas escenas. Yo estuve en los Premios Shock cuando tuve quince años. Creo que llega un punto en el que tener diez años con Salt Cathedral es una bendición porque es un proyecto musical donde todas las oportunidades las hemos tenido acá en Estados Unidos, hemos logrado muchas cosas. Tuvimos mucha ambición. Y seguimos teniéndola.
Hemos logrado casi todo lo que nos hemos propuesto. Ha sido también difícil porque en la música y en las artes las cosas son de un camino no muy claro. Pero hemos tenido la oportunidad de explorar lo que hemos querido. Hemos tenido la libertad.
Además de eso, son diez años, pero no sentimos ese peso de los diez años. Esto es como una licuadora. Hay gente que a lo largo del tiempo quiere dejar de hacer esto. Nosotros vivimos de la banda y hemos cumplido nuestros sueños.
Seguimos de pie. Estamos legales en Estados Unidos, nos reinventamos.
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Yo veo a veces en Colombia en algunos músicos una mirada de tragedia. No se gana mucha plata y no hay muchas oportunidades. Nosotros hubiéramos querido continuar en Bogotá, pero no vimos las oportunidades. Decidimos venir a Nueva York y aquí seguimos.
No es un secreto que esta pandemia le dio un giro a la industria de la música y al entretenimiento. ¿Cómo les llegó a ustedes, en qué estaban?
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Juliana: La pandemia nos llegó a dos meses de sacar nuestro primer disco. Es más, nuestro “segundo primer disco”. La idea era hacer presentaciones de lanzamiento en Bogotá, México y ciudades europeas. Teníamos fechas en Los Ángeles, Nueva York y otras ciudades grandes de Estados Unidos. Teníamos todo. Habíamos comprado equipos y estábamos ensayando todos los días. Se canceló. Teníamos festivales. Íbamos a ir al festival SXSW al día siguiente. Nos tocó reinventarnos. Tocó comenzar la reimaginación de nuestro disco Carisma . Son unos remixes de las canciones del disco como una manera de explorar la música. Cuando tú te vas de gira con un álbum exploras la música. Cada noche la recibe alguien distinto. La idea era explorar eso. Empezamos a escribir nuestro segundo disco y hemos hecho bastantes shows en línea. También hemos hecho varios dj sets, hemos curado música porque la gente está en sus casas. Ha sido duro, pero hay que buscar la manera. Si uno se sienta a llorar, no pasa nada.
¿Dentro de la comunidad artística latina en Estados Unidos, qué acciones se tomaron para enfrentar la situación? ¿Tienen las mismas preocupaciones y garantías que los demás artistas? ¿Se han unido?
Juliana: Nosotros que no somos ciudadanos americanos y que tenemos una visa de artista, tenemos el mismo derecho. Hay muchas ayudas, no he escuchado de personas que se hayan tenido que ir del país, que eso es asunto fuerte. No puede uno decir qué situación tan dura para mí. Porque nuestros papás también están en una situación dura. La gente que uno conoce también lo está.
¿Ustedes lanzaron disco justo en cuarentena, cómo vivieron esto con su nuevo disco Carisma ?
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Nicolás : Esto lo había dicho en otra entrevista. Sí teníamos festivales, conciertos y había una línea de trabajo con el disco. Pero nosotros afortunadamente, al ser productores, somos autosuficientes. Tocamos en línea, hacemos esos dj sets y hacemos videos. Somos muy recursivos y hemos usado la pandemia de una manera muy productiva y hemos sido muy recursivos. No nos detiene eso. No nos afectó como a otros. Nosotros no teníamos un booker y ahora, de manera rara, tenemos un booker pero no podemos ir de gira. Nos ha ayudado mucho. Hay gente que tiene plataformas más grandes y se detienen porque tienen un equipo grande y no pueden hacer mucho.
Ahora estamos haciendo unos videos para la reimaginación. Salt Cathedral es un ejercicio de ingenio. Siempre ha sido algo de cómo lograr algo sin tenerlo todo. Es un ejercicio de recursividad porque no hemos buscado adaptarnos a la industria musical porque queremos hacer las cosas a nuestra manera.
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Nos gusta tener, además de la música, un impacto visual. Poder tener diferentes vehículos y canales y no nos frenamos por no tener un booker o alguien más. Podemos hacer estos dj sets y hay plataformas que nos han ayudado. Es enriquecedor para nosotros.
¿Qué podemos encontrar como propuesta musical en estas canciones? ¿Cómo sería, el olor del disco, sus sensaciones, cómo se vestiría Carisma ?
Nicolás: Carisma se ve como a nosotros. Como a estas sillas en las que estamos sentados. Estamos en una silla Acapulco en un tono pastel. Es una mezcla entre lo vibrante, lo pastel...se ve fusionado por muchos elementos pero con una coherencia. Huele a mar, al mar de Nueva York. Nueva York es casi parte del Caribe a su manera musicalmente y culturalmente hablando. Es un mar caribeño diferido. Huele a ese mar del cual que tiene mucha historia y del cual no se habla pero que ha afectado a cosas como la salsa. Es un poco eso. Es un caribe newyorquino, más que nada se siente como a esa noción de dancehall de Jamaica, el reggaetón de Puerto Rico...pero siempre tiene un “twist”, un cambio. No es un rojo fuerte. Es un rojo pastel. Es un tono más tranquilo, experimental, psicodélico pero también intuitivo.
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Juliana: Lo dijiste todo. En la portada pensamos que se viera caribeño, brasileño, como sol, calor. Cuando lo ve lo siente así.
¿Durante estos días han podido ver lo que pasa con la escena musical colombiana? ¿Cómo la ven?
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Nicolás: Me gustó lo que hizo Mario Galeano con la agrupación japonesa Minyo Crusaders. Me gusta mucho lo que hace El Enemigo con las escenas locales en su canal de YouTube. Veo mucho movimiento. Hicimos algo para World Wide FM, la emisora de Gilles Peterson en Londres y tuvimos la oportunidad de hacer un especial de dos horas con música de Colombia. Pusimos a Las Áñez, la BOA, Los toscos, N Hardem, Granuja, Mario Galeano, Elsa y el Mar y más. Yo les mandé mensajes a todos y todos respondieron. Todos escuchándolo y estaban muy pilos con eso. Y está brutal. Seguimos conectados y a mí me encanta lo que ellos hacen. Es muy lindo ver que con esta pandemia hay una mayor receptividad para responder en línea. Me gusta mucho la conectividad que existe con este asunto.
Con las redes sociales y la forma de conectarse e interactuar personajes como Don Alirio o Miss Champús hacen sesiones los viernes o los sábados y se pueden ver sus casas y mezclan de una manera brutal. Uno está acá en Nueva York y escucha a Don Alirio hablar de sus discos. Ya que no pueden hacer cosas afuera, toca en línea. Y nosotros como espectadores y fans es muy chévere ver lo que están haciendo. Nosotros como no estamos allá, estamos más cerca de ellos. Y estamos a la par con la gente en Bogotá y Medellín que los ve.
¿Qué es lo que más extrañan de los shows en vivo?
Nicolás: Lo que más nos hace falta es la conectividad, la tribu; estar con 500 personas en un sitio. El estar conectados con un ritmo, una canción o una melodía, ver diferentes personas, reaccionar, viajar, ver cambios, otras culturas, escuchar otras propuestas...todo eso.
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A raíz de esta pandemia, la vida se vuelve más insípida y plástica. Me hace mucha falta poder ir a otros lugares donde pueda ver a otra gente y conocer otras formas de pensar, de tocar y explorar otras cosas.
Juliana: Estoy de acuerdo. A mí me hace mucha falta escuchar a la gente cantar una misma canción. Es un sentimiento fuerte.
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Para Ver | Elsa y Elmar - Eres diamante + Ojos noche (versión acústica)