A finales de 2020, Renata Flores Rivera hizo público el primer sencillo de su disco ISQUN : un homenaje a Chañan Cori Coca, legendaria guerrera Inca. Al igual que el resto de su producción musical, la canción está escrita mayoritariamente en quechua, lengua originaria de las tierras que la parieron: los andes peruanos. Les presentamos a la reina del trap en quechua.
Por Carmenza Zá @ZaCarmenza
Hablar de Renata supone cuestionar el tiempo: hija de músicos y nieta de mujeres quechua hablantes, a sus 19 años ya suma más de cinco años de vida pública como cantante .
Su corta y promisoria edad contiene una sabiduría histórica y una permanente conversación intergeneracional: Renata hace trap, ese hijo del rap nacido en Atlanta, pero en la lengua heredada de sus ancestras indígenas del Tawantinsuyu.
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Influenciada por The Cranberries, Alanis Morissette , la lucha contra la segregación racial de Nina Simone y la música protesta de las mujeres ayacuchanas, Renata quiere influir en quienes la escuchan y consolidar un mensaje cada vez más fuerte, desde su voz y su ejemplo.
Renata desafía la temporalidad en las mismas proporciones en las que es digna hija de su época. Antes de lanzar su discografía, se hizo popular por hacer covers en quechua de canciones anglo de la cultura pop: The House of the Rising Sun de The Animals, Earth Song y The Way You Make Me Feel de Michael Jackson o Fallin' de Alicia Keys.
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Durante los primeros meses de aparición del Covid-19 en Latinoamérica, y como contribución a la amplia gama de cursos y enseñanzas que se ofertaron por el confinamiento, los covers de Renata regresaron en versión #AprendoEnCasa, una sección en su canal de YouTube que combinó lecciones básicas de quechua con la respectiva traducción a esta lengua andina de canciones como Bad Guy de Billie Eilish o I Like It de Cardi B, Bad Bunny & J Balvin .
Su producción original regresó justo cuando se flexibilizó el confinamiento estricto y su equipo pudo volver a las montañas peruanas en busca de locaciones para los rodajes que quedaron en el tintero con el inicio de la cuarentena. La producción de ISQUN fue un proceso creativo que se vio suspendido en el limbo de incertidumbre y la ola de preguntas existenciales que supuso vivir a la velocidad que implantó la pandemia.
“El confinamiento me dio tiempo y silencio. Me permitió reflexionar sobre el por qué de lo que estaba haciendo”, dice Renata.
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Su más reciente videoclip, rodado en el complejo arqueológico Inca de Vilcashuamán y en el bosque de piedras de Huaraca, ambos en Ayacucho-Perú , no solo da cuenta de la búsqueda exitosa de su equipo sino que es un acertado registro de la complejidad que encarna Renata.
ISQUN es un disco que rinde homenaje a la historia de distintas mujeres peruanas y salió al aire junto a una aplicación móvil que lleva el mismo nombre.
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La primera versión de esta app hace alusión a la guerrera Chañan Cori Coca (como la primera canción del disco) en forma de “crónica jugable”. Sus realizadores afirman que existirá una versión para cada mujer narrada en voz de Renata .
Junto a su versatilidad multiplataforma, la preocupación y activismo por temas feministas o de género hacen parte de la pulsión moderna en la obra de Renata Flores .
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Rescatar la historia de mujeres andinas en ISQUN es parte de una conversación que ha ido tejiendo en canciones como Tijeras , un grito de protesta contra los feminicidios, o Qam hina , que denuncia los peligros a los que se exponen las niñas en sus largos recorridos hacia las escuelas rurales de Perú.
Estos peligros tienden a derivar en que las menores no consigan terminar sus estudios, tal como le pasó a la abuela de Renata, la misma que ha sido guía y compañía en la escritura de sus canciones en quechua.
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Su abuela, junto a su madre y manager Patricia, hacen parte del círculo de mujeres que rodea a Renata y que ha permitido que la llamada -para nada en vano- lengua materna sea tanto camino como destino en su carrera musical y activismo.
Su primera canción Qawachkanchik chay Killallat (Mirando la misma luna) es, en palabras de Renata, una “protesta contra el bullying que sufren los niños y jóvenes quechua hablantes a causa de su dificultad de hablar correctamente el español” e invita a buscar en el vistazo al pasado la respuesta a la pregunta Pitaq Kani? (¿Quién soy?).
En su búsqueda de identidad y origen, además de encontrar que su tatarabuelo tocaba el arpa y que su abuelo y madre han sido activistas siempre, Renata ha reafirmado que llevar el quechua como bandera es reclamarle a un mundo homogeneizante el derecho a una identidad étnica más allá de la herida común generada por la colonización y el despojo .
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A la pregunta de si no creía que incursionar en un mercado global desde una lengua tan local representaba un límite riesgoso para el crecimiento de su carrera, Renata afirma que su camino ha sido la exploración y experimentación, que la búsqueda de nuevas formas y audiencias es algo que hace parte de lo que viene para ella.
Ante una carrera musical que tiene tanto futuro como ancestralidad, Renata se abre camino en una generación que reivindica la voz de las que la precedieron y que no teme mirar el mundo nuevo sobre los hombros de las mujeres que desde los imperios prehispánicos se hicieron palabra, reclamo, canción.
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De verdad no teme, se nota en su voz, tiene un ímpetu juvenil que atraviesa cordilleras y una historia milenaria que la respalda.
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