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'Por culpa de los Ramones': nostalgia, rock y canciones sanadoras

El libro de Manuel Carreño es un recorrido emotivo por nuestro amor a la música.

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Mnauel Carreño, autor de 'Por culpa de losRamones'.
Foto autor: Diana Rocío Galán. Foto Portada: Planeta.

Durante varias décadas, Manuel Carreño ha estado en la musica desde distintos frentes: como profesor en la popular cátedra Rock y política de la Universidad Javeriana, como locutor en varios espacios radiales, y hasta como DJ y cantante. Carreño es el autor de Por culpa de los Ramones: o cómo la música no cura nada, pero sí salva vidas , un híbrido entre escrito y playlist sobre la relación emocional que construimos con la música.

Por culpa de los Ramones no pretende ser un tratado académico de la historia del punk o de la banda estadounidense: es una recopilación de varias historias personales del autor mezcladas con canciones que muestran que la música nunca falta en los momentos clave de nuestra vida. El libro incluye códigos QR que dirigen a playlists específicas y evocan escenarios y momentos inolvidables.

El texto también retrata vívidamente la escena alternativa bogotana en los 80 y 90. Hablamos con Carreño sobre cómo se vivía la música hace algunas décadas y por qué fue tan determinante tanto para él, como para muchos de nosotros.

En el libro hablas de rock, pero también de pop y balada, sin prejuicios sobre los géneros ¿Cómo manejaste este aspecto?

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Puede que escriba sin prejuicios o trate, pero decir que nunca se han tenido prejuicios en Bogotá es muy difícil. Incluso pasa muchas veces que uno no consciente de ellos, sino mucho después.

Yo he tratado de quitármelos de encima. Sin ir muy lejos, cuando salió el reggaetón yo lo odiaba, y hoy oigo todas esas canciones que yo detestaba y me encantan. Trato de no emitir juicios de valor sobre ningún género. Creo que ese es el punto. Cuando la gente critica un género musical, es un poco irrespetuoso con el que lo está escuchando, como que asume que todos los que lo hacen son imbéciles, y pues no.

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¿Crees que el rock era clave para que muchos jóvenes se sintieran “cool” en esa época?

Siempre ha habido prejuicios en la música. El rock siempre ha tenido esta creencia de que es "la verga” . En esa época, el rock daba un status y los que escuchábamos rock nos sentíamos más cool.

Pero, aunque nos sentíamos cool, las niñas no nos "paraban bolas", a menos que hiciera algo al respecto que, en mi caso, como lo cuento en el libro, fue armar una miniteca. El rock sí era chévere, pero en las fiestas había que bailar salsa. Era chévere ser rockero, pero había que tener también las habilidades de la música de aquí.

Para mí fue determinante ver el video de Igor y Penélope de Pasaporte, que era un grupo con integrantes que vivían por ahí a 10 cuadras de mi casa y todos con chaqueta de cuero. Ese video es increíble porque es hecho en Bogotá, lo hizo Simon Brand con 3 pesos y hay un momento donde se explora eso que hoy llaman “meta” y es que graban un video, dentro del video en donde graban el video. Una cosa era verlo en The Cure, pero ver eso aquí en un grupo bogotano demostraba que sí era posible ser “cool” aquí.

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Cada vez es menos frecuente ver que la identidad se construya exclusivamente desde el gusto musical, como lo hacían muchos en su adolescencia hace varias décadas…

A medida que llega Internet eso va cambiando. En los 90, a las chicas góticas las llamábamos “las morticias”: tenían que ver con todo un espíritu gótico y para ese entonces había salido la película de los Addams o también Drácula. A uno no le creen cuando uno dice que en las calles de Bogotá manes salían en bermudas y camisa de cuadros, sin importar la lluvia o el frío.

Los 80 y los 90 fueron difíciles, yo creo que ayuda que hoy haya más opciones y que las redes sociales te permitan expresarte, con todo lo que implica. Yo tenía el colegio y la televisión. Antes si una chica se vestía “gótica” de alguna manera te estaba diciendo que le gustaba The Cure.

Hoy, si alguien tiene una camiseta de Los Ramones, está esparciendo a los Ramones, porque los Ramones no son solo sus canciones. Pero puede que la persona esté escuchando no punk, sino a Bad Bunny. La identidad se desarrolla hoy en muchas más formas, en esa época no.

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El título es Por culpa de los Ramones , pero realmente los Ramones no tienen un espacio tan significativo en el libro. ¿Por qué decidiste que fueran lo principal en el título?

La gente cree que el libro es una cosa de punk y no es así. Yo soy muy malo para los títulos y al editor, Juan David Correa, se le ocurrió el “si no fuera por los Ramones” y me gustó, pero el “si no fuera” me pareció demasiado feliz. El punk me ha traído problemas con la autoridad, seguro eso me da miedo al compromiso, siento que toda mi vida es por culpa de esas cosas, entonces quise hacer que no fuera del todo positivo.

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Es un título sugestivo y Juan Felipe Sanmiguel, la persona encargada de la parte gráfica entendió perfectamente el concepto, el título con ese casete enredado tiene mucho más sentido.

En el libro vemos mucho de esa nostalgia por cómo era nuestra aproximación a la música hace unas décadas…

Uno puede romantizarlo y pensar en lo emocionante que era esperar a que la canción que te gustaba sonara en la emisora y grabarla en casete y cruzar los dedos para que el locutor no fuera a pisar la canción. Era muy chévere comprar el disco, oírlo. Eso es bonito, pero yo amo las plataformas de streaming y pienso en lo buena que habría sido mi vida si hubieran existido antes.

Tal vez muchos de los que crecimos en esa época sabemos mucho de música porque cada dato que leíamos en revistas o escuchábamos en radio lo atesorábamos. En la medida que hubo más acceso a la información tal vez hubo menos afán de encontrarla.

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Creo que por más que existan plataformas, la emoción por la música no se ha perdido, todavía nos emocionamos oyendo cosas. Yo lo cuento desde mi perspectiva, pero cada generación tuvo lo suyo: la mía fue buscando discos en la 19, pero por ejemplo, los milennialls tuvieron napster y kazaa.

Ya sea esperando en la emisora o en cualquier plataforma de streaming, las emociones que un tiene cuando descubre música siguen siendo las mismas. Siempre es chévere encontrar música, no importa el medio.

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En un momento mencionas el Concierto de conciertos (1988). ¿Por qué fue tan importante?

Aquí en ese momento no veía nadie y por eso fue inolvidable. Los primeros que venían eran los de metal, que suelen ser un éxito aquí en Bogotá. Recuerdo que vino Quiet Riot, incluso en esa época ya estaban pasados de moda, y luego llegó Metallica.

En el 94 vino INXS y fui a verlos cuando estaba en 11. Ver a Michael Hutchence en el escenario fue pensar que podía pasar que algún día íbamos a poder ver a todos los artistas en vivo. A Venezuela fue Queen, en su momento más grande a comienzos de los 80, y aquí no venía nadie.

Ya años después fue White Stripes como en 2005, en el Palacio de los Deportes. Creo que ese concierto ayudó a que todo empezara a cambiar y bueno, ya el resto es historia.

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La lista de canciones es clave en el libro. ¿Cómo fue el proceso para crearla?

Fue como instintivo, en la medida en que fueron creciendo las formas de descubrir la música. No importa que hoy existan 100.000 opciones, siempre va a haber una canción te pega en determinado momento. Siempre tuve claro que lo importante era la música en cada capítulo. Las historias son la excusa para hablar de la música. Por eso no sé cuántas canciones hay, por cada momento iba añadiendo la que creía más adecuada. Eso le da ritmo al libro. Si es un libro musical, había que escribirlo de manera musical.

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En el libro también se habla de los bares alternativos y cómo se construyó la escena...

A esos se les llamaban los bares "alternos". Hoy se usa más indie, udnerground, siempre ha habido una palabra para intentar explicar el rock alternativo. Se trataba de sentirnos parte de algo, lo "cool" es de unos pocos.

En el libro hablo de un bar que se llamaba Transilvania. En ese momento nos lo vendían como si fuera el demonio, como si sacrificaran bebés, o algo así, pero nada que ver. Simplemente ponian música que no sonaba en ningún otro lado. Eran muy pocos: Florhisteria tampoco es que fuera una cosa grandísima, eramos casi todos hombres pogeando. Hoy un sitio como Asilo tiene ese espíritu de música distinta.

Cuando leemos sobre rock queda la sensación que los 70, 80 y 90, tuvieron estilos muy definidos, pero no pasa lo mismo con la última década. ¿Estás de acuerdo?

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Es una década que no fue tan definida como lo fueron otras. Yo creo que eso tiene que ver con muchas cosas. Sin duda la tecnología tiene que ver porque hasta los 90 los grupos que sonaban en radio eran los que se popularizaban porque finalmente era lo que había. Todo cambia en la medida que va creciendo todo eso.

En mis clases he visto como ha cambiado la relación con el rock para los más jóvenes: ellos ven el rock como algo importante, pero al mismo tiempo, como lejos. Todos han oído los Beatles alguna vez, puede que nada más, pero The Beatles sí.

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Los que dicen que el rock ha muerto suelen ser esas personas que lo ven como algo superior y como ya no lo ven, pues dicen se murió y es porque creen que solo existe desde los 90s para atrás.

El rock sigue surgiendo. Pero también creo que pasaron años en los que faltaron grupos que dijeran cosas que movieran a los chinos. Idles, por ejemplo, es una banda que la oyes y sus canciones hablan de temas como migración, que no se hablaba en el punk, en su momento se quedaba en la rabia. Pero se trataba de bajarle a la rabia y escuchar, eso me parece chévere. A ellos no les gusta decir que son punk.

Me encanta un proyecto como The Lindas Lindas, que la mayor tiene 17 años. El punk durante muchas décadas ha sido algo de machos, pero tiene que ser femenino, feminista y lo ha sido, pero no lo suficente.

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