Con su disco El mal querer, Rosalía se posicionó en la escena musical mundial. La mezcla de pop y sonidos urbanos con el flamenco tradicional es su sello, tanto en su música con en su estilo. Mientras para algunos esa unión es problemática, al apropiarse de una cultura que traicionalmente ha sido excluída y oprimida como la gitana, otros aplauden que haya llevado el flamenco a personas que difícilmente se habrían acercado a él. ¿Todo vale para mantener la tradición?
Por: Adela Cardona // @adelacp
Dicen que para mantener la tradición hay que traicionarla, re-inventarla para perpetuarla . Esto hace en su trabajo la cantante y performer Rosalía: viste el flamenco de calle para solaparlo, para colarlo en nuestros oídos acostumbrados a los sonidos indistintos de centenas de estrellas pop. Ella usa el flamenco para diferenciarse y, al hacerlo, lo re-presenta ante generaciones que lo habían despreciado o, peor aún, ignorado su existencia.
Rosalía agarra retazos del flamenco andaluz de raíces gitanas; del pop, como en el caso de Cry Me a River de Justin Timberlake; y la música electrónica para crear un sonido único. Su voz tiene un quejido desgarrador que recuerda a la cantante Concha Buika y su sonido mezcla elementos clásicos del flamenco (palmas, guitarras y palos) con autotune, sonidos sintéticos, y el sampleo de su propia voz.
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Una mezcla digna de una joven hija su tiempo globalizado: fan de Beyonce, amante del flamenco y consciente de su raíces catalanas. No podía ser de otra manera, Rosalía se crió en Sant Esteve Sesrovires: un pueblo en el que creció rodeada de parques industriales que inspiraron su estética de motociclista. Pero también maduró escuchando a Justin Timberlake y respirando la cultura gitana en Cataluña. Una colcha de retazos, esta heterogeneidad que la hace única y se aprovecha de lo local para diferenciarse en lo global, se revela también en el vestuario y la dirección de arte de sus videos.
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En el video de Pienso en tu mirá , por ejemplo, aparece parada sobre una camioneta roja que lleva su nombre, portando unos pantalones anchos de gingham con tres boleros en el ruedo y candongas doradas. El gingham es una tela de algodón a cuadros, originaria de la India que entró a Inglaterra con las colonias, y se asocia con la domesticidad de los manteles de casa o la ingenuidad de Dorothy en el Mago de Oz. Los tres boleros al final de este pantalón y las candongas doradas son guiños flamencos.
Y para entender la sutileza de este gesto con el que ella y sus estilistas tejen la moda urbana con la aflamencada es importante reconocer que el flamenco se ha asociado históricamente con el pueblo gitano, perseguido y estigmatizado; y que mucho de lo que se sabe de su vestuario histórico, según la escritora Susannah Worth, viene de narraciones y dibujos de extranjeros, cuya mirada los exotizaba. En estos, las gitanas, y algunas veces las majas, son descritas y vistas usando faldas que –si bien se acoplaban a las siluetas de cada tiempo–conservaban varios boleros.
Pero Rosalía no es gitana, Rosalía se viste a la gitana, Rosalía canta y mueve las palmas, baila y compone con elementos gitanos. Se lo permite porque, como dijo en una entrevista, “en Cataluña, la cultura andaluza se respira en cada esquina”. Creció con ella y, al haber estudiado con Vizcaya, cantaor y profesor de cante flamenco, conoce su historia, su tradición como expresión de desplazamiento y opresión. La apasiona y usa sus palos, sus elementos de vestuario, sus pasos, los usa como un factor para crear música que transmita emociones auténticas a través de ella como medio. Es una mujer que ha sido enfática en que “la música no tiene dueño”. Una frase polémica en un mundo en el que abundan las acusaciones sobre apropiación cultural, como la hecha recientemente a Carolina Herrera por usar bordados mexicanos.
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En este contexto, Rosalía se adueña de la estética flamenca sin ningún reparo, la combina, la transforma. No hace un uso literal del vestido gitano, lo cual lo hace aflamencado. En ella hay detalles flamencos presentes, por ejemplo, siempre en sus accesorios. Ella usa libremente aquellos con los que fueron descritas gitanas como aretes o candongas grandes de metal, oro y plata; collares de coral, ámbar y cuentas de vidrio, brazaletes y medallones. Es obvio que los anillos grandes posados en dedos con uñas largas y las candongas son infaltables en su estilismo, así los use –como en su video Malamente – con un conjunto rosado de crop top y minifalda muy pop, diseñado por la española María Escoté.
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Pero así como no usa los palos de 12 tiempos, tampoco se viste con una falda de bolero gitana, esta falda se raja,se parte en dos para volverse el pantalón sirena con boleros de Pienso en tu mirá . Pantalón que se combina con una sudadera roja con cremallera, a lo Juicy Couture, marca popular en los 2000 entre las estrellas pop por sus sudaderas que también usa en el video de Malamente . Juicy Couture remite a la actriz, cantante e influenciadora Paris Hilton; a la diseñadora y estrella de reality TV Kimora Lee Simons; a Britney Spears y, recientemente, a las Kardashian.
Y es que Rosalía creció con ellas como referentes, escuchando el pop de los 2000. No es sorprendente, entonces, que use prendas de la estética athleisure, que se caracteriza por elevar los elementos deportivos y llevarlos tanto a la pasarela como al uso diario: sudaderas con crop tops, leggins y brassiers de gimnasio con una chaqueta de denim para salir a la calle. Prendas que son el core de su segunda colección con la marca de pronta moda Pull & Bear.
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Este lanzamiento se aprovecha de un estilo que hizo obvio en su video junto al reggeatonero J Balvin, Con altura . En él, la primera escena es una referencia a Britney en Hit Me Baby One More Time con los pompones que se posan sobre dos colas de infantiles. El traje de dos piezas rojas con llamas en el escote recuerda también a Britney en Ooops..I Did It Again . Y su look final de leggings con el logo enorme de la marca Louis Vuitton, es un guiño a la logomania de los años 2000.
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Rosalía se inspiró en Britney Spears en estos momentos de 'Con altura' Pull & Bear, un retailer cuyo target son los jóvenes ávidos de cambio, entendió que Rosalía es una marca y que su look es vendible. Pero omitió en esta segunda colección lo que la hace distinta de todas las demás estrellas pop, precisamente su uso de lo flamenco. En la página de la marca se pueden ver mini faldas de gingham, monos, sudaderas, tops, plataformas dosmileras. Todo muy pop, todo muy deportivo. Nada muy aflamencado.
Prefirieron resaltar la fuerte influencia que tiene de la ropa de la calle, de los polígonos de su pueblo. Así como también de los chicanos y estadounidenses, cuyo estilo fue popularizado entre otros por basquetbolistas como Allen Iverson y Michael Jordan, y luego por exponentes del hip hop, para terminar en los recientementes usos en el reggaetón y el trap como los que le dan J Balvin y Bad Bunny.
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Pero Rosalía no es solo eso. De hecho, su éxito ha estado en que ha logrado remezclar lo local, lo que para el mundo es exótico, con lo mainstream . Y no hay lugar donde se note más su herencia española y europea que en el video de De aquí no sales: empezando por el paisaje de molinos quijotescos y su versión de la pintura de la Ofelia de Millais que es, al tiempo, un lago de flores y un cementerio de motores.
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En estas escenas, aparece con trajes de cremallera con boleros flamencos que van desde sus hombros hasta el suelo y un corte de capucha que recuerda al Balenciaga del diseñador Gvasalia; así mismo, usa blusas con hombros descubiertos y mangas anchas. Vestuario aflamencado que contrasta con el de calle que manifiesta con un crop top y unos pantalones de motociclista con los que baila en pasos fuertes y salvajes con una pandilla femenina que se ha vuelto insignia de sus vídeos y presentaciones. Entre algunos de los diseñadores españoles autores de los estilos este video se cuentan Palomo Spain, María Escoté y María Ke Fisherman. Palomo además la ha vestido para varias presentaciones con vestidos con flecos blancos o tutús de encaje rojo con flores y Escoté la ha vestido en alfombras rojas.
No es un secreto que la joven creadora apoya el talento local. Y quizás esto es lo que cree hacer al usar la música y vestuario aflamencado al lado de otras expresiones culturales. Pero cabe preguntarse al entender que esta es una gran parte de de su explosiva receta: ¿es su manera de usar el flamenco irrespetuosa?, ¿dónde está la línea entre la apropiación y el homenaje?, ¿habló Rosalía con representantes del pueblo gitano actual para la realización de su disco El mal querer ?, ¿debería esto haber sido una co-creación gitana? Estas son preguntas que quedan rondando al ver el collage que es Rosalía en el que predomina lo flamenco pero no la define. Ella lo desbarata por las costuras y re-armar. Lo hace con el flamenco, pero también los géneros urbanos que la han influenciado.
Algo innegable, en medio de este debate, es que la música aflamencada de Rosalía ha llevado el flamenco a los oídos de generaciones y lugares que de otra manera jamás lo hubiesen conocido . ¿Vale la pena traicionar la tradición para perpetuarla y masificarla? Entre las motos que reemplazan palmas y los pantalones de boleros que sustituyen faldas, Rosalía parece querer decirnos que sí.