Desde hace muchos, muchos años soñaba con grabar una canción con el Joe. Para mi más reciente disco, Adicta, supe que el sencillo Esta noche es nuestra era perfecto para cantar a dúo con él. Parecía una misión imposible de lograr, pero luego de mucho intentarlo (y perseguirlo), lo conseguí.
Por: Naty Botero @NatyBotero
* Actriz, cineasta y diva pop. En uno de sus últimos hits, Esta noche es nuestra, cumplió uno de sus sueños: cantar a dúo con el Joe.
Desde hace muchos, muchos años soñaba con grabar una canción con el Joe. Para mi más reciente disco, Adicta , supe que el sencillo Esta noche es nuestra era perfecto para cantar a dúo con él. Parecía una misión imposible de lograr, pero luego de mucho intentarlo (y perseguirlo), lo conseguí.
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La noche que lo conocí le pregunté de dónde le había salido la letra de Rebelión (“En los años mil seiscientos…”) y ese arreglo de trompetas tan fino. Estábamos en un restaurante de pollo frito en Barranquilla, después de un gran homenaje que le habían hecho en la ciudad. “Dios te regala premios si te ve trabajando duro, por eso es que nunca debes parar de crear. La inspiración siempre llega cuando estás trabajando.
Él amaba y entendía la noche y sus misterios, y andaba por los recovecos oscuros del alma sin miedo, dejando salir el brujo, el mago que era, ese que alegraba cualquier corazón y no dejaba a nadie sentado.
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"Él me pone las melodías en la cabeza y yo lo que hago es cantarlas”, me respondió. Después me miró fijamente y agregó: “Y nunca vayas a pagar por sonar en radio. Acuérdate: si no pega inmediatamente, no importa. Si es algo que hiciste con el corazón, va a tener seguidores. No importa que se demore”. Dos días después, el 10 de febrero de 2009, era mi cumpleaños. Ese día, el Joe me recogió vestido de blanco y nos fuimos juntos al estudio a grabar mi canción . Hicimos unas tomas, al principio él no estaba inspirado, pero luego Jackie, su esposa, se metió con él en la cabina y empezó a bailarle y a coquetear para que él sintiera la canción. Y así fue. El Joe empezó a cantar con esa fuerza que te hace llorar y reír al mismo tiempo, y en cinco tomas terminamos su parte.
Luego salió con una torta llena de velas y me cantó Feliz cumpleaños. El día de la grabación del video, el Joe llegó a tiempo con todos sus músicos. Lo único que me había pedido su esposa para que todo saliera perfecto era que fuera en la noche.
Me dijo que Joe era noctámbulo y se levantaba a las 4 de la tarde. Esta vez traía puestos unos pantalones rojos de satín que había mandado a hacer a su costurero oficial y que, según él, no le gustaban ni poquito “porque parecía un diablo”. Me vio y me dijo: “Tranquila que el saco ese rojo también me lo pongo ahorita”. Toda la noche estuve preocupada, no quería que el Joe se aburriera y se fuera o algo saliera mal, pero el Joe se dejó dirigir, hasta se metió dos horas en un Mercedes con silletería de cuero, sin aire acondicionado, para hacer una escena. Afortunadamente, gracias a un equipo maravilloso, a dos comparsas tremendas del Carnaval de Barranquilla (La Dacaná y El Rumbón Normalista) y a una hermosa locación, El Castillo de Salgar, la noche se prendió.
Todo fue magia. Pura fiesta. Él bailó y cantó sin parar. Hasta Jackie me dijo que bailó como nunca . Durante esa fiesta comprendí qué era lo que hacía que el Joe fuera tan grande. Él amaba y entendía la noche y sus misterios, y andaba por los recovecos oscuros del alma sin miedo, dejando salir el brujo, el mago que era, ese que alegraba cualquier corazón y no dejaba a nadie sentado.
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Al final de esa noche, el Joe me abrazó y me dijo: “La pasé muy bien, sentí la canción más rica cantándola en vivo”. Luego se subió a su carro, a las 4 de la mañana, con esa maldad tierna que lo hacía acercarse al Diablo y a Dios, esa maldad que solo tienen los centuriones de la noche, esa maldad que despercude las tristezas y las vuelve alegría. Esa maldad que me decía: “Aunque me lleven a mi casa a dormir, yo no me duermo sino hasta el amanecer”.
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