"Esta vez le apostaron a la inclusión y por eso a las 6 de la tarde no habían ni mil gatos allá. Hagan su festival pop otro día y ya. Las cosas como son: si la propuesta es contundente que se gane el espacio, no porque son mujeres o lo que sea" , dijo un metalero furioso en los comentarios del perfil de Instagram en Rock al Parque.
"Con una alcalde lesbiana, obviamente las directrices son meter esa comunidad a las malas en toda parte" , dijo otro .
"Estas viejas no le calzan una bota a Judas [Priest]" , comentó un tercero.
Estos, seguramente, son los mismos tipos que se sueñan con una mujer metalera, que botan baba cada vez que ven a Simone Simons en un corset, que no salen sin la camiseta de Nightwish, que cantaron en el mismo escenario de Rock al Parque la música de Nervosa a grito herido.
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Tienen un conflicto interno: el machismo que los hace despreciar a las mujeres en espacios que consideran "de hombres", y su amor por el metal que les produce una fascinación por las mujeres en la escena.
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Sólo hay que mirar el trato que reciben las mujeres en la industria del metal para ver lo machista y hostil que es.
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Rosemary Lucy Hill hizo una investigación sobre el Metal y el machismo . En ella habló sobre el "mito de la igualdad" en la escena que se usa para reprimir el discurso feminista: el sentido de comunidad que crea la subcultura alivia la sensación de machismo, cuya presencia se materializa cuando es hora de "castigar" a una mujer por no quedarse en su lugar .
Hill explica que lastimosamente la cultura alrededor del metal está plagada de símbolos machistas que se notan desde el arte de las portadas de los discos hasta en los cuestionamientos sólo a las mujeres para "probar" la autenticidad de su gusto por el metal o en la " representación de las mujeres como groupies, interesadas en el músico y no en la música" .
La música ya es una industria difícil para las mujeres tras bambalinas, para las que son administrativas y ni siquiera se suben a los escenarios.
¿Se acuerdan de Gloria Calavera, la manager de Sepultura? Hasta de muerte la amenazaban sólo por estar en un espacio "de hombres".
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La volvieron la Yoko Ono del metal y le echaron el agua sucia cuando Max Calavera se salió de la banda. A Wendy Dio frecuentemente la tratan de " la mujer del cantante de Black Sabbath", en lugar de lo que era: la manager.
Ahora, imaginen cómo es para las mujeres que ponen la cara y son las líderes de sus bandas. A muchas las sexualizan y tratan como objetos y no como artistas. Así lo hizo, por ejemplo, la revista Hard Rock en su edición del décimo aniversario de Metal Female Voices Fest: pusieron a Zuberoa Aznárez (Diabulus in Musica), Tarja Turunen (ex-Nightwish), y Charlotte Wessels (Delain) semidesnudas en la portada, a Angela Gossow (Arch Enemy) con un bong y a Sarah Jezebel Diva (Angtoria) con un vibrador en la mano.
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La misma Simone Simons (Epica) ha contado que constantemente la acosan sexualmente en los conciertos, y aunque ella dice que se ha endurecido frente al acoso por estar rodeada de hombres siempre, y que le da risa, eso no hace que deje de ser acoso.
Alissa White Gluz (ex The Agonist, Arch Enemy) dice que en el metal es popular odiar el feminismo y tildar a las mujeres que hablen de ello como 'feminazis', pero insiste en que la pelea no acaba.
Es este ambiente hostil y anti-mujer que se ha formado en el metal lo que hace que las bandas lideradas por mujeres sean deshechadas como "pop", "copias", "aburridas" o simplemente como menos que las bandas lideradas por hombres.
Y eso se ve en los carteles de los festivales.
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Bloodstock sólo tuvo una banda con una mujer en 2018, Nightwish ; y su apuesta por "paridad de género" el año pasado resultó en un mísero 15% de bandas con mujeres.
Aunque una de sus directores, Vicky Hungerford , es una mujer, no hay mucho que pueda hacer para contrarrestar el machismo rampante en su comunidad: ella misma contó que un ayudante de escenario un día le pidió una mamada creyendo que era una groupie.
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Ya tenemos que dejar de decirnos mentiras, a muchos metaleros les molesta la paridad de género. La escena tiene un problema de machismo grave, y sólo admitiendo que hay un problema se puede empezar a pensar en la solución.