El 22 de abril de 2018 Netflix y Telemundo estrenaron la serie Luis Miguel, que relata parte de la vida de la historia del cantante mexicano nacido en Puerto Rico. Este producto tuvo una audiencia masiva y reactivó la carrera del artista, logrando que las cifras de sus canciones en plataformas digitales se triplicaran y aumentarán en un 1000%.
Por: Sebastián Peña - @sebasnews / Fotos: Katherine Fresneda - @ktfresneda
Luis Miguel es una leyenda, eso no hay duda. El artista es de esos que parecen un mito; no se sabe si es de verdad o si en tarima hay un imitador que lo representa. En Bogotá quedó demostrado que todos sus años de carrera le han dado la sabiduría para hacer conciertos perfectos en los que cada movimiento está plenamente calculado.
Cuando aparece en tarima, el lugar se alumbra como si él hijo de Luisito Rey y Marcela Basteri en verdad fuese un sol. Las primeras notas que interpreta muestran una voz que ya no es juvenil, pero que tiene una fuerza incalculable. La banda del Sol de México está integrada por músicos de antaño que están atentos a cada movimiento del ganador de varios premios Grammy.
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Bronceado como si viviera en Cartagena, elegante como un jefe de estado francés y seductor como el sugar daddy soñado. Luis Miguel canta, es adicto a los aplausos y los gritos de sus fanáticos. La audiencia le hace caso y crea histerias de varios minutos para saciar el capricho del divo mexicano.
Esta gira se llama México Por Siempre, el mismo nombre de su más reciente álbum de estudio, pero paradójicamente muestra la parte meno mexicana de Luis Miguel: no hay mariachi, no canta rancheras, ni recuerda los artistas de ese país que lo han inspirado. Es un despropósito bautizar una gira de esta forma y no darle al público así sea el gusto de escuchar las trompetas de la música regional mexicana. Muchos criticaron esto y al finalizar el concierto se veían parcialmente desilusionados por no poder escuchar en vivo La Bikina, sin embargo, en esta gira no la ha interpretado en ningún concierto y Bogotá no iba ni tenía que ser la excepción.
Diego Boneta, el güerito que va por la conquista de América Luis Miguel posa, pero no es políticamente correcto. No se la pasa diciendo “amo a Colombia” o “ustedes son el mejor público del mundo”, tampoco se pone el sombreo vueltiao’ o abraza con hipocresía la bandera del país, como otros artistas de su talla. Eso se le aplaude, porque reconoce su estatus y logra ganarse los aplausos de la audiencia con su voz, sus gestos y sus canciones.
Muchos querían verlo decaído; borracho o olvidando las letras de sus canciones, pero en El Estadio El Campín durante más de dos horas demostró por qué es una leyenda viva y la estrella latina más taquillera del momento, por encima de todos los fenómenos de pop o reggaetón que están en la industria. ¡Coño Micky, joder, te luciste!
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Luismi está más allá del bien y del mal, sus deudas y problemas legales no nos incumben, su talento y su aporte a la cultura latina es lo que lo van a hacer inmortal. Ojalá tengamos mucho más de Luismi en tarima y nuevas canciones en estudio, de seguro el Sol de México aún tiene mucho por decir y hacer.
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