García es el nombre artístico del músico, compositor y productor David Trujillo quien en 2019 decidió hacer un cambio en su vida y aventurarse a conocer América. De esa primera exploración, a la que se le atravesó una pandemia, salió su segundo proyecto discográfico y el primer capítulo de un maravilloso documental.
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El DISCO
Las canciones de este proyecto titulado AMÉRICA Volúmen 1: Colombia Andina incluyen instrumentos musicales como bandola, charango, guitarra de nylon y tiple, un instrumento de 12 cuerdas, icónico de Colombia, sonidos de la naturaleza, y hasta cantos indígenas de comunidades del sur del país, para crear un recorrido musical por una de las regiones geográficas que conectan a Colombia con el resto del continente.
Este disco está compuesto de 10 pistas y tres colaboraciones con Dueto Azahares, The Mills y Rubiel Pinilla . Allí también se destaca la participación de David Heincke, premiado tiplista colombiano y del guitarrista Carlos García del ensamble Tutupá, un grupo de jóvenes que convierten elementos reciclados en instrumentos musicales.
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El primer sencillo de este disco fue V.I.D.A , canción que en palabras de García es “la cuota feliz del álbum, un agradecimiento a los días en los que uno amanece alegre y pleno porque sí”. Cuenta con un video grabado en varias zonas del Eje Cafetero.
El Documental
Es un registro audiovisual del recorrido del músico por la región Andina de Colombia, indagando en sus músicas tradicionales para incorporarlas a su álbum. Tanto el documental como las canciones hacen parte de la serie AMÉRICA , que comprende discos, documentales y podcasts a partir de una travesía del artista desde Tierra del Fuego hasta Alaska, empezando por Colombia.
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Hablamos con García para conocer un poco más sobre estos dos proyectos.
¿Cómo se dio la creación de este proyecto del disco y del documental?
Salió de tertulias itinerantes con mi manager. Hace un poco más de dos años nos surgió la idea de hacer viajes para obtener inspiración y hacer música, pero como concepto se fue gestando poco a poco. El primer año consistió en comprender de qué se trataba eso que nos inquietaba, y para qué. Yo venía de lanzar Ciclos , mi primer disco, y aunque tuvo una resonancia interesante, tenía claro que no quería hacer canciones solo en función de obtener fama, o reconocimiento.
Vengo de conservatorio, estudié música, guitarra clásica, y quería hacer algo en donde pudiera conectar esa formación con mi experiencia como productor musical. Entonces nos pusimos a indagar en las músicas de todo el continente, en los músicos populares que las han adoptado o rescatado, y en los registros que existen de eso. Hay antecedentes maravillosos, pero no encontramos un proyecto que permitiera hacerse un panorama general y ampliado de América como todo un continente.
Hay más referentes desde la gastronomía o el turismo, que desde la música. Entonces arrancamos, eligiendo a Colombia entera como el piloto. Una vez empezamos las respuestas fueron apareciendo en el camino. Nos tomó —y nos sigue tomando— varios intentos. La aparición de los primeros patrocinadores, la selección de los músicos participantes, los destinos… todo ha sido un proceso de aprendizaje, con pandemia abordo.
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¿Cuál es el propósito del audiovisual Colombia Andina?
Creo que, tanto los documentales y los álbumes que estamos haciendo —Colombia Andina es apenas el primero de una serie que se llama AMÉRICA, que consiste en un recorrido musical, aparte de Colombia, por todo el continente— tienen el propósito de honrar lo que somos, de dónde venimos, porqué estamos en el presente de esta manera y hacia dónde queremos ir.
Lo que estoy tratando de hacer con AMÉRICA y la gente que está a mi alrededor, ayudándome a desarrollar este proyecto, es dejar un documento histórico para la humanidad, uno que generaciones futuras puedan conocer y comprender a través de él un panorama de Colombia, Latinoamérica y el continente entero en una época de pandemias, estallidos sociales, éxodos y desastres naturales, pero también de biodiversidad y riqueza cultural. Desde la música y las imágenes, claro.
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¿Qué enseñanzas le dejó hacer este proyecto en el que participa la comunidad indígena y publicarlo en este momento del Paro Nacional?
Sacar adelante este proyecto fue lo mejor que pude hacer por mi vida. Colombia Andina —y “AMÉRICA”, en general— ha cambiado mi manera de ver la vida de formas tan profundas, que es inevitable sentirme mejor ser humano que hace dos años. ¡Y ojo! No solo hablo por los aciertos, sino por los sacrificios, sufrimiento y errores de mi parte que ha implicado todo esto. ¡Esos sí que son grandes maestros de vida! Y los indígenas, sin duda, también.
Fueron el broche de oro tanto del álbum como del documental. Como lo dije en días anteriores: creo firmemente en que ellos tienen clara cuál es la manera de vivir en armonía en este planeta. Nos llevan años luz en ese arte. Son personas de saberes profundos acerca de la tierra, de la interconexión que existe con uno mismo y todo lo que nos rodea, es un poder demasiado grande que nosotros, los que vivimos en la ciudad, no hemos entendido. Para mi fue un privilegio, un honor y una maravilla de experiencia poder ir al sur de mi país para hablar con ellos, hacer música con ellos y hablar de la vida con ellos.
El proyecto tiene imágenes hermosas, ¿con quién trabajó para este proyecto y qué fue lo más difícil de publicarlo?
Hubo muchas manos y mentes, muchos amigos. Empezando por Juanjo Piedrahita, quien dirigió y armó el rompecabezas de este capítulo 1, él fue una pieza esencial de todo esto. También Andrés Cortés, de The Force Pictures, y una buena parte de su equipo, que en 2019, cuando no había nada para ver ni escuchar, creyó en la idea y se vino hasta Armenia a grabar las primeras imágenes.
En Colombia Andina están involucradas más de 50 personas, sin ellas esto no hubiera podido ser real. No sabría decirte qué fue lo más difícil. Aún desconocemos, conscientemente, cómo hemos podido financiarlo jajaja… Aparte de eso, decidir hacerlo, convencer a la gente de que este es un proyecto visionario y, en medio ese trabajo, entrenar la mente para que siempre sea creativa, han sido los mayores retos. Al final estamos hablando de arte en diferentes expresiones y se necesita estar con esa disposición creativa todo el tiempo. La verdad todo es muy difícil, pero si tuviera que escoger algo, sería el obtener la determinación y la seguridad para decir “VAMOS A HACERLO REALIDAD.”
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¿Cómo impactó en su música la experiencia de hacer este viaje, grabarlo y documentarlo?
Impactó de todas las maneras posibles, no solo a nivel artístico, sino como productor. La adaptabilidad, el respetar y honrar el concepto sonoro del álbum, el reto de usar instrumentos tradicionales de cada región en reemplazo de otros más obvios y comunes, una incomodidad constante; retarse a hacer algo que la gente de diferentes mundos —los que saben de música y los que no; los que saben de música tradicional y los que escuchan música géneros populares como rock, o reggaeton, por ejemplo— entienda; tratar de honrar con tus letras la música que hiciste y poder amplificar tu espectro de sonidos mentales por medio de los saberes tradicionales ; comprender la increíble riqueza musical de mi país y acceder a ella; inspirarse viendo lugares de belleza surreal y mostrárselo a la gente después por medio de sonidos e imágenes… son tantas cosas, muchísimas, demasiado transformadoras. Fue como mezclar muchos sueños, cumplirlos todos a la vez, y apenas vamos en el comienzo.
¡La música nos une!