Bogotá se perdió la oportunidad de escuchar todos los éxitos de Rage Against The Machine, cantados por dos íconos no menos políticos e importantes: Public Enemy y Cypress Hill. Los debates tipo “explosión de inodoro de colegio” se venden más que las boletas.
Por: @chuckygarcia
Alguien puso una tutela contra un festival, no a nombre de un colectivo de músicos como se especuló sino a nombre propio y para su interés propio; algunos otros se rasgaron la ropa ante la posibilidad de que J Balvin y La Pestilencia grabaran un tema juntos y un gobernador logró que muchos entraran en cólera al condecorar a un artista de reggaetón y elevar su música a la categoría de “poesía urbana”.
Y mientras todo esto sucedía, un combo no menos que histórico, Prophets of Rage, con integrantes de tres bandas sin las cuales no es posible hacer un retrato sonoro, político y contracultural completo de la música de los últimos 35 años (Public Enemy, Cypress Hill y Rage Against The Machine) tuvo que cancelar su show en Colombia del próximo 16 de mayo, y todo porque según se sabe las boletas no se vendieron. Y por “no se vendieron” es que todo apunta a que la cifra de entradas vendidas fue irrisoria para un acto musical de estas proporciones; y que un toque de una banda local relativamente conocida en un bar habría llevado más público.
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Se siente como hace unos años, cuando los grandes artistas no pasaban por aquí por no haber garantías de producción ni gente que pagara por las entradas, como se decía en aquel entonces; se siente como haber retrocedido en el tiempo y como si en los últimos cinco o diez años los empresarios privados, públicos, independientes y autogestionados no hubieran hecho un esfuerzo –sino conjunto cada cual por su lado– de actualizar a Colombia en materia de espectáculos en vivo y grandes conciertos.
De la cancelación de Prophets of Rage poco se habló y poco se ha hablado, pero es algo tan parecido al país mismo, que asusta . Se parece al día de la irónica “marcha anticorrupción” en el que también sucedió la tragedia de Mocoa que terminó por cobrar más de 300 vidas, y los marchantes y organizadores para no aceptar su poca convocatoria culparon a otros de haber desatado este desastre natural para sabotear su descolorido desfile. En vez de pedirle al país que se uniera por ayuda, prefirieron mantenerse firmes en su particular interés de seguir dividiendo a los colombianos hasta en la desgracia o en torno a un flagelo como el de la corrupción, frente al cual solo debería haber un rechazo y un asco unánimes y libres de cualquier predilección política.
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En nuestro entorno musical más cercano, ese que en todo caso es pequeño pero que creemos que es enorme y que tiene la atención de todos como si fuera un asunto nacional o una de esas telenovelas que todos ven mientras se acuestan, cada cierto tiempo pasa lo mismo, y por estar más pendientes de los argumentos separatistas, de los discursos de odio o de los debates tipo “explosión de inodoro de colegio” pasamos por alto o se nos olvida terminar de sacar adelante lo que ya hemos construido, echarle un salvavidas a algo que se está hundiendo o evitar una tragedia, anunciada o no.
“Explosión de inodoro de colegio” no es otra cosa que aquella situación clásica en la que alguien depositaba un petardo en el wáter, bajaba la cisterna, el pequeño artefacto explotaba, el estruendo causaba risas y drama entre los estudiantes, uno o varios profesores se hacían presentes, incluso el rector, durante 15 minutos la noticia se regaba por los pasillos y corredores como el agua del retrete, pero finalmente todos tenían que volver a clase a seguir lidiando con la tabla periódica y fin del asunto.
En cuanto a Prophets of Rage (y para no perder el hilo) quizás no lo anunciaron como debía ser – todos los éxitos de Rage Against The Machine tocados uno tras otro, sin el cantante Zack de la Rocha, claro, pero en todo caso como Dios manda y con el mismo poder de siempre –; pero quizás también entre todos pudimos hacer algo más que ver cómo descolgaban el aviso de su show en Bogotá y lo cancelaban.
Porque lo triste no es solo que Colombia se quedó por fuera del tour de esta súper banda, lo más penoso es que posiblemente las discusiones musicales en las cuales lo único que corre es mierda y la gente le echa el agua sucia a otros con tal de tener la razón se están vendiendo más que las boletas . Y que la distancia entre estos debates y las controversias políticas que tanto aborrecemos cada vez es más corta.
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Prophets of Rage sí tocó en México, unas tres semanas atrás en el marco del festival Vive Latino, y sin duda fue uno de esos shows que cualquier admirador del rock, sin importar cuál sea su idea del rock, tendría que ver, o al que cualquier persona interesada en ver lo que la música es capaz de lograr cuando nos interesamos más por escuchar que por hacer prevalecer nuestra propia voz tendría que ir.
La música, como el fútbol y para citar por enésima vez a Jorge Valdano, “ es lo más importante entre las cosas menos importantes ”. Y aunque decirlo no remedia absolutamente nada, se perdió la oportunidad de escuchar y ver la guitarra de Tom Morello, el bajo de Tim Commerford y la batería de Brad Wilk haciendo bramar canciones como Take the Power Back , Bulled in the Head o Bull son Parade ; a B-Real de Cypress Hill y Chuck D y DJ Lord de Public Enemy arremetiendo con fraseos y escraches y no a manera de un reemplazo de Zack de la Rocha sino haciendo su propio aporte al show y al repertorio; y de ñapa algunos de los mejores himnos de Cypress y de Public como How I Could Just Kill a Man , (Rock) Superstar , Shut 'Em Down y Fight the Power , tocados a la vez por esos tres integrantes originales de Rage Against The Machine.
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