Los medios de comunicación enfocados en contenidos musicales han sido vitales para contar la historia y el desarrollo de las escenas en América Latina. En esta entrevista revisamos los retos y dificultades de hacer periodismo musical en un país como Cuba.
Por Sebastián Peña | @SebasNews
No es un secreto que cada vez existen menos medios de comunicación con grandes equipos de trabajo. El periodismo está en crisis desde hace rato. A pesar de ello, siguen existiendo proyectos cuya misión es mostrar, a pesar de las adversidades, el panorama artístico que nos rodea.
Geográficamente, Cuba está ubicado en Las Antillas del Mar Caribe y es reconocido como un país latinoamericano. Sin embargo, la historia muestra que esa república ha estado desconectada de lo que ocurre en la región en muchos sentidos.
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El país que tiene como capital La Habana es reconocido por su riqueza musical y el aporte que sus artistas migrantes le han hecho a la industria fonográfica de Hispanoamérica. Mejor conocidas que la realidad política de Cuba son las canciones de Celia Cruz, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, La Lupa y hasta Camila Cabello. Y sin duda esa cargada historia cultural ha detonado cambios en el siglo XXI.
Esa evolución y desarrollo musical ha tenido el apoyo de la revista digital AM:PM que significa América Por Su Música, un proyecto que nació en 2015, pero que desde 2018 es un magazine enfocado en resaltar los procesos artísticos de Cuba con entregas especiales.
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Este proyecto se mantiene, como decimos coloquialmente en Colombia, por amor al arte y tiene muchos retos para continuar con vida .
Rafa G. Escalona, periodista de formación, es su director y la cabeza de un equipo de trabajo en el que hay abogados, ingenieros, diseñadores, melómanos y, en general, seguidores de la música. Hablamos con él sobre la manera en que hacen su trabajo, pese a las trabas que hay en el camino.
Conozcan el portal AM:PM | Descarga de música cubana.
Para empezar hablemos brevemente del inicio de AM:PM
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Desde 2015 empecé a trabajar con dos compañeras en AM:PM, que fue un evento que organizábamos enfocados en la industria musical, un espacio de intercambio para los profesionales de la música de Cuba con la región porque sentíamos que el país ha estado un poco de espalda a nuestra propia región.
Siempre hemos tenido conexión histórica con España y Estados Unidos, pero en términos de industria nos hemos desconectado de los procesos del continente y nos parece que ha habido un auge interesante en el sector independiente.
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Nosotros, como país subdesarrollado, debemos aprender mucho de las experiencias y no pensar tanto en términos transnacionales. Con eso en mente hicimos ese proyecto que anualmente tenía temas específicos. Después de un tiempo, decidimos que era hora de dejar el sueño porque se nos hacía muy complicado de gestionar por falta de apoyo.
Como periodista tenía la espinita de que existiera un medio dedicado exclusivamente a la música y gestioné la idea de lo que en 2018 se convirtió en Magazine AM:PM, la revista digital con una visión lo más política posible, interesados no solo en lo artístico sino en todos los procesos como la producción, distribución, consumo e impacto sociológico que tiene la música.
¿Cuáles son los mayores desafíos que se enfrenta un proyecto independiente como AM:PM?
El principal problema que enfrentamos es una premisa que tenemos en nuestro país. La legislación vigente no reconoce la existencia de medios fuera del margen de las instituciones del estado, por lo tanto, cualquier medio o proyecto que desee constituirse como tal es ilegal. Eso tiene un montón de implicaciones dependiendo el tipo de medio que sea, pero en nuestro caso nos invalida hasta cierto punto ser un interlocutor legitimado con el resto de los actores. Aunque por suerte la música tiene un carácter independiente que nos permite trabajar y dialogar de forma amplia con músicos, productores y las empresas del estado.
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¿Sin ese reconocimiento legal cómo es para ustedes poder hacer alianzas con empresas o crear campañas para financiarse?
No se nos permite tener un estatus legal que nos deje tener una figura jurídica para poder aplicar a fondos de cooperación o a proyectos de intercambio que suelen tener los gobiernos que pueden subvencionar determinados proyectos o para poder tener algún tipo de patrocinio con las grandes empresas que funcionan en Cuba. Por ejemplo, una empresa grande de cerveza que quisiera establecer un convenio con nosotros no puede porque la revista no tiene una figura legal a la que ellos le puedan establecer un contrato publicitario. Esa es una gran desventaja, como pueden suponer, lo que nos obliga a ser extremadamente creativos.
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¿Eso quiere decir que el proyecto se mantiene de esfuerzos del equipo de trabajo?
Para poder hacer funcionar a la revista lo hacemos desde fondos y recursos propios. La redacción ha sido la casa de algunos de nosotros, algunos miembros fijos del equipo no cobran y hacen unas cosas en su tiempo libre, teniendo un trabajo principal que es el que le permite sobrevivir.
Es un ejercicio de imaginación tremendo tratar de enganchar algún tipo de cooperación con algunas embajadas para que de ese fondo del proyecto que se haga algo que termine tributando en el fondo de la revista.
Al entrar a la página aparece de inmediato un anuncio que invita a hacer donaciones para la revista, ¿cómo funciona ese aporte?
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La donación es algo en lo que hemos ido creciendo, pero que hasta ahora tiene unos números bastante modestos. Otro de los problemas que tenemos es que no hay pasarelas de pago muy desarrolladas y no hay cultura de la donación. Vivimos en un país en el cual todas las estructuras económicas han funcionado históricamente a través de la subvención del estado y entonces la gente no apoya proyectos porque esencialmente el Estados se encargaba de que los teatros fueran muy baratos, de que los escritores vivieran bien así escribieran mal, bien, peor, mucho o poco.
Esas cosas están cambiando tanto desde el punto de vista cultural como del punto de vista tecnológico. Nuestras donaciones provienen de amigos, personas que les interesa el trabajo de la revista y que viven fuera e inventamos maneras de que ese dinero llegue a Cuba.
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Navegando en el sitio también se ven unos paquetes de Patreon. Por ejemplo, si yo que estoy en Colombia los leo y deseo aportar, ¿cómo hacen ustedes para que les lleguen los recursos entendiendo las falencias que tiene Cuba en las pasarelas de pago?
Ahora mismo cómo funciona nuestra cuenta de Patreon es que tenemos un amigo que gestiona esa cuenta y recibe ese dinero que entra. En algún momento encontramos una persona amiga que viene para Cuba o lo que sea y nos hace llegar ese dinero. Por el bloqueo económico las pasarelas de pago internacionales están bloqueadas para Cuba, aquí no se puede usar ninguna. El dinero esencialmente puede venir en cash de esta manera.
En AM:PM hay entregas especiales y trabajos extensos sobre la industria musical en Cuba, ¿cómo es el proceso de trabajo y la forma en que eligen los temas a tratar o los discos a reseñar?
Somos un consejo editorial de cinco personas que tenemos formaciones variadas. Hay periodistas, abogados, coleccionistas de vinilos y lo que hacemos es hacer una gran reunión a principio de año con nuestra amplia red de colaboradores porque prácticamente somos la única revista con enfoque analítico, porque no publicamos noticias. Hacemos reportajes especiales, entrevistas y reseñas. En esa reunión debatimos cuáles son los grandes focos editoriales, como por ejemplo en 2019 y parte del 2020 concentramos esfuerzos en el papel de la mujer en la industria de la música. Para este 2021 vamos a estar trabajando con el tema de los datos de la información que en Cuba es un gran problema porque no hay acceso a información de la industria, ni sistemas digitalizados. Es complejo imaginarse una foto de cómo es la industria de la música aquí. En el día a día nos proyectamos trimestralmente pensando en este tipo de trabajos que busca aportar una luz sobre procesos específicos de la producción, distribución o consumo.
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¿Cuáles falencias han encontrado en el flujo de trabajo?
Siempre tenemos algunas insatisfacciones. Por ejemplo, Cuba es el gran hogar de la rumba y no hemos logrado encontrar colaboradores que estén sistemáticamente trabajando sobre ello, aunque algunas reseñas de rumba han salido. Tratamos de hacer ese balance genérico y nos han acusado, y hasta cierto punto con razón, de cierto elitismo en los trabajos o los nichos a los que miramos, pero también nos parece que en un país con una cultura tan rica y con la explosión de lo digital, nos interesa resaltar proyectos que muchas veces no son tan visibilizados, lo que no significa que no conversemos de las cosas populares como salsa o reggaetón porque también están recogidos en nuestra revista.
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Actualmente los medios de comunicación se consumen principalmente desde los teléfonos celulares, pero entendemos que Cuba tiene falencias en las redes de internet, ¿cómo llega la gente a los contenidos de AM:PM?
Este es un fenómeno que lleva ya un tiempo. Somos digitales por dos razones. Primero, por una apuesta del equipo porque vemos que el futuro es digital, lo que no significa que no haya otras formas de difusión, pero la cultura digital es inevitable para el desarrollo humano. Segundo, el entorno digital es la vía más práctica para desarrollar un proyecto de comunicación como este en Cuba. Nosotros, al no estar entre los medios dentro de los márgenes del Estado, no tenemos acceso a impresión para hacer tiraje en Cuba, ni acceso a radio ni a la televisión. En los últimos 10 o 15 años en Cuba ha habido una explosión periodística gracias al progresivo acceso a internet.
¿En este momento es fácil el acceso a internet?
En los últimos 10 años ha habido un creciente acceso de la ciudadanía en Cuba, principalmente por los puntos de Wifi en zonas públicas y desde hace dos años a través de los datos móviles. Esto ha cambiado las reglas del juego porque antes era algo extremadamente minoritario y hoy es algo más común, a pesar de tener un precio prohibitivo para una parte de la población, pero otra parte está cada vez más dentro de las redes.
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¿Qué otras alternativas hay para que las personas tengan acceso a los contenidos que hacen?
Nosotros desarrollamos otros recursos de distribución. Tenemos un boletín semanal que hace un resumen y de recomendaciones de material en el mundo de la música más allá del trabajo de la revista. También la gente se puede suscribir y les llega a su correo electrónico los textos completos, por lo tanto no tienen que acceder de manera directa a la página. También tenemos un canal de Telegram que es una app muy popular en Cuba por las muchas funcionalidades que tiene, allí compartimos los textos y hay muchos jóvenes que viven esa experiencia de internet limitada a partir de la app. De manera trimestral hacemos un PDF que condensa los trabajos de la revista y otros inéditos, las personas se los pasan vía bluetooth o por medio de USB.
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Con todas estas limitaciones, ¿cómo pueden medir el impacto de la revista entre la población cubana?
Esencialmente por Analytics, pero tenemos claro que lo que nos muestra es una foto parcial del fenómeno. No consideramos que son números absolutos porque tenemos otras ventanas de consumo. Esa es una guía, pero sabemos que el consumo en otros formatos es muy grande también. Otra forma es la retroalimentación que nos hacen por redes sociales o cuando nos escriben sellos independientes o estatales para comunicarnos sus lanzamientos, también el hecho de que los artistas se acercan a contarnos sus proyectos. Todo es importante para nosotros.
Al ser una revista digital, también entran a ser un medio de comunicación del mundo. ¿Qué tanto impacto internacional ha tenido AM:PM en estos años?
Ese es uno de nuestros puntos más débiles y debo ser honesto. La revista ha encontrado eco de forma individual por la relación con los periodistas que son cercanos y se acercan al trabajo que hacemos. Eso es algo que nos gusta mucho, pero a nivel de lector común no es lo más habitual.
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Nos interesa ampliar ese círculo de lectores, porque actualmente nuestro público de fuera es la comunidad cubana que emigra principalmente a Estados Unidos o España y algunos pequeños nichos de personas que nos han encontrado, pero aún no logramos romper el cerco de reconocimiento que sería provechoso. Sabemos que hay muchas personas en el mundo que están interesadas en conocer y discutir sobre la música que se hace en Cuba, aún nos falta dar ese salto internacional.
¿De qué manera afectó la llegada de la pandemia el trabajo de ustedes y la movida musical en Cuba?
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En nivel operativo no nos afecta porque al ser digitales seguimos funcionando a pesar de las medidas de restricción, pero de cara al objeto de nuestro trabajo ha tenido un impacto importante porque no hay conciertos, ni presentaciones en vivo, las salas de teatro dejaron de funcionar, los festivales se dejan de hacer en su sentido tradicional.
Por suerte fueron llegando iniciativas que cambiaron las reglas del juego. El proceso de entrar al universo de internet a veces puede ser traumático como les pasó a muchos artistas en Cuba que no tenían ninguna personalidad en redes sociales y de repente esa se convirtió en la única ventana de comunicación con su público. A algunos no les importaba ver cómo se comportaba su música en entornos digitales y en el último año se dieron cuenta que esa era la única manera de ver el impacto de lo que hacen. Desde mi punto de vista ha sido positivo porque a pesar de lo negativo de la pandemia, ha permitido incorporar en los artistas unas herramientas que los conecta con lo que sucede a nivel global.
Lo mejor de la música independiente es que tienen la fortuna de poder ser contestatarios contra las realidades que se viven en nuestros países en vías de desarrollo, ¿qué tan comprometidos están actualmente los músicos cubanos en ser esa voz de protesta?
Si tengo que hacer una valoración general diría que poco. Yo creo que a la música popular en Cuba le ha faltado mucho ese empuje que al final es un reflejo de la sociedad, o sea, en conversaciones con amigos sale la idea de que nos han estripado la idea protestar y levantar cabeza como ciudadanos, y eso que es extensivo a toda la sociedad incluye a los creadores de música. No es que no haya particularidades de músicos que tengan un sentido o conciencia de la situación y lo lleven a su arte, pero sigue siendo muy minoritaria.
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¿Qué artistas cubanos recomienda para entender la música actual cubana?
Chocolate MC, Telmary, Daymé Arocena, Cimafunk, Yissy García, Havana D' Primera, Osaín del Monte, Leoni Torres, DJ Unic y Septeto Santiaguero.
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Para leer | Rafa G. Escalona recomienda cinco artículos del portal AM:PM
1) Los Casetes de AM:PM – ¿Bad Bunny perrea solo?
2) En cada cuadra un festival
3) El Evangelio según San Choco
4) La estirpe Hierrezuelo: entrevista a Reinaldo y Caridad
5) Discos y singles que marcaron los últimos 20 años de la música cubana
¡La música nos une!