Este 17 de mayo presentaremos a través del canal de YouTube de Shock una función única en vivo de Huella y camino: Kraken, la historia , el primer documental que aborda la historia de la banda más representativa del rock duro en el país. A propósito de la proyección, conversamos con su director, Alexánder Giraldo.
Por William Martínez // @MartinezWill77
Es muy probable que Kraken sea la banda de rock más documentada en Colombia. Sobre ella hay un libro, Kraken 30 Años , escrito por Rafael González Toro. Hay un tributo nacional (2004), donde participan 14 bandas, y uno internacional (2008), donde participan 30 bandas de España y América Latina. También un DVD, La fortaleza del titán (2014), que fue filmado con 22 cámaras, y un documental, Huella y camino: Kraken, la historia (2020), dirigido por el caleño Alexánder Giraldo. A pesar de todo esto, vale la pena preguntarse si hemos entendido cómo esta agrupación logró lo de pocas en Colombia: vivir del rock sin fallar a sus convicciones.
Para responder esta pregunta, buscamos a Alexánder Giraldo, quien siguió los pasos de Elkin Ramírez y la banda durante dos años para narrar su origen y explicar su trascendencia en un documental que se iba a estrenar en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias – FICCI, e iba a contar con la presentación de Kraken, pero cuya gala fue cancelada cuando la OMS declaró al nuevo coronavirus pandemia global. Giraldo, también director de los largometrajes 180 segundos (2012) y Destinos (2016), expone cinco razones por las que Kraken, en su opinión, consiguió vender decenas de miles de discos sin sacrificar su independencia.
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EL PESO DE SER PIONERO
Kraken quedará inscrita en la historia como la banda pionera del rock nacional. La que cortó la maleza y descubrió el camino por el que las demás avanzaron. Giraldo recuerda que fue la primera en grabar —aquel demo de 1986 en el pequeño estudio del librero Pablo Tureaú y luego su primer álbum, Kraken I , que vendió cerca de 50.000 copias en pocos meses—. También fue la primera en girar por el país y fuera de él. En 1988 inició en su ciudad natal, Medellín, y después visitó Bogotá, Manizales, Pereira, Armenia, Cúcuta y cerró en Cali.
Tres años más tarde, en el 91, fue contratada por primera vez para tocar fuera de Colombia, en el Poliedro de Caracas, ante unas 20.000 personas. “También fue la primera en repensar el rock colombiano junto con una orquesta filarmónica, en desarrollar discos conceptuales y en hacer de una banda de amigos un emprendimiento creativo rodeado de todo un equipo para su propio funcionamiento (asesores en mercadeo, fotógrafos, auxiliares técnicos en escena, entre otros)”, dice Giraldo.
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ELKÍN RAMÍREZ, UN PESCADOR OBSTINADO
“Todo lo que hizo Kraken, incluso parte de lo que ocurre en el presente, es gracias a su fortaleza y convencimiento. No hubo un solo proyecto que no naciera de eso”, cree Giraldo de Elkin Ramírez, el legendario líder de la agrupación. A finales de 1983, Ramírez fue invitado a un ensayo de una banda joven que tocaba covers de Judas Priest y Iron Maiden. No solo su vozarrón inquietó a los integrantes, también lo hizo su larga melena, su porte serio y sus opiniones breves y certeras. Cuando ese rockstar decidió unirse a la banda, asumió su dirección. Propuso un nombre. Y también un camino empedrado a partir de composiciones propias y no de tributos.
“Hacer discos de heavy metal y rock progresivo entre 1987 y 1994 en Colombia era todo un hito, incluso en gran parte de la región. En 1993, Elkin pensó en hacer un disco conceptual con el tema de la defensa de las raíces latinoamericanas, Kraken IV: Piel de cobre (inspirado en la novela Azteca, del escritor estadounidense Gary Jennigs), y convenció a la disquera de publicar algo tan experimental en ese momento”, cuenta Giraldo. Por otro lado, luego de buscar sin éxito a la Orquesta Filarmónica de Medellín, Ramírez convenció a la de Bogotá para hacer juntos un disco y una serie de conciertos. Hasta la fecha, el concierto Kraken Filarmónico se ha hecho en seis ocasiones.
UNA CONSTANTE REINGENIERÍA
Para Giraldo, una buena parte en la inmensa acogida que tuvo Kraken se debe a que la agrupación hizo discos en los momentos justos. Y en esto fue crucial su deseo constante de reinvención. Entre 1987 y 1990 produjo tres álbumes ( Kraken I , II y III ), los cuales coinciden con el sonido del heavy metal y el rock progresivo en el mundo. “Un sonido complejo, lírico y armonioso”, define Giraldo. El director apunta, además, que la llegada de Kraken IV: Piel de cobre (1993) coincidió con cierta mirada del rock a lo latino que empieza a desplegarse por todo el continente. “Es la mirada sonora al uso de instrumentos autóctonos, incluso a la combinación del castellano con lenguas nativas americanas”.
El método de Kraken consistió en dialogar con la corriente mundial del heavy y del progresivo, actualizó su sonido, añadió elementos sonoros y temáticos locales y esquivó lo que se ponía de moda en Colombia. Esto último lo hizo tomando distancia del rock en español durante los años ochenta, autodenominándose como rock nacional y desoyendo el estruendo global del grunge y del rock alternativo durante los noventa. “De hecho, en Kraken V: El símbolo de la huella , la banda no vio lo que ocurría en el mundo y eso casi le costó la vida. Elkin aprendió de ello”, considera Giraldo.
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Elkin Ramírez, el respeto por la escena
AUTOGESTIÓN PARA NO DESAPARECER
Kraken firmó con el sello Codiscos en 1986. Sin embargo, nunca le abrían espacio en los estudios de grabación, siempre reservados para El Binomio de Oro, el Grupo Niche y Los Diablitos. Después de un año de insistencia, Carlos Acosta, el primer mánager, consiguió un fin de semana con puente para grabar en formato 45 revoluciones los temas Todo hombre es una historia y Muere libre , que conformaron el primer demo de la banda. Esa fue la primera señal de advertencia: si Kraken no se independizaba, su velocidad de producción y el sonido que estaba cultivando correrían riesgo. Después del Kraken V: El símbolo de la huella (1995), la banda renunció a las disqueras.
Ramírez creó Athenea Producciones y el resto de álbumes salieron bajo ese sello. “Era una manera de sacudirse del dominio de esa industria y de asegurar sus creaciones como propias, cosa que no ocurrió en los primeros cinco discos”, analiza Giraldo. Esta decisión, para el director, terminó separando a Kraken de la mayoría de sus contemporáneas. “Si tú revisás el rock en Colombia encontrarás que, a excepción de las bandas de metal extremo, buena parte de las bandas que nacieron tocando rock pesado se vendieron al mejor postor. A mediados de los noventa comenzaron a hacer discos alternativos, hablando de temas complacientes, sonando más en la radio e incluso haciendo remixes con música popular. Jugaron a ‘llegar a todos los públicos’ o a ‘no encasillarse’. Lo que hicieron en el fondo fue seguir tendencias para no desaparecer. Desde mi óptica, Kraken no jugó a eso. Tuvo que hacerse autosostenible para continuar con el sonido en el que creían”.
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MANTENER VIVA LA LLAMA
Giraldo me cuenta que, en la década del ochenta, las bandas latinoamericanas de heavy metal encaminaron sus discursos hacia la defensa de lo latino y la lucha social .
Rata Blanca, en Argentina; Gillman, en Venezuela; Kraken, en Colombia, entre otras,
afianzaron un sonido clásico, construyeron el concepto de rock nacional y recibieron la venia de una legión de fanáticos. El rock nacional se alejó de la narrativa mainstream soportándose en la autogestión, en sus seguidores y manteniendo un discurso rebelde contra el sistema.
“Para Elkin y Kraken, esa idea de no vender sus ideales, de generar un discurso y de poder conversar con sus fanáticos sobre lo que les pasa en sus ciudades significa rock nacional. Para ellos, no se trata de seguir tendencias, se trata de manetener viva la llama de un concepto, el rock nacional”.
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