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La lógica del escorpión de Charly García: tu héroe tiene miedo, pero sonríe

Charly García puso un veneno extraño en La lógica del escorpión. Uno que droga con feliz nostalgia y aterroriza con existencialismo.

Chasrly García en concierto
Charly García en vivo el 21 de mayo de 2010 en Buenos Aires, Argentina.
//Fotos de Gustavo Muñoz/LatinContent via Getty Images

La lógica del escorpión es el trigésimo álbum de estudio de Charly García en 52 años de carrera. Las 13 canciones que cocinó a fuego bajo por 7 años son un retrovisor y una declaración. Charly no entiende nada de este mundo ni del que viene ni del otro, pero le basta con entenderse a sí mismo.

Para unos, el chuzón del último disco de la máxima figura viva del rock en español —y podría borrar lo de “viva” sin titubeos— genera de primerazo la frustración de quienes solo se permiten escuchar decadencia en los últimos veintiséis años de su discografía.

A otros, el aguijón del fanatismo los hará delirar y decir que La lógica se encuentra entre los mejores discos de alguien que hizo, entre otros, Clics Modernos, Piano Bar, Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, Películas o La Grasa de las Capitales.

Pero si la sal no sala, el veneno no envenena.

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Este disco es la mejor versión de este Charly del que tantos se preguntan “¿cómo es que sigue vivo a estas alturas con la vida tan loca y excesiva que vivió?”. En especial porque, dentro de su catálogo, puede que La lógica del escorpión sea uno de sus discos más directos, vulnerables y triunfales.

Burlándose de nuestra manera de apreciar los álbumes usualmente, Charly nos obliga a escuchar, primero, desde el aprecio por su obra en general; después, desde la despedida que nos hace al aceptarse como un hombre viejo y frágil parado ante la muerte. Hablemos de ambas cosas.

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Charly ya no reza por vos


Ni siquiera parece que Charly rece por alguien hoy en día. En cambio, maldice en oraciones como estas:

Dios te ha dejado solo, como internet”, “Dios creó todo el universo y también al Ku Klux Klan (Ah) Muchos pobres, pocos ricos, ellos nunca van a entrar”, “Porque tengo miedo de América, tengo miedo de Dios / De noticias histéricas, y de mí y de vos / Tengo miedo de América, miedo de ser feliz / Tengo miedo de réplicas, que nos sacan de aquí.

Ni en las canciones sobre la dictadura o la guerra por las Malvinas escuché a un Charly tan existencial, tan asustado y, sobre todo, tan confundido.

Valle del futuro es un oscuro callejón / Tierra del mañana vende el alma en un billón

Siendo un hombre que ha visto a la muerte a los ojos tantas veces y por tanto tiempo, hace notar que, en esta ocasión, sí siente en la nuca su invitación a bailar.

Ese contraste entre el Charly que le gritaba a sus detractores “Están muertos” en “No Toquen” y este, que sabe que pronto se unirá y no tocará más, es la peor picadura.

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“Te esperaré de pie / Cuando el frío te traiga aquí /Otra vez, como antes”, canta en “Te Recuerdo Invierno”

Ahora que está viendo las puertas a ese otro mundo, el dios que antes trató con reverencia o escepticismo aparece como traidor. Lo ve en el mundo que no entiende, lo escuchamos en la vigencia de “Juan Represión” (que perfectamente podría ser un retrato de Iván Duque durante el estallido social).

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¿Cómo encontrarse con un dios así? ¿Se le rebelará allá también como lo ha hecho contra todo y todos? ¿O es esta su rebeldía?

Y aunque no pierdo la esperanza/ A veces con vivir no alcanza/ Voy a tomar un poquito más/ Aquella medicina number nine

La desesperanza de Charly, la frustración por lo mundano y decadente de todo a su al rededor, siempre lo han dejado contra las cuerdas y solo con la música de su lado. Y ahora se admite incapaz de pelear más por hallarle sentido a un mundo que, sin juzgarlo, simplemente lo supera:

La grieta entre los humanos / Se hace cada vez más grande/ Los chicos quieren ser chicas/ Las chicas quieren ser grandes

La verdadera canción para mi muerte


Nadie culpa a los que no aguanten la disonancia cognitiva que genera que la voz dulce, filosa y veloz de Charly ahora sea tan oxidada, pesada, aparatosa. Pero esta es la versión de esa voz actual que más ha estado cuidada por coros de apoyo y fino cuidado de producción.

Y para esos nostálgicos es para quienes más está pensado el disco. La lógica del escorpión honra al camino recorrido, incluso antes de que empezara su carrera como profesional.

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Eso se ve en tres gestos de profunda humildad que conmueven porque la figura de Charly es abordada con fervor maradoniano, que nos hace olvidar que él mismo tiene héroes:

Uno es el cover de su inspiración desde pequeño, John Lennon, en “Watching the Wheels”.

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Otro es “El club de los veintisiete”, con sus referencias a artistas extranjeros que lo marcaron, que ya murieron y que él no puede esperar para abrazar en la otra vida.

El tercero es el ominoso sample con el que los Beatles construyeron “Revolution°9”, y que aparece al final de “La Medicina N°9”.

En ese ultimó tema suena la melodía que ya tocaba Charly en “El rap de las hormigas”. A lo largo del disco, suceden otras referencias, como en “Estrellas al caer”, que gira en torno a la melodía de la voz de Charly en “Chipi-chipi”. La más poderosa es “Juan Represión”, una reversión de la canción que hizo para el disco Pequeñas anécdotas sobre las instituciones de Sui Generis.

Quizás sea demasiado fan service para algunos, pero el veneno del escorpión hace bien su trabajo y manda a cualquiera derecho a revisitar esos temas clásicos y otros.

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Pero lo más bonito de esa mirada de retrovisor es un gesto que aprendió del amigo y conspirador que fue el ying de su yang:

Cuando Spinetta se iba a retirar de la música, realizó el mítico concierto “Spinetta y las Bandas Eternas”, en el cual convocó a casi todos sus colaboradores de toda su carrera para un show de más de tres horas.

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En La lógica, Charly enmienda parcialmente el literal incendio que causó y que dejó al mundo sin disco colaborativo entre ambos reviviendo su voz para “La pelícana y el androide”. También completa la vuelta olímpica con otros temas que canta de la mano de dos de sus compañeros de Serú Girán (David Lebón y Pedro Aznar) y de su discípulo, Fito Paez.

Esa picadura sí llega al corazón. Esos personajes padecieron tanto la excentricidad de Charly que sería perfectamente comprensible que no le dirigieran la palabra. Pero en cambio están allí, de su mano, demostrándole a él y al mundo que si se es fiel a uno mismo nunca se estará solo.

charly garcia la logica del escorpion portada album
Portada del álbum La lógica del escorpión de Charly García
// Sony Music Argentina

La lógica del escorpión se trata de Charly García compartiéndonos su veneno, como hizo el animal de la fábula cuando traicionó a la rana que lo ayudaba a cruzar el río. O es un disco para hacernos ver que todos traemos ese veneno adentro, que el mundo nos clava repetidamente su aguijón y que habrá que perderse en la profundidad del río. Solo hay que decidir con quienes y si hacerlo con una sonrisa.

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Charly García es como el mundo: teme y ríe mientras se hunde. En el 2000, cuando saltó por la ventana del noveno piso de su hotel, les dijo a los reporteros que simplemente se sintió “frío y después mojado”.

Pero en la caída de Charly al final, en el precipicio, no hay piscina. Y donde parece que todos nos vamos a caer y morir, Charly emprenderá vuelo.

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Como los dinosaurios, su legado no va a desaparecer, y lo más potente es la confianza con la que su Lógica del escorpión expresa que él mismo ya lo sabe.

***

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