“'Se va a llamar Martín Elías y va a ser grande como mi tío. El gran Martín Elías será’, dijo Diomedes cuando nací. Porque mi papá tenía un tío llamado Martín Elías Maestre, acordeonero de gran influencia en su trabajo y en homenaje a él me puso su nombre. Le sumó ‘El gran’ y así me quedé”.
Por: Jenny Cifuentes (@Jenny_Cifu)
Martín Elías, el cantante heredero del Cacique de la Junta creció siendo testigo del fenómeno sonoro que fue Diomedes y de la audiencia enardecida que seguía a su padre. Dejó más de siete discos publicados y varios galardones (entre ellos un Premio Shock) y miles de seguidores que se codifican bajo el rótulo de “Martinistas”.
A punta de trabajo y talento se instaló en altos peldaños de la nueva generación del vallenato y muchos lo veían como “el elegido”.
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A sus 25 años, su carrera se impulsó cuando se reunió con Rolando Ochoa, su anterior acordeonero y firmó con Sony Music , el sello en el que su padre marcó la historia de la música y de las ventas de discos en el país.
“Veníamos en un coqueteo hace cuatro o cinco años pero por condiciones de contrato con su anterior compañía no se había podido materializar. A raíz de la muerte de Diomedes empezamos a hablar de nuevo, incluso el mismo Cacique ya se lo había sugerido. Martín no llegó a ser nuestro artista por ser hijo de Diomedes, sino porque ha tenido una carrera vertiginosa, mucho carisma y sonido propio .”, dijo Guillermo Mazorra, A&R de Vallenato y Tropical de la disquera.
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Con un agitado expediente Martín Elías se encumbró con la sencillez que lo caracterizaba. Lo afirmó en los versos de su composición La Historia Continúa :
“La herencia que me ha dejado, que me la dejó papá, fue defender su legado porque nací pa´ cantar. Y les dejó dicho a ustedes como me dijo a mí un día, como existe un gran Diomedes, va existir Martín Elías”.
…
A principios de 2015, cuando su carrera se encumbraba, dos años antes de su muerte, El gran Martín Elías nos contó su historia.
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¿Recuerda la primera vez que cantó en una tarima?
La primera vez que subí a la tarima fue a los seis años cuando mi papá me puso a cantar en un concierto en Valledupar. Canté un versito.
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Me acuerdo que estaba en el escenario mi hermano Rafael Santos - quien aún no había grabado discos- y también un hijo de Jorge Oñate.
Entonces mi papá puso a cantar a sus hijos y a los hijos de Oñate. Fue mi debut con un micrófono.
Y ¿cómo despegó en la música?
Arranqué a los 11 años con un proyecto que armó mi tío Elver Díaz, el grupo La Familia de Diomedes. Duré junto a ellos tres años y grabé unos temas. Iba dando pasitos.
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En 2004 participé en el Festival de la Leyenda Vallenata como vocalista del acordeonero Fernando Rangel quien se coronó Rey en esa ocasión en la categoría juvenil. A los 16 decidí arrancar mi carrera profesional.
Cuando tomé la decisión de trabajar en la música lo primero que hice fue buscar a alguien que me asesorara en la parte legal, un manager. Armamos un grupo y decidimos que el productor y acordeonero fuera Rolando Ochoa, el hijo de Calixto, así surgió nuestra unión en mi primer disco.
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Fue una experiencia bonita, Rolando me dio mucha fuerza porque en ocasiones me sentía desanimado, como deprimido.
Era apabullante ser hijo de una estrella y querer sacar un disco. No porque no contara con el apoyo de mi padre sino porque desde pequeñito me ha gustado ser independiente y no fue mi estilo buscar su ayuda.
O sea que para iniciar su carrera, ¿usted nunca le pidió ayuda a Diomedes?
No. Todo lo hice solo. Así he funcionado siempre y me ha ido bien. Mi padre me daba consejitos por ahí, pero yo no me le metía mucho porque como te conté, no era mi estilo que mi papá me ayudara, sino ser yo mismo.
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En materia musical él y yo fuimos muy independientes. En ningún momento me dio por decirle: papá ayúdame con una disquera. Con mi grupo siempre caminamos solos en los pueblos del Cesar, en la Guajira, hasta gratis nos presentamos con el fin de que la gente nos conociera. Desde que despegué en la música nunca le pregunté nada.
Él a veces salía de forma espontánea con alguna observación y obvio que yo la acataba, y aún recuerdo sus apreciaciones porque hay que aprenderle mucho al profesor.
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Al inicio me sentía deprimido porque no había grabado y hasta sentía a la gente aburrida en mis presentaciones, y poco a poco les fue gustando mi canto. Ha sido difícil.
Me ha tocado duro pero no me arrepiento de nada. Si no hubiese pasado por ese camino de pronto no tendría lo que tengo ahora que es un poco más de dedicación en este arte.
¿Usted decidió ser cantante motivado por la carrera de su padre?
Él no quería que ninguno fuera cantante, pero fue lo que me gustó. Yo le agradezco a Dios y a mi padre, porque si su talento no hubiese sido un espejo tan grande para mí, yo no hubiese sido músico.
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Desde pequeños, mi papá nos llevaba a mis hermanos y a mí a los conciertos, a las ruedas de prensa, etc.
Crecí viéndolo cantar, en videos, en fotos en los periódicos, en programas de televisión, y ¡claro! uno pequeño quiere coger el camino del papá. Yo desde chiquitico viéndolo actuar, pues cantaba sus canciones.
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Me acuerdo que me aprendí varias suyas entre ellas Mi Primera Cana y El 26 de Mayo. Yo escogí la música pero no lo hice para ser un reemplazo de mi papá. Es mi pasión, desde chiquito me nació cantar y es lo que me apasiona.
¿A los 16 hacía presentaciones?
Era muy difícil porque yo estaba en bachillerato, me quedaba complicado alternar las dos cosas, aunque lo podía hacer porque uno empezando no tiene muchos contratos y me acomodaba.
Ponle que en un mes hacía tres presentaciones regionales, no era muy complicado, y como no había grabado lo que cantaba eran las canciones de mi papá, entonces cuando terminé el bachillerato empecé a trabajar en un repertorio propio y a grabar en forma.
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Ya cuando lancé mi primer disco en los shows tenía que alternar los temas de mi padre con los míos. Y todavía, siempre hago una tanda para los seguidores de Diomedes. Soy el fanático número uno de mi padre y siempre lo seré.
¿Debutó con disquera o independiente?
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Mi primer trabajo lo grabé con el sello Fuentes, el segundo con Codiscos. Luego hicimos un sello independiente con Rolando que se llamó Rastafari Music con el que también publicamos material, el disco Cosa de Locos.
Del disco sacamos como 5.000 copias y a pesar de que Valledupar está inundada de piratería, se vendieron. Más adelante seguí con Codiscos y Sony Music.
¿Viendo la carrera de Diomedes ha aprendido a lidiar con situaciones que se dan en la música?
Claro, mi padre es un espejo en el que me veo a diario porque fue ejemplar en el folclor. Fue un maestro. Es verdad que tuvo sus errores, no voy a tapar el sol con las manos, pero es el más grande.
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Apreciando su obra supe que lo importante es el cariño que uno le transmite a la gente cuando está en el escenario, esa es más que todas es la enseñanza que me ha dejado mi padre para librar estas batallas que se dan en el vallenato.
¿Cómo ha sido reencontrarse con Rolando Ochoa?
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Ha sido gratificante. Nos sentimos con más experiencia. Él vivió experiencias al lado de Silvestre Dangond, y yo al lado de Juancho De La Espriella momentos que me hicieron crecer en mi carrera. Con Juancho grabamos dos discos que fueron exitosos.
Ahora lo que sigue es trabajar con Rolando como veníamos haciéndolo hace años pero con más madurez.
¿Cómo quieren que sea su próximo disco?
Queremos grabar un álbum un poco al estilo de El Terremoto en el que se incluyeron temas como Ábrete. Desarrollar esa línea pero con unas canciones que te digan algo más profundo, más maduras.
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Ustedes hicieron una convocatoria vía web para nuevos compositores, ¿ya escogieron a alguno?
Hay un muchacho que no conocemos, que nadie le ha grabado y está preseleccionado. Esperemos que sea posible grabarle porque hay que respaldar también a los nuevos talentos en la composición.
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Cíteme algunos compositores que les han entregado canciones para su nueva producción
Omar Geles, Wilfran Castillo, Felipe Peláez, Aurelio Núñez y Tico Mercado.
Ahora que firmó con la disquera a la que pertenecía su padre y que muchos de los Diomedistas vuelcan los ojos hacia usted, ¿siente presión?
Siento un poco de carga en el sentido de que mucha gente quiere que todo se dé ya mismo. Que grabe, que haga shows, que crezca ya como mi padre. Él ya no está y entiendo a su público.
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A ellos les digo que quiero hacer historia en mi estilo, pero sin olvidarme de las raíces de las que vengo, de mi padre.
Espero que los seguidores de mi papá comprendan que yo no soy Diomedes y sé que nunca voy a llegar a serlo porque él fue un fenómeno musical irrepetible. Ojalá que me entiendan, espero poder ofrecerles un trabajo bien bonito y que les llegue mi música al corazón.
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Usted ya lleva un proceso en la música ¿quiénes han sido relevantes en su crecimiento como artista?
Rolando Ochoa que creyó en mí. Muchas veces cuando fui a grabar y ninguno quiso, Rolando estuvo ahí.
Luego cuando me separé de Rolando sentí que crecí un montón al lado de Juancho De La Espriella quien colaboró muchísimo en mi carrera. También mi padre con su imagen y conceptos, mi mamá Patricia Acosta y mi hermano Rafael Santos.
Para usted ¿cuáles serían tres íconos legendarios del vallenato?
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Jorge Oñate, Diomedes Díaz y Poncho Zuleta
¿Qué oye parrandeando?
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De parranda me gusta escuchar oyendo Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Los Hermanos Zuleta.
¿Piensa en que hay mucha competencia?
Yo no pienso en competencias, sino en hacer un buen vallenato que le guste al pueblo.