Con la aparición de su primer disco hace exactamente 25 años, el mundo musical mexicano y latinoamericano encontraba en Café Tacuba una banda que se convertiría en la banda sonora y la narradora de alegrías, dudas, angustias, amores y la cotidianidad de este lugar del mundo.
Por: José “¨Pepe” Plata // @owai / Foto: Getty
Para llegar a Café Tacvba , el disco, Café Tacvba, la banda, había tenido que llevar a cabo un proceso clave: tocar en el circuito under de Ciudad de México para ir así creando un público. Lo que comenzó bajo el nombre de Alicia ya no vive aquí (primer nombre del cuarteto) pasó a ser Café Tacuba (como un homenaje al café y restaurante típico ubicado en el número 28 de la calle Tacuba de esa ciudad). Posteriormente, la u fue reemplazada por la v, para evitar así disputas legales.
Ese circuito under incluía lugares como el L.U.C.C. (La última carcajada de la cumbancha), Rockotitlán, El hijo del cuervo, Bar 9, entre otros. Allí se iba dando a conocer un grupo que mezclaba lo europeo con lo mestizo. Un grupo en el que se podía pasar de un bolero o un son, a un punk divertido. Un grupo que reivindicaba lo mexicano pero no se apartaba de lo que lo había formado musicalmente. Reconocían el gusto por bandas como The Cure o The Smiths, pero también por el mariachi. Y un grupo que marcaba una diferencia frente a lo que en aquel momento existía con Caifanes, Los Amantes de Lola, Fobia y La Maldita Vecindad.
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Si bien cada uno de ellos había aparecido a fines de los ochenta y ya habían presentado discos, los tacubos recién presentaron su debut sonoro en 1992. La banda tuvo que formarse tocando para que así se fijara el sello Warner y decidiera apostar por ellos. Era un secreto bien guardado que tanto la prensa como el público rockero mexicano querían un disco de la banda desde 1991. Pero este no se daba, y si bien aparecían en radio, prensa y televisión, la primera placa no se había grabado y tomaría tiempo hacerlo.
Afortunadamente ya había nacido una alianza humana y sonora con alguien que ha sido decisivo en la carrera de la banda: el productor y músico argentino Gustavo Santaolalla. Con él en los controles y los tacubos en el sonido; la química sonora hacía explosión.
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Los tacubos ya tenían un repertorio sólido y distinguido que comenzó a ser grabado en 1991 en los estudios de la compañía Polygram en la capital mexicana. El trabajo de las bases musicales comenzó allí y culminó en la ciudad de Los Ángeles en los estudios de Santaolalla.
Mientras se lanzaba, la banda escalaba mejores lugares en su vida artística. Las presentaciones se hacían cada vez más grandes y la república mexicana los pedía de punta a punta. Cuando aquel 28 de julio apareció su primer disco, lo que vino después fue la fama misma. Vendieron cincuenta mil copias en pocas semanas y el disco se convirtió en una prioridad para la compañía Warner. Se hicieron prensajes además en Guatemala, Ecuador y Colombia. (Un ejemplar la edición colombiana está en discogs.com por 250 dólares, unos 750 mil pesos)
Tan solo tenían un disco pero ya no se podía dar un paso atrás: eran dueños de una música tan auténtica y distinta que las etiquetas fueron absurdas. Se decía que lo que hacían era etno-tecno, punk agropecuario y hasta cyberpolkas. Mientras se debatía esto la banda no paraba de sonar en su país y se expandía por el continente. Porque a través de las 13 canciones que la banda ofrecía se daba a conocer una historia que hoy tiene veinticinco años. Y fueron esas canciones las que sonaron así:
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1. Noche oscura
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Una divertida descripción de la movida subterránea del DF. Un contraste entre los góticos y los mariachis de esa gran ciudad.
2. Las batallas
Un suave son en el que se rinde un homenaje al libro del escritor José Emilio Pacheco llamado Las batallas en el desierto publicado en 1941. En él se cuenta la historia de un México se acerca a la modernidad y cómo un niño se enamora de la madre de su mejor amigo. Es un clásico de su repertorio.
3. Las persianas
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Una detonante polka que nos habla de los amores perdidos. Y en ella se puede escuchar además uno de los sonidos más apreciados por la banda; el de la melódica que Meme interpreta y que ha estado presente en muchos de sus discos.
4. Rarotonga
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Este es un homenaje a una tira cómica legendaria que comenzó a ser publicada en 1951 bajo el nombre de ¡Tabú! Los tacubos crecieron con ella y es una tira que cambió su nombre en 1978 a como se conoce actualmente.
5. María
La clásica canción que nos habla de esos personajes tacubescos tan comunes como silvestres. Aquí nos cuentan la historia de una mujer que recorre la ciudad y se pierde en sus recuerdos de un amor que no volverá.
6. Cometer suicidio
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Aquí el tema tabú de una muerte por voluntad propia es jocosamente descrita en intentos fallidos de morir, pero para hacerse notar.
7. La chica banda
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Esta es la perfecta descripción de ese contraste entre lo moderno y nativo, describiendo a una de las clásicas chicas alternativas de aquel momento. Las que iban a los bares a ver bandas, pero no podían negar sus ancestros mexicanos.
8. El catrín
El turno ahora es para describir a uno de esos personajes clásicos de la ciudad; el seductor de tiempo atrás, el picaflor de la ciudad que enamora con su elegancia y cortesía. Pero que se está muriendo poco a poco.
9. Pinche Juan
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Una canción rápida, efectiva en pogos y verbenas. Una pieza de 51 segundos en donde se burlan de los falsos punks.
10. Labios jaguar
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De nuevo aparece la melódica para ambientar una canción en la cual se habla de un amor que se olvida por ser posudo. Un amor entre alguien que se jura europea y alguien que no puede negar sus raíces mexicanas.
11. Debajo del mar
Es esta una canción para añorar el amor y para soñar con él en largos momentos acuáticos.
12. La zonaja
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Aquí es contundente el sonido de la banda. Bajo, melódica, batería programada y base nativa para darnos una canción en la cual se habla de la nostalgia y lo que ella puede traer.
13. Bar Tacuba
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La experiencia se cierra con una referencia a un lugar en el que todo puede pasar. Un recuento de todo lo que puede pasar en una noche de fiesta en donde hay alcohol y música, pero donde la soledad abunda.
Este primer disco era tan solo el abrebocas a una experiencia musical que ha estado acompañando al continente por casi tres décadas; tiempo suficiente para encontrar que hay tantas alegrías como penas y que si es con Café Tacvba el acompañamiento, nada puede fallar.
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