El heavy metal, el hard rock y la música popular colombiana son iguales o al menos se parecen. Aunque esta afirmación podría sonar casi que a insulto en un país en donde la tolerancia es mínima, la demostraré con argumentos.
Por: Fabián David Ortiz @rockeropopular
Mi nombre es Fabián David, escucho, conozco y estudio el heavy metal, el hard rock y el rock en general desde mi más temprana adolescencia. Esto no se trata de conocer miles de bandas o de tener argumentos para desmentir a los “posers”, a los que los vieja guardia solían llamar “casposos”, ni de vivir criticando la escena local y los festivales que se organizan. Es diferente, es algo íntimo, propio e introspectivo. Se trata de enamorarse de la música, de lo que representa para uno, de estudiarla, de leer, de vivir un A headbangers journey y de sentir en realidad las palabras de los Scorpions cuando dicen “How can we grow old, when the soundtrack of our lives is rock-n- roll”; suena romántico pero es así: amor, emoción, actitud y cachitos al cielo.
Creo que el heavy metal, el hard rock y la música popular colombiana son lo mismo, o al menos se parecen bastante. Esta afirmación podría sonar casi que a insulto, especialmente en un país en el que la tolerancia es mínima y tienen más valor una empanada o una camiseta que la vida misma de las personas. Vamos a demostrar la afirmación desde argumentos serios, así ustedes estén pensando que mi afirmación no debería ser tomada en serio.
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Una noche, de camino a casa, pasé por una cantina donde estaban reunidos unos amigos que me ofrecieron una cerveza y me acompañaron en el despecho que por esos días estaba viviendo. Ahí dentro, de pronto empecé a escuchar una descarga de emociones, frustraciones y ganas de jartar.
Desde muy joven, mis oídos se acostumbraron a analizar la música para poder definir la calidad de la misma en cuanto a composición y letras. Una de las cosas que más me gusta es cuando encuentro música que me sorprende y que uno creería que es imposible que exista, como cuando descubrí a Sandro de América cantando heavy en Salvaje , a Cristian Castro cantando speed metal en No te vayas , o al mismísimo Juan Gabriel haciendo un cover de Have You Ever Seen The Rain de Creedence.
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Mis amigos pedían canciones, las cervezas se abrían, yo me puse a analizar y a escuchar.
El bar en el que estaba se llama El Salón de la fama, y claro está, en ese lugar no podía faltar la parte audiovisual, así que me enfoqué en los videos de las canciones que sonaban. El primero que vi fue Directo al corazón de Los Tigres del Norte. Si bien los videoclips que se hacen en la actualidad tienen una calidad impresionante en producción, este video se me hacía muy parecido al de Daddy, Brother, Lover, Little Boy de Mr. Big del 2012. No se trataba de una copia como lo es el de Carlos Vives que es igualito a uno de U2. No, este además de ver a los músicos tocar y cantar, me estaba contando una historia. Las canciones iban en compás de cuatro cuartos marcados por la percusión o por el bajo.
Sonó Tenías razón de Yeison Jiménez. ¡Un temazo! Me di cuenta que la mayoría de los instrumentos están afinados en Mi, pero si el cantante no alcanza notas altas van en bemol para ayudarle un poco. Eso es muy heavy ochentero y muy John Álex Castaño.
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Luego pusieron Te deseo lo peor de Los bacanes del sur. Como en la canción anterior aquí las cuerdas, los vientos y el acordeón no solo hacen melodías y armónicos, sino que por una casualidad seguramente digito-dactilar, estos solos van en escalas pentatónicas, las mismas que en el rock propuso Ritchie Blackmore, guitarrista de Deep Purple y Rainbow. Solamente les haría falta ponerles distorsión y sería el inicio de una canción de Al Pitrelli, Warren DeMartini o John Norum.
Falta algo importante: las letras. Recordé cuando Mario Duarte dijo que no había escuchado una canción más punk que Sombras de Javier Solís, y que por esa razón decidió hacerle un cover. Hace años que no escucho a una banda con la actitud digna de alguien medio emborrachado y con el ego destrozado diciendo: “Por ahí dicen que donde hubo fuego cenizas quedan, ¡pero yo aprendí a barrer!” de Alzate (papá) en su canción Oigan a esta . Mucha rabia, fuerza y actitud. Únicamente le hacía falta estar vestido de cuero y de taches.
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Entré en conflicto. Mi espíritu rockero tenía unas ganas salvajes de pedir media de aguardiente y cantar a grito herido como en los conciertos de los Gunners, Aerosmith, Helloween o Scorpions . Entre canciones de Yeison, Uriel Henao, Alzate, Los bacanes del sur, Alexis Escobar, Paolita Jara y muchos que ya ni me acuerdo, me puse a pensar en las letras y noté que también hablan de los tres temas principales del heavy y hard rock ochentero comercial, a saber:
- Estoy enamorado de una persona.
- Estoy mal por esa persona.
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- Me quiero emborrachar y voy a superar (también a esa persona).
Seré honesto con ustedes: Esa noche no sólo me tomé unas buenas cervezas, sino que mis prejuicios y mis niveles de intolerancia cambiaron radicalmente. Las canciones son nuevas, las descubro, las aprendo, las canto, tomo y comparto más de una cerveza, y hasta me divierto al ver las impresiones de las personas cuando no me aguanto cabecear una canción en “El salón de la fama”.
Si les quedan dudas sobre lo que digo, los invito a que escuchen una canción de Pipe Bueno que se llama Te hubieras ido antes . Los invito a que se imaginen un solo justo en la mitad, y verán cómo les sale una canción estilo Aerosmith o Bon Jovi en la mejor de sus épocas.
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Ahora voy a conciertos de música popular y de heavy metal, celebro con Molocs (Maloich) en las manos cuando un cantante como Johnny Rivera se pone a cantar rock, recuerdo la humildad del artista que me enamoró del rock sin pretensiones eruditas o ego sobre la obra, entrega a su público y amor por lo que hace. De eso se trata también, de la actitud. Puede que lo que estén leyendo no les guste o sientan que mis palabras son un sacrilegio al rock, y está bien que piensen eso, porque mientras juzguen a las personas que hacen y celebran este tipo de cosas, las cientos o miles de personas que vamos a los conciertos, apoyamos la escena, pagamos boletas y escuchamos la música que nos gusta, sentimos la unión y la paz más duro y más pesado que la opinión de los que nos juzgan. Eso es heavy metal popular.