Mucho se ha dicho ya sobre esto. Desde el 20 de marzo de 2020, la cultura colombiana entró en estado de coma. Vive, pero no de la manera como la conocimos. Internet fue su único refugio. Y las discotiendas, uno de los eslabones más afectados del sector, sí que han sabido contar cómo sobrevivir.
Por José Pepe Plata // @owai
Esos lugares que por años han sido el punto de reunión de artistas, compradores, coleccionistas y aficionados, como es bien sabido, tuvieron que cerrar sus puertas. Tan solo tres semanas antes del inicio del confinamiento la publicación británica The Vinyl Factory presentaba al mundo una pieza audiovisual dedicada a la cultura del vinilo en la ciudad de Bogotá. En esta pieza se veían imágenes de tiendas, productores, colectivos y más personas dentro del panorama.
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Seis meses después, mientras la cuarentena se estira o encoge como un chicle masticado una y otra vez, y mientras los discursos de resiliencia, reinvención y resistencia se vuelven más hostigantes, los dueños y gestores de tiendas de discos siguen ofreciendo esos productos culturales que tanto gusto y placer le dan al alma y al cuerpo.
Ánimos musicales de ayer y de hoy
Tener una tienda de discos es entregarle los esfuerzos a una actividad que demanda una gran atención. Los discos no son un producto esencial. Un vinilo, un casete o un disco compacto no son ingredientes de un plato, una dieta o forman parte de un engranaje. Pero son parte clave del desarrollo humano, social, cultural e histórico de la humanidad.
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Y para las personas que están a cargo de estos locales hay diversas actividades para hacer. Hay que surtir el local, atender a los clientes, establecer relaciones con los distribuidores, ofrecer el espacio para tener presentaciones o reuniones. Esto es algo que Julián Correcha de RPM y Rodrigo Duarte de La Roma Records han realizado en los últimos cinco años en la capital del país . Pero así como estos dos locales representan parte de una camada joven de espacios para la venta de discos, existen también personas curtidas en el negocio que han tenido que mover sus fichas para seguir vivos.
Tal es el caso de Sergio Álvarez de la Musiteca y Orlando Ramos de Discos Vértigo . Sergio tomó la rienda de una tienda legendaria en la ciudad que fundó su fallecido hermano Saúl en el año 1980. De aquellas extintas casetas de discos de la calle 19 con carreras séptima y octava de Bogotá, la Musiteca pasó a ser parte del centro comercial Omni 19 y ha estado allí por más de 30 años. Y también veterana pero también vigente está la tienda Vértigo Discos que regenta Orlando Ramos en un local de la carrera séptima con calle 22 desde el año 2010.
En la Musiteca, ya cuatro generaciones de aficionados se han dado cita y en Vértigo al menos dos. Si bien sus espacios físicos no tienen la disposición para llevar a cabo presentaciones de bandas, son espacios invaluables para la comunidad musical de la ciudad.
Por su parte, La Roma y RPM, dos lugares que indefectiblemente se han convertido en referencia y tarima para las nuevas generaciones, cerrar ha sido algo similar a un golpe bajo en el boxeo que corta el aire. Han quedado noqueadas.
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No solo el espacio de la tienda no abre, tampoco el espacio para el talento local. Tardes con toques con bandas de la ciudad o en ocasiones internacionales no se están llevando a cabo. El paso natural fue reforzar la tienda virtual.
RPM pasó entonces a robustecer su página y también continuar su trabajo en redes como Instagram. Para Julián Correcha ha sido una de las mejores formas de respaldar lo trabajado. A través de esta página han empezado a llegar nuevos compradores de otras ciudades.
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“Estar concentrados en la tienda física hizo que dejaramos a un lado la página web por el día a día, pero ahora es una de las prioridades y esto ha permitido corroborar que asuntos vitales para la supervivencia como la comida o la salud, se han ido uniendo a cuestiones como la cultura. La gente ha sentido la necesidad de tener la música como parte de su supervivencia y eso ha sido bonito. Es una opción, pero hay que ser realista en cuanto a los números y a la realidad. La gripa española duró unos nueve meses y, haciendo cuentas, podríamos tal vez abrir en diciembre, pero todo eso es una idea. Por algo la música es nuestra religión.” afirma Correcha.
Por su parte, La Roma Records lanzó su página de comercio electrónico y llevó a cabo un ciclo de apariciones a través de Facebook llamadas: Remedios para la pandemia. Durante el mes de junio de 2020 hicieron entrevistas y contenidos para sobrellevar la situación. También sortearon el vinilo prensado de los 25 años del Festival de Rock al Parque, un objeto preciado dentro del mundo musical local.
La Musiteca tenía ya un fanpage en facebook y su página . A ellas se les han invertido recursos para promocionarla como medio de respaldo de su actividad. Orland,o de Discos Vértigo, si bien tenía redes abiertas de la tienda hace ya siete años (entre ellas un Instagram con la no despreciable suma de 21.000 seguidores y más de 8000 publicaciones), dio un paso nuevo al abrir Discosvertigo.com como plataforma de comercio electrónico. Para él, “la música es el instrumento ideal para superar adversidades” y por eso hay que mantener todo a tono con la realidad.
Si bien para nadie es un secreto que el comercio web y las transacciones a través de páginas y aplicaciones ya son parte de una cotidianidad tecnológica antes de la pandemia; para las tiendas de discos se convirtieron en su plataforma principal de conexión y de conquista de su clientela.
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Surtir para seducir
Sergio, Orlando, Julián y Rodrigo saben que sus espacios son un reflejo de una curaduría y un repertorio en el que, así como hay discos nuevos, también los usados tienen su razón de ser. Surtir una tienda es ofrecer una selección musical que esté lista para ser mirada, apreciada y escuchada. Y para trasladar eso a una página de comercio hay que hacer una adecuación de la plataforma y generar sus contenidos, lo cual también toma su tiempo.
Sumemos, además, que hay que buscar las novedades o reponer aquellos títulos que en la tienda han tenido aceptación y son frecuentemente buscados. Los The Beatles, The Rolling Stones, Iron Maiden o Queen. También las reediciones de artistas locales que el público pide como las de Bomba Estéreo, Monsieur Periné o Frente Cumbiero.
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Sergio reconoce que el asunto con los distribuidores ha sido complicado. “Las plantas de distribución no están en Bogotá y en los pueblos han impuesto restricciones para la movilidad. Esto ha generado retrasos en las entregas.”
Una de las jornadas más esperadas dentro del calendario comercial, el Record Store Day, ha tenido que ser pospuesto dos veces por las imposiciones del COVID. Finalmente, se fijó para el 29 de agosto con sus respectivas adaptaciones al momento.
A un clic de la satisfacción
Amazon, Discogs, Ebay, Mercado Libre, Bandcamp, Bleep, Popmarket son solo algunas de las plataformas, tiendas o espacios en los que es posible comprar discos de vinilo o compactos con unos cuantos clics. Si a esto le sumamos los comercios independientes en Facebook o Instagram hay mucho para escoger.
Pero, como afirma Luisa Fernanda Cobos, periodista e integrante de Los Rulos Vinyl Club, todavía se extraña la posibilidad de ir a una tienda de discos y mirar entre todo el surtido, ver qué hay para escuchar entre las pilas de discos y descubrir nuevas joyas. Para ella, la tienda Three Little Birds de Chapinero, en Bogotá, se había convertido es una especie de cuartel de reunión y práctica para este grupo de mujeres que exploran el mundo del tornamesismo. O un local como Santo y Seña, también en Chapinero, que además de discos vende libros y objetos de diseño y tiene una cafetería.
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Por su parte, Luis Carlos Pinzón, uno de los ejecutivos de la agregadora digital Altafonte ha comprado discos a una de las “canteras musicales” de la ciudad: Discos Cosmos. La tienda del centro de Bogotá en donde hay miles de pares de zapatos junto a más de cien mil vinilos para la venta. Este lugar es una visita obligada y de ella hay testimonios de compradores como los integrantes de la banda mexicana Sonido Gallo Negro y Alex Kapranos , cantante de Franz Ferninand.
Alexander Cardona, un físico con alma musical, ha comprado discos a través del servicio de Whatsapp de otra de las longevas tiendas musicales de Bogotá: Beatles Abbey Road . O en Medellín, Fernando Gallego, compra discos a la tienda que solo está en Instagram: Blue Vinyl .
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Si la música suena, emociones lleva
Para la realidad colombiana, que estas apuestas comerciales existan demuestran que, lejos de pensar en tener una plataforma para enriquecerse o vender productos de primera necesidad, este es un tipo de transacciones entre personas que se convierten en amigos o compañeros de camino. Son alimento y generadores de comunidad. La comunidad que hace que la música siga sonando.