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Cinco conclusiones sobre el cartel de Hip Hop Al Parque 2024

Leyendas de la Edad Dorada, rimadoras afiladas y un cartel y una curaduría confusos en Hip Hop Al Parque 2024. ¿Qué más hay que saber de este fin de semana en el Simón Bolívar?

Falco Flow y melanina en hip hop al parque 2024 alta definicion.jpg
Flaco Flow y Melanina son las leyendas del rap colombiano invitadas a Hip Hop al Parque 2024
// Promocional Flow Leyenda de Falco Flow y Melanina

A lo que vinimos: cinco puntos sobre el cartel de Hip Hop al Parque 2024, organizado por Idartes, que tendrá lugar este fin de semana en el Parque Simón Bolívar.

1. “Hicimos este ritmo después de escuchar Cormega”


Hip Hop al Parque es un festival que abraza sus tradiciones. Una de las principales incluye a las leyendas del rap de Estados Unidos, las sagradas escrituras de las que aprendieron buena parte de los raperos colombianos: EPMD, Ghostface Killah, Smif-N-Wessun o Mobb Deep, entre otros, han dado cátedra cuando la noche cae sobre el Parque Simón Bolívar.

En el 2022, quizás con el ánimo de buscar nuevas audiencias que encauzó esa edición, el festival prescindió de la Edad Dorada.

Esta ausencia se remedió rápidamente en la siguiente: Masta Ace & Marco Polo, el sábado, y GZA, el domingo, fueron una ventana a los fundamentos del arte de rimar sin prisa, sin que pesen los años, como una ciencia que se domina con más de diez mil horas de entrenamiento.

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Hip Hop Al Parque 2024 no bajó la vara: el sábado es el turno de Pharoahe Monch, y el domingo le toca a Cormega. Ambos pueden agruparse bajo la misma sombrilla, la del rapero favorito de tu rapero favorito.

Monch, primero con Organized Konfusion y luego como solista, ha destacado durante treinta años por sus esquemas rítmicos y sus letras complejas, aunque también sepa forjar bangers que encienden la fiesta como “Simon Says”, la más conocida de su repertorio. Como parte de Rawkus Records, el nativo de Queens, Nueva York, fue una de las puntas de lanza de una explosión optimista del indie rap, pero luego de su debut estelar Internal Affairs (1999), su segundo proyecto llegó apenas en 2007: Desire. Si además consideramos su tercer esfuerzo, P.T.S.D. (2014), podemos decir de Monch que construye canciones intensas: a la sobrecarga sensorial de sus versos se suman las pistas apocalípticas, como si el mundo fuera a acabar en cualquier momento y, quizás, estuviéramos celebrándolo.

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Es un veterano de guerra —parecen insistir las portadas de su discografía— que destruye el micrófono como ritual para purgar todo lo que ha visto.

Si tuviera que quedarme con un tema suyo, voto por “Rapid Eye Movement”, una colaboración con Black Thought que pasé tardes enteras repitiendo hasta que me aprendí, maravillado por el despliegue de habilidad de ambos y asustado por cómo rechina toda la atmósfera. Si quieres saber qué tan alto está Monch en el escalafón histórico, he escuchado a gente que respeto ponerlo en su top 5, o incluso como el primero si se trata de técnica pura.

Y si hablamos del sonido de Queens, Cormega quizás guarde su definición aunque haya nacido en Brooklyn. Denso, frío, agreste: así suena Cormega y sonaba Queens en los 90 e inicios de los 2000. “Hicimos este ritmo después de escuchar a Cormega”, rapeó Anyone/Cualkiera, y así lo planteó el español Franco Carter: “Fui el mejor aunque me echaran / Cormega en The Firm”. Esto nos empieza a dar pistas del respeto que Mega tiene en todo el rap. Pasó por la cárcel y sus problemas se extendieron a los sellos disqueros con los que trabajó, pero nada de eso impidió que sacara discazos como The Realness (2001) o The True Meaning (2002).

El nombre de Cory McKay tiene que estar en la lista de los mejores raperos de Nueva York de comienzos del siglo XXI, en parte por la cualidad claustrofóbica de sus rimas, como si esa celda en la que estuvo le hubiera quedado por dentro y desde ahí se desahogara.

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No hay luz solar en la música de Cormega, solo farolas que alumbran la madrugada hasta que alguien las rompa de una pedrada. Versos como los de “Fallen Soldiers”, que recuerda a los amigos que perdió, son sencillos pero efectivos como una puñalada. Y aunque me encanta su tema principal, “American Beauty”, una oda al rap y su historia, siento cosas cuando escucho “Thun & Kicko”, una colaboración con Prodigy en la que evisceran a Nas. Luego se reconciliaron, como pudimos comprobar con “Glorious”, su colaboración en The Realness II (2022). Y eso es chimba tanto de Monch como de Mega, que ambos siguen activos, sacando música, y así configuran Hip Hop al Parque como escenario no solo para honrar a viejas glorias sino para que el rap demuestre su lado más maduro, que no pelea con pasar la barrera del medio siglo de vida.

2. Féminas alfas

 
“Cállense la maldita jeta que de mí nada más se saben mi nombre / Crecí sin mi papá, una fémina alfa, yo no le como mierda a hombres”, rapea la dominicana J Noa, que subirá a la tarima del Simón Bolívar a las 4:45 PM del domingo.

J Noa rapera hip hop al parque 2024
J Noa, rapera dominicana.
// Foto por Edgar Núñez, cortesía Guerrera PR

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Esta actitud desafiante, arrolladora, destaca en sus dos discos, Autodidacta (2023) y Mátense por la Corona (2024). Aplaudo que el festival reconozca sus méritos ahora mismo, cuando apenas tiene 18 años; sí, leyeron bien. Al final, el homenaje a las leyendas de la Edad Dorada solo tiene sentido si desemboca en un proceso más amplio que le de su espacio a las nuevas generaciones.

Escucho a J Noa y detecto el espíritu eléctrico de Lil Kim, Gangsta Boo o Lady of Rage. Ella se define como la dueña de la piñata que no pelea por caramelos. Y cuando pisa el acelerador, la nominada al Grammy Latino en la categoría de mejor canción no trastabilla ni en media sílaba.

Acá no hay solo un triunfo, sino dos. Además de J Noa, en Hip Hop al Parque 2024 también se presentará la barcelonesa Lia Kali, que desde el rap dialoga con el reggae, el jazz y el soul.

Te rapea con los dientes afilados (escucha la primera estrofa de “UCA”, de su debut Contra Todo Pronóstico, de 2023) al mismo tiempo que se desgarra y te pide que le hables al oído, que le cuentes tus males (“Me hace mal”). Su sensibilidad es transversal a toda su música, hecha de emociones fuertes y una mezcla de géneros libre, que no pierde ni pureza ni inventiva. De eso se trata.

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Al final, las de Lia Kali y J Noa se suman a presentaciones tan potentes como la de Naturaleza Suprema el año pasado para empezar a formar una nueva tradición, que me emociona: la de Hip Hop al Parque como un festival que también incluye a las mejores raperas de la región. Propongo a Las Ninyas del Corro o a Holy-K para la próxima.

3. Rap en español, ¿pero cuál?


Decía antes que la gracia de recordar la Edad Dorada, de rendirle homenaje a sus primeros exponentes, es utilizar esa plataforma para conectarse con lo que está pasando en el rap contemporáneo. Si bien el español Rapsusklei es un nombre con peso suficiente como para pararse con propiedad en la tarima, tendría más sentido en el Hip Hop al Parque de 2014, no tanto en el de 2024.

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¿Por qué no hacer una apuesta más contemporánea? ¿Cómo saldría una presentación de Dano en el Simón Bolívar? ¿O una de Mseco? ¿Será que Ergo Pro e Ill Pekeño encajarían con este público?

Sé que hay muchos puntos por considerar, empezando por los gustos del público, pero también creo que la curaduría puede proponer, arriesgar. Y no tienen que ser esos nombres, pueden ser otros; tampoco niego el rol que juega la nostalgia, qué chimba los temitas clásicos que nos recuerdan tiempos que ya no regresan. Pero creo que el festival tiene una oportunidad importante para dirigir los focos hacia algunos de los principales nombres del rap de hoy, no solo de ayer.

4. Desconexión de rap colombiano


Idealmente, Hip Hop al Parque reflejaría lo mejor del rap colombiano año tras año: esos MCs que destacaron por sus álbumes, por sus colaboraciones, por liderar la manada con su visión y su ejecución.

En la realidad, hay un cisma significativo entre lo que suena en el festival y lo que pasa en el hip-hop del país el resto del año. Acá, de nuevo, entiendo que hay aspectos logísticos a considerar, pero una figura como Jamblock Jr, con tres discos re sólidos en los últimos seis años, respetado dentro y fuera de Colombia, debería poderse presentar en Hip Hop al Parque sin tener que pasar por un proceso de convocatoria. Y podemos decir lo mismo de Luis7Lunes, por ejemplo.

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Ojo, lo aclaro: no sobra ninguno de los que está: Takuma lleva décadas en esto, Elorik es un escritor pulido con gran capacidad para crear imágenes potentes, Flaco Flow y Melanina son la definición de clásicos y el matrimonio entre Cariñito y el público del festival es perfecto.

Pero cuando pasen cincuenta o cien años, estos carteles serán también memorias de lo que estaba pasando con el rap en Colombia en un momento particular. Pasar por alto la coyuntura es también omitir un pedazo de la historia, dejarla incompleta hacia el futuro.

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5. Desprogramados


El cartel completo de Hip Hop al Parque solo se sabe menos de un mes antes del festival. Debe haber razones para esto, estoy seguro, dudo que sea capricho. Aún así, no tiene sentido. Imagínense cómo sería la vuelta si se anunciara con varios meses de anticipación: aficionados de otras ciudades, incluso de otros países, podrían planear para venir a un festival único en su especie en todo el mundo.

Se podría promocionar Hip Hop al Parque con nombres definidos, y no con especulaciones o abstracciones. Es más, sería una oportunidad de explorar discografías desconocidas para estar listos el día del concierto. Tengo amigos de Medellín que quisieran ver a Cormega, pero ya era muy tarde para comprar pasajes cuando escucharon el anuncio. Sea cual sea el obstáculo, estoy seguro de que se puede encontrar una solución mejor y evitar que toda la recta final sea tan apresurada. Al final, todas las tuercas cuentan para que el mecanismo corra, y esto podría extrapolarse a los problemas gráficos del festival.

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