El Baum Festival 2019 agotó boletería una semana antes de su realización con un cartel desconocido para los que no pertenecen a la escena de la música electrónica. ¿Qué lecciones podemos aprender de uno de los eventos de tecno, house e industrial más grandes en Colombia?
Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte @KidCasti // Fotos: Katherine Fresneda @Ktfresneda
Afortunadamente en Colombia se hacen festivales musicales para todos los gustos. Desde los que organizan las emisoras juveniles con lo último del pop, reggaetón y afines, hasta circuitos de bares para mover propuestas emergentes de rock, fusiones y experimentales, pasando por los hijos de Coachella (Estéreo Picnic, Breakfest), y los públicos financiados por los gobiernos distritales (Rock/Colombia/HipHop/Jazz/Salsa al Parque, Altavoz). En medio de tanta oferta y siendo testigos de la escena musical, admiramos esos eventos que se han convertido en pilares fundamentales para nichos, y que logran convocar multitudes sin el empuje de canales masivos como radio, televisión o, la novedad, las plataformas de streaming. En esta última línea entran eventos como el Jamming, del que ya hemos escrito en abundancia , o el que se llevó a cabo este 18 de mayo en el Club Bellavista en Bogotá: el Baum Festival , que en su quinta edición convocó más de 17 mil personas y que agotó boletería una semana antes de la fecha.
Lograr agotar boletería para un evento cuyas cabezas de cartel, si bien han escrito la historia de sus géneros, son desconocidos para la mayoría es una proeza admirable que revela la salud del circuito. No es lo mismo vender todas las entradas de un Estéreo Picnic, con artistas que tienen todo el empuje de la maquinaria, con el ruido adicional que generan los patrocinadores aliados, con canciones que están en el inconsciente colectivo, a llenar un festival donde las cabezas de cartel –Jeff Mills, Boris Brejcha o The Black Madonna– no hacen “hits” ni son caras visibles del entretenimiento. Hernán Cayetano, socio de Baum, DJ y una de las cabezas del festival, refuerza explicando que “estamos tratando de ofrecerle a la gente propuestas novedosas en cada momento y por eso no solo vienen headliners como Jeff Mills que es una institución en la industria, o Black Madonna, sino también propuestas nuevas y emergentes como Anastasia Kristensen o nacionales como Junn, que son artistas que están cogiendo fuerza y sabemos que es importante tenerlos”.
Por si fuera poco, el Baum Festival 2019 ratificó lo hecho en el 2018 y montó un verdadero “festival”, valga la redundancia, con toda la majestuosidad técnica que eso implica. En su quinta edición el Baum contó con cuatro escenarios simultáneos y trece horas de programación. Si bien la tarima principal y el Baum eran los más grandes y con la tradicional disposición que separaba al público del artista , los ambientes Páramo y Nótt (liderado por un colectivo de Dj mujeres de Medellín) rompieron ese esquema y les dieron la posibilidad a los asistentes de estar más cerca de las consolas, elevando la temperatura de la fiesta a niveles épicos. El escenario Nott, inteligentemente organizado en un sótano de parqueaderos del Club Bellavista, garantizó el aura de rave clandestino que ha sido encanto intrínseco de las fiestas de tecno o industrial.
En el 2018 el cuarto escenario estuvo organizdo por el colectivo underground bogotano Unterbog. Este año el Baum Festival repitió la fórmula y delegó la administración de este lujo curatorial a través de Nott, un colectivo de chicas que según Cayetano "se ha esmerado mucho por lograr una integridad latinoamericana alrededor de la música electrónica y por eso vimos en el escenario artistas de Brasil, Chile, Argentina, actores importantes dentro de su escena local, e invitamos a Virginia que es una artista super importante en esta industria".
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La gran moraleja de este Baum Festival 2019 es que la música –sin importar el género– sigue rugiendo con o sin el empuje de las maquinarias; mientras los fanáticos sigan leales y comprometidos cualquier evento es posible. Ahora, como lo señaló Chucky García hace unos días con su análisis sobre los conciertos de Silvestre Dangond en uno de los escenarios míticos para el rock en Buenos Aires , no está de más que otras escenas musicales tomen nota de lo que están haciendo otros para llenar sus eventos, sin importar si lo que suena es rock, reggaetón, música clásica, tecno o vallenato.
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