Un impetuoso cambio se está cocinando en la industria de la música desde hace años. Ese ánimo cambiante fue claramente cimentado en Suecia. El país nórdico, considerado como el modelo de la vanguardia digital, es sinónimo de innovación porque es el lugar en el que se hacen más pagos digitales, porque (por bajito) unos 4000 ciudadanos se han instalado chips en el cuerpo que funcionan como llaves/monedero o porque allí nació, en 2006, Spotify, la plataforma de streaming que obligó a cambiar el modelo de negocios de la industria discográfica. Aunque encaminado desde Estocolmo, el alcance de ese cambio es global y se ha ramificado en empresas de avanzada. Hoy, alrededor de ese núcleo creativo están incubándose nuevas revoluciones: Amuse es una de ellas.
La empresa apareció en el mercado en el 2015 bajo la consigna de ser el primer sello discográfico móvil. Fundada precisamente en Estocolmo por un grupo de exmiembros de marcas enormes en la industria como Spotify, Warner Music y Universal Music, la plataforma parece estar a punto de cambiar el juego en el negocio de la música y la distribución de regalías para los artistas.
¿Cómo?
El aplicativo en línea de Amuse funciona en dos niveles. El primero, es como un recibimiento para los músicos. A través de la plataforma cualquier artista puede cargar sus canciones a YouTube, Spotify, Apple Music o Deezer de forma gratuita. Es un servicio que, hasta ahora, implicaba costos para los músicos independientes, quienes suelen pagar a empresas conocidas como agregadores.
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Diego Farias, CEO de Amuse, explica que, aunque “la distribución digital ha existido durante los últimos 20 años más o menos, no ha cambiado mucho y el modelo de pago ha sido casi el mismo”. Funciona más o menos así: “Estos servicios cobran por su uso y hay un montón de artistas que sueñan con participar del mundo de la música, pero son servicios que no han sentido que necesitan mejorar su oferta. Por eso, creímos que, si podíamos construir la experiencia para móvil, sería un cambio tremendo. Y, además, si podíamos hacer la distribución gratis, eso sería un punto de inflexión total. Nuestro servicio es 100% gratis. Si el artista sube su música con Amuse y gana 100 dólares él se queda con 100 dólares. Así de fácil es. La distribución para nosotros solo es un servicio para encontrar el próximo talento, así que en nuestro servicio de distribución todas las regalías las devolvemos al artista”.
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El segundo nivel es el de acogida y apadrinamiento. Es una estrategia redonda porque, según cuenta Diego “los sellos siempre han invertido en encontrar talento. Según los reportes de IFPI, aproximadamente un 25% de su dinero se invierte en ello. Nosotros, que sabemos cómo funcionan los sellos, reconocemos que es difícil, porque no hay ninguna manera de comprobar al comienzo del viaje qué talento va a ser bueno. Así que vimos que utilizando datos del consumidor, que es lo que coleccionamos en Amuse, podríamos atacar el mismo problema desde un ángulo totalmente diferente. Con nuestro modelo podemos saber con seguridad cuál va a ser el futuro de una canción o de un artista en una parte más temprana de su carrera”.
¿Y dónde está el negocio?
“Tenemos un sistema de análisis que se llama Lil Data (nombrado así como un juego de palabras alusivo al nombre de raperos como Lil Wayne o Lil Kim). Lil Data selecciona artistas que están utilizando el servicio y que, de diferentes maneras, están mostrando algún tipo de potencial. Ya que están usando nuestro servicio y tenemos su información nos podemos contactar con ellos de una manera rápida”.
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En este punto, Amuse contacta a los músicos y ofrece firmar contratos por canciones o por una opción para seguir trabajando en proyectos futuros. Tal y como lo hace una disquera convencional. La primera diferencia radica en que se compran licencias digitales en vez de comprar los derechos. Así, cuando la licencia termina, el derecho vuelve al control del artista. Y agrega Diego: “normalmente, compartimos las regalías en una manera más igual que las disqueras major. Si tú firmas con una major, por tu primer contrato, si te pagan más del 15% de tus regalías es sorprendente. Recibirías 18% si eres un artista más grande, pero ese sería un 18% después de un montón de descuentos. En Amuse tú nunca ganas menos de 50% de las regalías o de las ganancias del proyecto porque lo que hacemos es que invertimos en el proyecto: puede ser un adelanto, puede ser marketing, pueden ser diferentes cosas; dinero para hacer un video, lo que sea. Cuando esas cosas se han recuperado, ahí empezamos a repartir por lo menos 50% al artista”.
¿Cómo ficha Amuse a sus artistas a punta de datos?
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“Nosotros hablamos mucho de nuestra habilidad en entender datos de consumo, pero la realidad es que la música no es algo que se pueda ver totalmente desde los números. Por eso tenemos gente con experiencia trabajando en sellos y sabemos que siempre tiene que haber una relación entre las dos partes: una son los datos que nos pueden indicar en qué dirección va la canción y otra tiene que ser la parte de la curaduría, donde trabajamos junto con los artistas para entender a dónde quieren ir y cuál es el potencial que tienen. Después, tenemos un grupo de gente en Estocolmo, en Los Angeles y en Bogotá que pueden apoyarlos con recursos digitales: fotos, videos, etc. Ese tipo de recursos los ofrecemos en capacidad de sello”.
Fast Forward
Quizá uno de los elementos más novedosos de Amuse, además de la gratuidad en el servicio como agregador y la capacidad de ser un sello virtual, es el Fast Forward. Un servicio que permite a cualquiera de los artistas independientes adelantar las regalías futuras que van a obtener.
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“Fast forward realmente es revolucionario. Es un sistema loco. Es un sistema que analiza más de 36.000 millones de datos. Lo que hacemos es que utilizamos aprendizaje automático. Esto nunca se ha hecho en el mundo de la música para poder proyectar regalías futuras. Es una cosa de último nivel. Con este sistema nosotros le permitimos a artistas obtener sus regalías futuras. Normalmente ha sido un servicio solamente para artistas que firman con majors como Warner Music, Sony, Universal. Ahora nosotros estamos abriendo esa puerta a artistas independientes para que puedan tener el control de sus derechos”, cuenta Diego.
¿Cuál es el futuro?
El cambio que propone Amuse bien podría, tal y como lo hizo Spotify, sacudir el modo en que se generan ganancias alrededor de la música. Una sacudida auspiciada, desde luego, por la digitalización del consumo. Hasta hoy, como cuenta Diego, “los sellos siguen pensando que los artistas los necesitan a ellos para poder ser estrellas. Pero se ha comprobado que esto no es verdad. El poder de crear una estrella no sigue con los majors. Un artista puede ser superestrella trabajando, por ejemplo, desde YouTube. Por eso nosotros creímos que teníamos que cambiar esa relación entre sello y artista. Para que sean más iguales”.
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Contrario a lo que se pensaba en un principio, cuando la piratería y las descargas digitales hicieron pensar a las disqueras y los artistas que la propiedad de sus obras se les iba a escapar de las manos, Internet no destruyó a la industria de la música. Por el contrario, creo nuevos campos de especialidad. Ahora, la lectura de data, los números, las proyecciones y los algoritmos son más determinantes. O por lo menos en un principio.