A propósito del Bogotá Music Market (encuentre AQUÍ más información sobre el BOmm); ocho cosas que hay que saber antes de hacer la concebida pregunta sobre cómo tener éxito en la industria colombiana de la música.
Por: Chucky García // @ChuckyGarcia
1. El eslogan “Tome Pin y haga ¡Pum!” solo funciona para Condorito. La lección es que no existe una fórmula que garantice un éxito gaseoso de la noche a la mañana; y mucho menos una lámpara que al frotarla emana un genio vestido de manager y con tres deseos para concederle al artista. Incluso hoy la figura del manager que todo lo puede es una ilusión; y el único deseo sesudo que debería tener todo artista es que su música conecte con la gente con canciones. No con milagros.
2. Al igual que el país, la nuestra es una industria de contrastes, en la que aún funciona el método de quienes otrora iban vendiendo su música de pueblo en pueblo con un megáfono y el baúl de un Renault 4 cargado de discos; y al mismo tiempo se busca una adhesión a los nuevos parámetros de consumo en línea. Nadie le puede asegurar a una banda que tendrá mejor suerte en el agro o en la superautopista de la comunicación.
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3. Algunos creen que antes la música era mucho más real, y no solo por el tiempo que tomaba alcanzar el éxito sino porque el nervio del intercambio era más físico que virtual: el concepto de lo viral se reducía al voz a voz, por ejemplo, y los artistas pasaban más horas en un estudio puliendo sus gemas que en un despacho diseñando estrategias para redes y citas de encuentro con sus fanáticos. Nadie duda que tanto el contacto directo como el voz a voz seguirán siendo infalibles, pero la corriente actual de la información va más mucho más rápido que todos juntos y transformando hasta el papel de los medios: los noticieros de televisión, por ejemplo, en vez de reportar dramas de la vid real ahora nos informan qué es viral en YouTube.
4. Ya sea como artistas o espectadores, corren vientos de cambio y no se pueden rebobinar (como dicen, “tiene más reversa un barco”). Unos años atrás, si un gato no se quería bajar de un árbol o una pareja de perros copulaba en la calle bastaba con que alguien saliera con una escoba o un balde con agua y le pusiera punto final al asunto; ahora alguien saca su celular, graba al desdichado felino o a los enamorados canes, sube el video y al cabo del día es muy posible que este sea emitido en televisión y con el titular de “Gatito miedoso es fenómeno en YouTube”; o “Perros en internet recrean la escena final del ‘Titanic’”. Lo mismo está pasando con la música y es inevitable.
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5. En la industria musical colombiana, para sacar la liebre del conejo (o tener éxito) primero hay que escuchar lo que la liebre tiene para decir. En los encuentros que propician el intercambio de conocimientos y experiencias como el BOmm; hay que pararle oreja sobretodo a los más recientes casos de éxito de los artistas independientes. Muchos de estos comenzaron primero por construir una comunidad y luego la hicieron crecer con una oferta de shows estratégicos; lo que los llevó a estar primero en boca de la gente y luego a mojar prensa sin la gratuidad que muchas veces esto sugiere o que nos remite al “artista plátano verde” (aquel que fue madurado a punta de periódico).
6. La nuestra, en toco caso es una industria verde, biche y en donde aún muchas cosas están por hacerse; lo que la convierte en una industria interesante y exótica. Aunque tímidos, los inversionistas se han ido acercando cada vez más, aunque por lógica su interés siempre casi siempre se centra en los productos musicales más maduros y que ya han rendido frutos. Habría que intentar entonces que los siguientes inversionistas se fijen más en los semilleros e incubadoras de artistas.
7. Muchos preceptos de la vieja escuela y la vieja industria todavía funcionan y siguen siendo la base de una escena musical como la nuestra. El método de prueba y error aún aplica, y si bien estamos frente a una era en donde la promoción de la música atraviesa por un estado de prestidigitación online (cada vez hay nuevos trucos para captar el interés de las personas a través de su computador, tableta o teléfono inteligente); las horas que una banda pasa en el ensayadero siguen siendo más determinantes que su número de seguidores en Facebook, sobretodo ahora que los shows en directo volvieron a cobrar protagonismo.
8. Muchos de los conferencistas o invitados especiales que asisten a un mercado musical como el del BOmm son expertos en la materia, pero no tienen un botón en la solapa de su saco con la frase “Adelgace, pregúnteme cómo”. Su misión no es vender un reductor de grasa corporal, es más bien dar algunas pistas o luces que ayuden a los artistas, bandas y demás interesados a desenredar esta nueva etapa de la industria colombiana y global de la música tras el colapso sufrido hace algunos años y en los que todo cambió vertiginosamente.
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