Somos la sociedad rabiosa que persigue y se muerde su propia cola, sin aprender de sus aciertos y mucho menos de sus errores. Y por eso uno de los álbumes más emblemáticos del rock colombiano, Balística de La Pestilencia, ha regresado 20 años exactos después de su grabación, pero esta vez en edición de lujo.
Por Chucky García //@chuckygarcia
“De lujo” suena irónico en medio de este contexto en el que estamos, de violencia que engendra más violencia, de politiquería rastrera y un grado de reconciliación tan pobre que difícilmente es comparable con el de otras tantas épocas inestables (de esas en que las lágrimas, la impotencia y la desazón no alcanzan ni para convencer al destino de que nos de otra oportunidad para demostrar de qué somos capaces); pero esta reedición lo es y por partida doble. Con una caja de colección de tiraje limitado (solo 100 copias) y una edición en digipack con dos canciones extra, creadas y puestas en circulación por uno de los sellos independientes y especializados más combativos y serios en la Colombia de hoy: Psychophony Records.
Balística está estrenando escafandra, pero su inmersión en esa escalada de barbarie y autoritarismo en la que solo hay campo para la falta de empatía y los comunicados oficiales redactados con plantilla sigue fresca, intacta, como si las últimas dos décadas y los millares de relatos de las víctimas y sus familias hubieran pasado en vano. Quizás lo único que ha cambiado desde ese septiembre de 2000 en que La Pestilencia grabó y mezcló este álbum en los famosos estudios Indigo Ranch de Malibú, California, es que en ese entonces los noticieron mostraban lo que estaba sucediendo en el campo con esos colombianos atemorizados por las balas y los sonidos de metralla que caen y caen de ambos lados; y que ahora son los ciudadanos del común quienes a través de las redes sociales sacan a la luz las imágenes de las masacres y los desplazamientos.
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Foto: Cortesía La Pestilencia.
De no ser por ellos, el oscurantismo reinante sería peor que el del recién estrenado Túnel de La Línea, ese retrato perfecto de un país que saca pecho por una megaestructura, pero con una clase dirigente que si por un lado es incapaz de cortar una cinta inaugural, por el otro no le tiembra la mano para reprimir y pasarle a la gente por encima con una podadora si es que “Dios y Patria” se lo piden.
Sin hacer ningún tipo de concesiones, este disco que inicialmente salió en CD bajo los sellos discográficos multinacionales Mercury y Universal y que abre su repertorio con la famosa frase que el aquel entonces presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, recitó en español un día antes de su visita a Colombia en agosto de 2000 (“ En surcos de dolores, el bien germina ya, viva Colombia, que Dios los bendiga ”); también marcó la primera gran incursión de La Pestilencia en la programación del canal MTV Latino, y todo gracias al videoclip del primer sencillo promocional, Soñar despierto , que se rodó de noche en pleno centro de Bogotá y con su letra de “De dónde valores si me crié en la nada y en el miedo” retumbando entre las calles que rodean al edificio del Banco de la República.
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“Ese mundo perfecto aquí nunca llegó”, dice Soñar despierto en su final y de forma lapidaria, y con solo recordar que durante las diez horas que Clinton estuvo en Cartagena la ciudad permaneció sitiada por 4.700 miembros de las fuerzas de seguridad, los periodistas fueron requisados, los Niños Vallenatos cantaron La Pollera Colorá , una perra antinarcóticos saludó con su pata al mandatario y la misma suerte corrieron Juan Valdés y su mula Conchita; no cabe duda que es una frase escrita en roca, pero con el movimiento de un búmeran.
Un arma que “cuando no da en el blanco, vuelve al punto de partida”, según la RAE, y uno de los tantos mensajes de Balística que no necesitan ser chuzados ni explicados con granos de café o kilos de coca para entender que no nos hemos movido del lugar en donde estábamos, y todo porque como dijo aquel colombiano de bien en la marcha por la paz de 2019 en Bogotá y a su paso por el Banco de la República, justamente, “ ¡No se va a negociar, plomo es lo que hay, plomo es lo que viene! ”.
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