"El papá de los pollitos", como lo llaman aún muchos de sus seguidores, es sólo un reflejo más de lo violento que fue en vida. Con al menos 28 hijos reconocidos Diomedes Díaz murió el 22 de diciembre de 2013 sin saber qué era la paternidad responsable. Muchas de sus decisiones pueden ser cuestionables, el hecho de que cometió un crimen no debería, ni siquiera, ser objeto de discusión.
Todos los años el 26 de mayo (fecha de su nacimiento) y el 22 de diciembre (fecha de su muerte) Colombia olvida que Diomedes Díaz es un feminicida. El Cacique de la Junta, la leyenda vallenata, mató Doris Adriana Niño el 15 de mayo de 1995.
El cantautor, nacido en San Juan del Cesar, es el mayor vendedor de discos en la historia del vallenato. Quizá por eso le sea tan fácil a sus fanáticos olvidar que su estrella, la persona que subieron a un pedestal sin preguntarse nada, fue un hombre abusivo.
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Sí, otra vez la eterna discusión sobre la cancelación y la pregunta sobre si realmente es el canal adecuado para reparar a las víctimas. En 1998 un fiscal dictaminó que Díaz habría cometido un homicidio preterintencional , entendido en Colombia como "la consumación del verbo rector “matar” sin la intención de ocasionar dicho resultado, pero sí la de producir lesiones.", para ese momento la Fiscalía ya había emitido una orden de captura en su contra y se encontraba en la cárcel.
Tuvo casa por cárcel luego de ser diagnosticado con Guillain-Barre, un síndrome que afecta el sistema nervioso, y para este momento el equipo de medicina legal ya había hecho un segundo análisis médico en el que se había demostrado que Doris Adriana Niño había sido golpeada, drogada, asfixiada y violada luego de haber sido asesinada. Es decir, Díaz cometió un feminicidio.
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Diomedes Díaz volvió a la cárcel, cumplió su sentencia, sin embargo, nunca fue sentenciado socialmente. El cuerpo de Doris fue encontrado tirado al lado de una carretera y hoy hay personas que celebran a la persona que le hizo eso.
Su legado musical es innegable, su pasado feminicida también. La conversación ya no es si escuchamos o no su música, es cuestionarnos por qué parece inamovible su figura de héroe después de tantos años. A Doris Adriana Niño le debemos, al menos, no ignorar que el culpable de su muerte tiene nombre y apellido.