Mitos alrededor de los conciertos de rock y la vida de los rockstars hay millones. Famoso fue el que rondó en Bogotá cuando los Guns n’ Roses se presentaron por primera vez en la ciudad en octubre de 1992, y que contaba que la banda había sacrificado una cabra en honor a Satán bajo la tarima. También están todas las historias de lo que las bandas piden para sus camerinos que van desde toallas negras, cantidades industriales de licor, velas blancas y hasta gomitas de ositos rojos.
Lo cierto es que detrás de estos cuentos se acumulan grandes cantidades de morbo y todos nos morimos por saber qué hay de cierto en lo que pasa detrás del escenario antes y después de los conciertos. Pues aprovechando la reciente inauguración del Movistar Arena y la profunda inmersión que hicimos con Diego Sáenz por todos sus rincones, desde la acústica hasta los ingresos, pasando por los restaurantes y bares en su interior, y las mejoras en los accesos, no podíamos dejar de husmear qué hicieron en los camerinos. Sobre todo teniendo en cuenta que, por la dimensión del proyecto y los conciertos de primer nivel que la arena ha recibido y seguirá recibiendo, son lugares que deben estar optimizados para artistas de talla mundial.
Tres camerinos secundarios y dos principales con baño, ducha con agua caliente, catering premium, conforman las zonas de lujo donde artistas como Lenny Kravitz, Maluma, Sting, Shaggy o Juanes se han concentrado antes de sus memorables conciertos. También nos levantamos algunas anécdotas de exigencias peculiares de los cantantes que ya han pasado por ahí. ¿Se imaginan qué pidió Lenny Kravitz cuando pasó por ahí? Acompáñennos en esta inmersión.
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