Un canto que a la vez es baile y también un señalamiento se propagó por el mundo al sintetizar el sentir global de las mujeres. En medio de las manifestaciones masivas iniciadas en 2019, el performance Un violador en tu camino emergió y empujó una nueva ola de juntanza quizá más poderosa que el #MeToo, porque busca restaurar la distorsión de la culpa generada por la impunidad y la violencia sexual, al tiempo que mezcla el cuerpo y el canto con el escrache, una forma de justicia alternativa feminista.
Por Nathalia Guerrero @nxthxchxs
El tañido de un par de cacerolas marcan el compás sencillo del cántico.
“El violador eres tú.
El violador eres tú.
Son los paracos...”
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Un grupo de más de 30 mujeres en pantalonetas y pantalones señalan al tiempo hacia su izquierda con sus dedos. Las caras pintadas de rojo, se paran al lado de un río en San José de Guaviare, una de las poblaciones que han sido históricamente más afectadas por la violencia de guerrillas y grupos paramilitares en el marco de nuestro conflicto armado.
Asimismo, Guaviare fue una de las poblaciones que presentó un aumento en cifras de violencia de género. Durante una época del año, en menos de 70 días, seis mujeres fueron asesinadas.
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¿Ustedes saben lo que significa manifestarse en el Guaviare? ¿Ustedes saben lo que es que las mujeres empiecen a hablar en los lugares donde solo los hombres tienen la palabra?
— Laurora. (@letrasenlaurora) December 12, 2019
¡Qué grandes y poderosas son la mujeres del Guaviare! #UnVioladorEnTuCamino pic.twitter.com/4K1ajdJvi4
Una escena parecida se repite a miles de kilómetros de distancia, en Turquía. Cientos de mujeres se tomaron las calles de Estambul, su capital, para replicar el mismo performance en su ciudad. Más de siete son detenidas, por orden del cuestionado gobierno de Recep Tayyip Erdoğan. En respuesta, las mujeres pertenecientes a los partidos de oposición replican el performance en el parlamento, haciendo uso de su inmunidad política para protestar en contra del gobierno y de su ministro del interior.
Ambas escenas, en diferentes latitudes, tienen como hilo común uno de los acontecimientos más importantes de este año: el performance Un violador en tu camino , creado por el colectivo chileno LasTesis, el cual, mezclando coreografía y letra , logró sintetizar un sentir global entre nosotras las mujeres: que nunca va a ser culpa nuestra que nos violen, sino culpa del violador y de la problemática estructural de la violencia sexual en el mundo.
Esta intervención fue creada por este colectivo de cuatro mujeres en Valparaíso, Chile, para ser presentado en el marco del pasado #25N, el Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres. Esta fue una de las creaciones que LasTesis llevan haciendo desde hace más de un año, en una labor por presentar teorías feministas a través de otros lenguajes. En este caso específico, Un violador en tu camino fue resultado de una investigación que realizó el colectivo, donde encontraron que solo el 8% de los juicios por violación sexual terminan en condena en Chile.
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Aparte de incluir en la letra y en la coreografía señalamientos directos contra los carabineros de su país, los famosos ‘pacos’, la intervención habla no solo de las instituciones como instrumentos de opresión para las mujeres y su evidente complicidad con la violencia sexual en el caso de muchos países. También revierte de una manera muy clara la culpa que muchas mujeres han sentido al ser abusadas, una culpa que nos ha imprimido la sociedad a partir de reclamos como la ropa que usamos, si habíamos consumido alcohol o el lugar en el que estábamos y de quién estábamos acompañadas . Así, con estos argumentos, muchos casos alrededor del mundo han fallado en instancias judiciales contra las mujeres, luego de haber sido violadas y violentadas de muchas maneras.
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En una frase pegajosa, LasTesis rechaza este discurso de culpabilidad: “Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía”.
Aparte de esparcirse entre mujeres a nivel global con una ráfaga de intervenciones que no paran de replicarse, la intervención ha generado mucho ruido sobre todo en sectores de hombres, debido al pedazo que señala hacia el frente, cuando las mujeres apuntamos con nuestros dedos y decimos “el violador eres tú”.
Este señalamiento, como bien lo explica la teórica feminista Rita Segato, es quizá de lo más importante de la intervención, pues logra ‘explicar al violador como sujeto moral’, como un sujeto normal que está entre nosotras, en nuestros círculos de amigos y permanece impune . “No son locos, ni personas inclinadas al crimen, ni lo hacen porque necesitan sexo, sino para decir algo al mundo”, dice Segato. El performance, a través del baile y el canto colectivo logra sintetizar algo que Segato lleva diciendo durante años a través de sus publicaciones: que la violación es un acto político producto del patriarcado.
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Estos son los mensajes que lograron el éxito global de esta intervención, unos mensajes que, de manera interseccional, llegaron a mujeres de diferentes sociedades en el mundo, no solo la occidental. Así, junto con la ejecución del performance, empezó a levantarse una nueva ola, quizá más poderosa que el #MeToo, porque mezclaba el cuerpo y el canto con el escrache, una forma de justicia alternativa feminista que hemos empezado a usar para delatar a nuestros agresores entre nosotras y nuestros círculos, a modo de reparación y en vista de la evidente negligencia del sistema judicial en tantos casos. En Colombia, Según ONU Mujeres , en este momento solo el 13 por ciento de los feminicidios en este país está llegando a una condena; la impunidad es la regla.
A casi un mes de que la intervención le empezara a dar la vuelta al mundo, sus réplicas y adaptaciones no cesan. La hay realizada por comunidades mapuche, en francés en frente de la torre Eiffel, en italiano, en India rechazando adicionalmente el sistema de castas, en México llenando la plaza de El Zócalo y acá, en territorios donde el silencio impera a la fuerza cuando se trata de violencia y de violencia sexual, como San José del Guaviare y Quibdó.
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Quizá uno de los aspectos más interesantes de la intervención es su colectividad y la toma espontánea de los espacios públicos en los distintos territorios donde se ha replicado . La juntanza de mujeres se genera de manera espontánea, generalmente a partir de una convocatoria que se hace viral y a la que responden a veces decenas, a veces cientas y a veces miles. Y luego nos coordinamos, voces y cuerpos, mientras otras graban la intervención a medida que la vamos ensayando. Paramos vías, nos tomamos parques, plazas. Nos apropiamos del espacio público, el mismo que nos ha sido prohibido históricamente a las mujeres, mucho más como espacio político. Eventos como este deben ser considerados como momentos memorables del año, porque es la evidencia de que la historia está cambiando, y que es el tiempo de las mujeres.
Ojalá 2020 sea un año feminista y sigamos cambiando la historia a punta de viva voz, baile y trabajo colectivo.
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