El orgullo o la vanidad es uno de los 7 pecados capitales. Aunque solemos decir que estamos orgullosos de ser colombianos, es momento de revisar ese orgullo. ¿Será que solo lo tenemos cuando hablan bien de nosotros?
Por: Gifología // @Gifologia
Siempre nos han enseñado que tenemos que estar orgullosos de ser colombianos.
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Tenemos mucho para enorgullecernos: uno de los mejores cafés del mundo, uno de los países más biodiversos…
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Por eso, nos ofendimos mucho cuando en 2012, un artículo de The Telegraph dijo que nuestro himno era uno de los más feos del mundo.
Y ahí está nuestro problema: vivimos buscando que en el mundo diga cosas positivas de nosotros para validarnos.
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Nos molesta cuando hablan mal de nosotros en el exterior y estamos muy preocupados por dejar una buena imagen del país.
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Nos ofendemos cuando nos asocian con el narcotráfico, pero ante la primera crítica a Colombia, sale el narco en nosotros para hacerle pagar al que hizo los comentarios.
Así fue cuando la holandesa Nicolette Van Dame publicó una imagen en la que se burlaba de los colombianos. O cuando en el mundial un colombiano “encaletó” guaro en un partido.
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Básicamente nuestro orgullo patrio se basa en las cosas buenas que otros países digan de nosotros.
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Nos molesta que nos digan “Columbia”, pero nos avergonzamos de lo que somos y usamos la palabra “indio” como insulto.
Nos enorgullecen los triunfos de afrocolombianos, pero en nuestro país, los negros siguen sufriendo discriminación.
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Así que antes de ofendernos por cualquier cosa mala que dice un extranjero, miremos esos elementos que, aunque no nos gustan tanto, también nos definen.
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Nuestro orgullo no puede basarse solo en las cosas buenas que digan de nosotros en el exterior.
Reconocer que nuestro país, a pesar de ser muy bueno también tiene sus defectos, también es sentirnos orgullosos de él.
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