El primer día de Estéreo Picnic recibió a la crema y nata de la industria musical en su mejor momento. Y nos dieron una fiesta a la que ni Yerry Mina y Miñia juntos le hubieran aguantado el voltaje.
Por Fabian Páez López //@Davidchaka
A los 15 actos del primer día del Estéreo Picnic 2017 se le sumó esta vez uno que, por mucho, fue el antónimo de lo que vinimos a ver en el Festival. Y que de rebote, ayudó a las bandas locales. Fue el partido que la Selección Colombia jugó en Barranquilla contra Bolivia, que presentaron en una de las tarimas del evento, justo antes de que los bogotanos de Nanook (‘El último esquimal’), y los paisas de Popstitute abrieran el telón de la fiesta.
Le ayudaron de rebote a las bandas locales porque, por primera vez, en las ocho ediciones que llevamos de fiesta Picnic, las agrupaciones de la casa que se pusieron las botas para la ardua tarea inaugurar un festival tenían ante ellos a un público considerable. Se ganaron su lugar con creces, con shows elaborados desde el mínimo detalle de vestuario y luces. Fue un aviso más de que la escena local se fortalece cada año y da golpes más certeros en todas las ciudades. Popstitute, Nanook y Julio Garcés representaron a las tres principales capitales del país: Medellín, Bogotá y Cali.
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En el partido, que terminó con un soso 1-0 a favor de la Colombia, después de un rebote que dejó James tras errar un penal, sucedió todo lo contrario de lo que se nos venía en las tres tarimas del festival. Teníamos enfrente un cartel que cumplía, de lejos, todo lo que la Selección (por lo menos después del mundial) y la liga local no han podido hacer. Otros eran los tiempos en los que teníamos que esperar a que las grandes agrupaciones estuvieran en el ocaso de su carrera para poder verlos pisar esta tierra. Con este día de Estéreo Picnic quedó claro que los nombres grandes vienen en la apoteosis de su carrera.
Así se debían sentir los equipos de la liga criolla en la época de los dineros ilícitos en el fútbol, con la capacidad de pagar a cualquier jugador de élite. Es como si Falcao hubiera llegado a jugar contra Bolivia después de marcar el doblete y clasificado a cuartos de Champions. Por suerte en la música no tenemos la suerte de Radamel. Seis de los headliners del Festival llegaron en pleno momento de éxito comercial en el mundo. Y, claro, sobra decir que una banda como Rancid, sea cuando sea, está en lo más alto.
Repasémoslos uno por uno.
El dúo francés conformado por Gaspard Augé y Xavier de Rosnay, Justice, vino a estrenar en Colombia un show nuevo que incluía uno de nuestros álbumes favoritos de 2016, Woman; tal y como lo hicieron en 2012 en el Castillo Marroquí, partieron la historia de la fiesta en Bogotá con un set preciso en el que daban ganas de quedarse a vivir por mucho tiempo, está vez con más voces angelicales y líneas melódicas de música clásica más acentuadas que se sumaron al viejo repertorio del Audio, Video, Disco.
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The XX estrenó, recién empezamos 2017, un álbum revelador: I See You, placa con la que puso a cantar a grito herido a la gente del escenario principal y sumándole nostalgia a la noche. Fue un show con una intensidad semejante a la de los recientemente ganadores del Grammy a Mejor Álbum Rock, Cage The Elephant. Si rebobinamos, un año atrás también tuvimos frente a nosotros al ganador de ese premio: Alabama Shakes.
Por si fuera poco, The Weeknd, casi que se acababa de bajar del escenario de los Grammy, tras hacer una presentación con los papás del french house, Daft Punk, para venir a presentar Starboy, la placa que no solo lo acercó al dúo robótico sino que lo puso en los primeros lugares de cuanto ranking hay en el mundo; Tesfaye dio catedra de cómo llenar un escenario con la sola presencia de un tipo con una voz que pareciera perfeccionada en un estudio.
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G-Eazy y Glass Animals son dos jóvenes realidades que están a punto de explotar y de merecer ocupar lugares centrales en nuestro radar musical. El primero, es un rapero que está redefiniendo la estética del Hip Hop y encausando los cruces del género con el pop. Los segundos, son un cuarteto de Oxford que recién firmaron su segundo álbum, How to be a Human Being: una joya muy bien lograda desde las letras hasta la psicodelia enérgica de sus instrumentos.
Y claro, la mención especial se la lleva la banda que está por encima del bien y del mal. Rancid, las cabezas del resurgimiento del punk después de los 80 hicieron que el picnic terminara en pogo. Uno más amable en el que había tiempo para selfies, pero al fin y al cabo con el poder catártico del pogo. Con su formación intacta, la banda de Tim Armstrong nos sirvió el momento más visceral de la fiesta.
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Una fiesta a la que ni Miñia y Yerry mina juntos le hubieran aguantado el voltaje.