Fotos: Alejandro Gómez (Instagram: @lupas91) - Texto: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti
Un festival es un punto efímero donde se encuentran las giras de muchos artistas. Algunos, para simplificar el paso por varios países, simplifican su puesta en escena para disminuir costos. Lo que los públicos de los festivales terminan viendo en muchas ocasiones, son versiones resumidas de los actos de sus artistas y que dejan a muchos antojados de ver una gira exclusiva de la banda o el artista del momento. Sin embargo, lo de Flaming Lips en el Estéreo Picnic quedará en la historia del festival como uno de los espectáculos (así, en el pleno sentido de la palabra) más enriquecidos, completos y vibrantes que han traido. Alguna vez Empire of the Sun armó una puesta en escena similar, e incluso Florence + The Machine ayer montó un escenario que daba gran resonancia a su música, pero lo que Flaming Lips presentó hoy es un heredero de la línea de espectáculos míticos como el The Wall de Pink Floyd o las giras monumentales de popstars como Madonna o la propia Lady Gaga. Ya se sabía que los actos en vivo de Flaming Lips se caracterizaban por su grandilocuencia teatral y su influencia de la ópera y eso, sin versiones simplificadas, fue lo que pudimos ver hoy en Bogotá. Trajes con luces, muñecos a gran escala, una bola de plástico que encerró al vocalista Wayne Coyne, un "Fuck Yeah Bogota" hecho con letras de plástico y un vibrante fondo visual, llevó al límite un concierto que pasó por todos los matices: desde canciones lo-fi como Yoshimi Batlles the Pink Robots , hasta melodías épicas y grandilocuentes. Un lujo total.