Por: Jenny Cifuentes @Jenny_Cifu // Fotos: Daniel Álvarez // Video: Javier Salguero
“El que no baila con la música mía es porque tiene muerta la vida” dijo el gran Aníbal Velásquez durante su show. Aníbal ‘Sensación’ Velásquez, como le dicen, va a cumplir 80 años, es responsable de canciones incrustadas en el inconsciente colectivo nacional, aún sigue grabando y tiene más energía que todos nosotros juntos. Es Master of Puppets. Minutos antes de subir a la tarima nos cuenta que se va pronto de gira a Estados Unidos, que tiene más de 5.000 canciones inéditas y relata como Toño Fuentes de los legendarios Discos Fuentes tuvo que armar un combo como Los Corraleros de Majagual para destronarlo por la época, pero que él cree que no pudo. De la misma manera jocosa y “mamando gallo” como dice, nos relata sus duelos de antaño con Alfredo Gutiérrez. Aníbal, El Rey de la Guaracha, trasgresor e innovador, tiene el rótulo de maestro en mayúsculas. Da sopa y seco tocando, y ya perdió la cuenta de cuántos discos ha publicado. El acordeonero emocionó desde su entrada. Abrió su presentación tocando y bailando cargado de sabor.
Acompañado de una banda de 8 músicos, Velásquez puso a parrandear al auditorio. La gente sacó pareja, bailó, gritó, cantó, pidió canciones, hasta la policía que vigilaba la entrada se movió con los hits del maestro, quien tocó también teclado, resonó fanfarrias a ritmo de tango, y entre corte y corte se anotó algún apunte. “Hay que mamar gallo pa´descansar un ratico” dijo afectado un poco por la altura, pero sin bajar ni un minuto la guardia. En su repertorio se incluyeron canciones como Sal y Agua, Fíjate qué bueno, Carruseles y Un solo Corazón. ¡Huepa!.
Aníbal fue el cierre de la jornada del día Fiesta del Festival Centro, que despegó con una farra de “muerte y sabrosura” ofrecida por la MiniTK del Miedo. Criaturas encapuchadas que bajo el consumo indiscriminado de volumen, encomendados a la cumbia y otros ritmos, propician farras oscuras y ágapes góticos a punta de consignas y material tropical escabroso de voltaje electrónico. Gran performance que suministra fantasías y taladra cabezas.
Turno para Providencia. Elkin Robinson y su banda colmaron de buena vibra el teatro y transportaron al público a las islas colombianas. Con tináfono, quijada, maracas, clave, bajo, guitarra y con lo cálido de su voz, Robinson contó en uno de sus cortes cómo es un amanecer en Providencia, mostró una nueva composición que habla de “volver a África”, resonó entre otras una canción que describió como “una protesta pacífica” contra el fallo de la Haya y después de muchos aplausos y la petición de un Bis por parte del público, remató con Feeling Hot Hot Hot uno de esos hits poderosos del Caribe.
Desde México aterrizó Furia con Lujuria. Con ordenadores, percusión, bajo, guacharaca, trompeta y elaborados beats tronaron música “pa que se despierten los vecinos”. Dieron evidencias del lenguaje universal de la cumbia, armaron el baile con tremendo repertorio que incluyó el cover de Safe And Sound de Capital Cities con golpe cumbiero. Los mexicanos estuvieron en el festival “dando fuego a Babilonia sin piedad”, como ellos mismos dijeron.
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Tiempo para un animal de sonido. La Chiva Gantiva música gestada en Bélgica por colombianos y extranjeros. Intérpretes que dejaron las tripas arriba del escenario, y armados de voces, guitarra, bajo y batería, tamboras, guaches, saxofones y clarinetes, desbordaron sus canciones y elevaron al público hasta el techo con toda esa euforia. En el día de Fiesta del Festival Centro, las agujas llegaron al rojo.