1997 fue el año más importante de mi vida porque decidí viajar a la ciudad de Cali a estudiar modelaje. Ahí comenzó todo lo que yo llamo mi “renacer”. Quise dejar lo que había experimentado hasta ese momento en el pasado, e iniciar mi vida convirtiéndome en la mujer que soy hoy en día; en la Esperanza Gómez que todo el mundo conoce. Ese mismo año tuve la oportunidad de conocer a un amor platónico con el que me reencontré años después y que actualmente es mi marido.
No tenía más que 16 años y decidí retomar mis estudios de bachiller porque sabía que el modelaje era algo efímero y necesitaba tener otra carrera a largo plazo. Ese año también tuve mis primeras y únicas clases de actuación, pero que detesté y odié desde el instante inicial, ya que tuve una mala experiencia con el dueño de la academia que me recordó la vida que yo quería dejar atrás. A ese señor le gustaba aprovecharse de las chicas que tomábamos clases allí, a las chicas lindas las seducía. No solo quería besarnos, desnudarnos y manosearnos en las "supuestas" clases, sino también fuera de ellas. Por eso, a las semanas siguientes me retiré y nunca más volví a estudiar actuación.
A finales de 1997 conocí a un hombre mayor, que me duplicaba la edad, muy bueno, respetuoso, decente y paciente. Era un gran amigo del marido de una de mis hermanas mayores y por esa razón, lo veía con frecuencia. Con el paso del tiempo este señor me conquistó con sus detalles y así se convirtió en mi primer novio. No fue nada fácil porque se dio cuenta de que yo tenía problemas con los hombres. Con su paciencia logró que por primera vez le contara a alguien lo que me había sucedido en el pasado. Fue él quien me ayudó a sanar y a superar esas malas experiencias, la rabia y el dolor que sentía hacia los hombres. Me fortaleció aún más y así llegamos a tener una relación que duró más de nueve años.
"me di cuenta de que la gente no era tan mala como pensaba, y conocí un mundo diferente al que mis padres me habían mostrado, lleno de oportunidades y en el que las mujeres también teníamos derechos".
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Ese mismo año, aprendí muchas otras cosas, como manejar carro o volar un avión, pues tuve la oportunidad de tomar los controles de una aeronave mientras estábamos en el aire y dirigirlo hacia dónde quería. Me di cuenta de que podía moldear mi futuro, me di cuenta de que la vida no solo podía ser bonita, que la gente no era tan mala como pensaba, y conocí un mundo diferente al que mis padres me habían mostrado, lleno de oportunidades en el que las mujeres también teníamos derechos, y no solo los hombres eran los dueños del mundo.