Evidentemente, no puedo escribir del 2014 sin hablar de todas las emociones que he vivido alrededor y dentro de los sucesos que ocurrieron ese año, no hay manera de hablar más sincera que desde ahí. Como decía nuestro amado Gabo, a quien llamaron del cielo ese 2014, “recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para el que tiene corazón”. Fue un año lleno de muchas alegrías para mí; un año que me permitió explorar mis fortalezas y debilidades, que me sacó de mi zona de confort como artista, que me ayudó a conocerme mejor, y a plantearme de lleno la posibilidad de luchar sin cansancio por mis sueños.
Grabar mi disco estaba en mi lista como objetivo primordial, y cada día despertaba con la firme ilusión de trabajar en ello, tenía la certeza de que quería explorar los sonidos de mi tierra. Desde siempre, la champeta ha sido muy importante para mí y retomarla en mi proyecto musical con el respeto y el cariño por el género y por quienes desde siempre han trabajado por él, me emocionaba y me movía. Con esa ilusión nació “La Peligrosa”.
No podría haber calculado nunca el impacto que tendría la canción. Aunque todo músico hace su trabajo para que sea escuchado, no imaginé que entraría en la banda sonora de muchos colombianos. Siempre que escuchas una canción, esta te recuerda un hecho, una situación. Nuestro país y el mundo en general, sufrieron muchos cambios durante el 2014 y que mi música sonara y alguien alguna vez la escuchara, bailara y le sacara una sonrisa, es un deber cumplido.
"Sacar sonrisas me gusta, me gusta que la gente se despeine riendo, bailando y cantando. La vida ya es muy complicada para que la compliquemos más".
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La alegría que inyecta la música, y específicamente la champeta en mi caso, me permite ver cómo se convierte en un antídoto contra la gran cantidad de noticias negativas que cada día nos bombardean. Sacar sonrisas me gusta, me gusta que la gente se despeine riendo, bailando y cantando. La vida ya es muy complicada para que la compliquemos más, y tal vez por eso, porque tenemos esta capacidad que nos caracteriza a los colombianos de reírnos de nosotros mismos, creo que las clases de cordobés han gustado tanto. Nos recuerda que con más o menos “Goddpe” nos parecemos unos a otros, incluso más de lo que creemos. El año pasado, el 2014, nos devolvió la esperanza y nos unimos en un solo grito por nuestra Selección. Gritamos y bailamos todos juntos, champeta y salsa shocke.
Aprendimos a creer en nuestro país (una vez más). Volvimos a creer que todo es posible, que las grandes cosas solo se logran soñando, y que los sueños se hacen realidad con esfuerzo y dedicación. James nos dio ese ejemplo. Ahora está justo donde quiere estar. Lo soñó y lo hizo realidad. Yo estoy en ese mismo camino.
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