Hablamos con el músico tolimense radicado en España para celebrar el lanzamiento de Cuando tengo fiebre veo la cabeza de un leopardo magnífico , su último disco de larga duración. Un rumbón tropical-fantasmagórico que habla sobre la Colombia de siempre desde algunas variadas visiones oníricas.
Por Eduardo Santos Galeano // @edusantosg
Julián Mayorga es un migrante que abandonó hace rato la entraña -por lo menos física- de la alternativa local para afinar ideas al otro lado del charco. Podría ser otro artista que encasillaríamos dentro de la amplia y diversa diáspora de colombianos que han puesto la desteñida bandera en otras tierras, pero su vínculo con la Colombia que habita en su cabeza es tal, que a lo mejor nunca se ha terminado de ir del todo.
Sin ir más lejos, cada vez que escucha su música a este periodista le da la impresión que podría darse el gusto de ir a verlo -covid incluído- en un par de días en cualquier bar de la capital.
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Desde esa lejanía y con una discografía cada vez más pesada a sus espaldas, J ulián ha sido el artífice de algunos de los discos menos convencionales y exploratorios del último par de años . Hablemos de Flash Amazonas , la joya colombo-japonesa que conforma junto a Ryota Miyake , la farra fantasmagórica de guitarra y guacharaca que se mandó en el EP de La Fiesta de la Transmigración o el ritual percusivo y minuciosamente detallista que son las Islas Atlánticas junto a Andrés Gualdrón. ¿Se puede explicar todo esto con pura labia?
El último ingrediente de este sancocho se llama Cuando tengo fiebre veo la cabeza de un leopardo magnífico, un total de 10 cortes que engloban la visión artística de un Julián que aunque alejado de casa, pega pinceladas violentas del Tolima de sus cuchos, de entenderse como un inmigrante y en general de la Colombia que irremediablemente se le manifiesta en la nostalgia.
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Los golpes tropicalistas de percusión, una guitarra de ultratumba, los sintes que se alargan y se contraen y un cantante que narra y se expresa entre metáforas e idiomas propios solo amplifican la sensación de estarse dando un paseo por otra Colombia, la del propio Julián Mayorga.
El cafetal del Rey del Topacio -barrio ibaguereño-, el delirio del leopardo magnífico, la pelea de Luz Dary contra la malvada junta de Junta de Acción Comunal, un hombre araña paraco. En fin, para entrar en materia hablamos con el propio artista.
De entrada y como siempre he notado con tu música, los títulos de las canciones ya le plantean a uno todo un universo de historias, incluso antes de escuchar la música. En este disco hay de urracas, bonches, superhéroes, juntas comunales y más. ¿Cómo va surgiendo el universo de cada track y qué nos dicen de lo que es el álbum como un todo?
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A veces pienso en los títulos como un verso más de la canción. Sobre todo cuando me parece que hizo falta un verso que explicara todo, que termine de amarrar el tema. Yo creo que también viene de que la gente me dice un montón que no entiende de qué van las canciones, entonces el título puede aparecer como una declaración de intenciones. Es como decir "mire, este tema va del funeral de un Rey ¿vale?". Puede ser que esto hable más de mi incapacidad como compositor que otra cosa ¿no?. Por otro lado, a mí un título larguísimo me hace reír, me parece una vaina absurda de hacer, sobre todo en este mundo de publicistas en el que la velocidad y la eficacia son cualidades. Yo no soy un publicista y no me importa que la gente aprenda los títulos de las canciones.
Viendo la última reseña que te hizo El Enemigo, me pareció muy interesante lo que menciona sobre ti siendo un tipo de tropicanibalista ‘darks’. Es cierto que hay elementos de todo este movimiento muy presente en tu música pero al mismo tiempo se siente un poco menos optimista y tal vez más oscuro por momentos. ¿Qué piensas de esa definición? ¿Cómo te ves al respecto de lo que hacen Mario, Eblis, Pedro y cía.?
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Yo pensaba que lo canibalista era porque Eblis, Mario y Pedro estaban los unos en los grupos de los otros, ¿no era? A mí lo que me emociona, sobre todo de los Meridian Brothers, es que yo veo a Eblis como un man que está, machete en mano, abriendo trocha por un lugar cerradísimo a pesar de que al lado hay carretera pavimentada, ¿se entiende? Porque a mí lo que me gusta es echar machete -en ese sentido-, meterme en problemas. Aunque aparezcan similitudes entre lo que hacemos todos, a mí lo que más me entusiasma es esa actitud de meterse por entre las matas, de torcer el camino, con eso es con lo que yo más resueno. Yo no sé bien si lo que yo hago es más oscuro o no, puede ser que sí, pero esa no es mi intención. ¿Será que es porque yo tengo más oscuridad por dentro? Ojalá que no. Lo que sí es que yo vivo en una nostalgia constante, que es una forma de soledad y eso seguro que colorea todo lo que hago. A mí también me gustan mucho los opuestos no-excluyentes. Me gusta mucho esa ambivalencia de las músicas tropicales que a veces dicen cosas tan duras, tan tristes, tan desesperadas y a la vez tan hermosas y divertidas.
Siento que este disco es muy especial en el sentido de que mantiene esta conexión que siempre tienes con tu ciudad y el país en general pero tal vez aún más amplificada. Incluso creo que tus padres tienen algunos pequeños cameos. ¿De qué forma dirías que le pusiste el ojo a Colombia en este disco? ¿Por qué mantener siempre este vínculo tan presente?
Instintivamente me sale decirte que no tengo alternativa. Yo no me puedo disociar a mí mismo de Colombia. Y me refiero al mero plano de la mundana vida diaria. Yo no puedo entenderme a mí mismo sin pensar que Colombia atraviesa cómo hablo, cómo pienso y cómo siento. Mi forma de entender la vida está hecha en Colombia, lo que pasa es que –y ahí das en el clavo– estar lejos amplifica esa sensación. Cuando uno deja de estar entre sus pares, entre la gente que piensa y siente parecido, uno se pregunta de qué carajos está hecho, por qué le gusta lo que le gusta, por qué quiere de esa forma, por qué usa tal palabra y no otra. Y eso no es poco, porque así es como uno agarra la realidad y cómo la realidad de lxs otrxs lo agarra a uno. Yo quiero tirar de ese hilo y ese hilo es larguísimo, viejísimo y hace parte de un entramado increíble. Es posible que mi familia materna lleve cientos de años en el norte del Tolima, por ejemplo, y yo me pregunto cómo habla eso de mí, de mi familia, de mi cucha, de todas nosotras ¡yo quiero saber! Yo quiero saber y creo que TENGO que saber, porque yo no quiero que la aplanadora me aplane, yo no quiero que mi música se aplane, que mi habla se aplane, que se me aplane la episteme. Yo no quiero globalizarme, yo quiero devenir más y más Tolimense (lo que sea que eso quiera decir, que también está en construcción).
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Foto Marta Orozco Vilarubia
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Creo que esto va a estar relacionado con la pregunta anterior y aquí te quisiera preguntar cómo tu propia migración ha estado estrechamente relacionada con este trabajo. Un tema que es evidente con “Los inmigratas” y que por otra parte también ha sido clave para que haya nacido un proyecto como Flash Amazonas.
Pues ahí aparece una contradicción tremenda, porque de un lado está esa pulsión de ir hacia el fondo de ese hilo que me ata y de otro lado está vivir tan lejos y querer vivir acá donde vivo. Pero es que mano, yo creo que en Colombia yo no podría vivir de lo que hago. Yo soy un bachiller y estoy obsesionado con la fealdad en la música y con bailar mal, ¿cuál es mi mercado laboral? ¿Quién me va a dar trabajo enseñando a cantar sin técnica y a tocar mal la guitarra? Ahí se crea una tensión porque entonces ¿qué? ¿quiero ser Súper Tolimán pero en Madrid? Una mierda.
Esa tensión, de momento, yo sólo la puedo resolver en el plano musical y de esa tensión -como le pasa a los minerales- a veces aparecen vainas chéveres, como poder escribir “Las inmigratas” o la posibilidad de juntarme cada año con Ryota pa' hacer Flash Amazonas.
Con apenas algunos meses de distancia salió el disco de Meridian Brothers y ahora el tuyo. Incluso Eblis colabora justamente en “Las inmigratas”. Para mi ambos son artistas que resuenan demasiado, tanto musical como estéticamente. ¿Cómo fue encontrarte con él para trabajar en esta colaboración?
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Por lo que decía antes de Eblis, yo estoy súper contento de haber concretado esta colaboración. Me da en el mango que uses la palabra "encuentro" porque a mí me habría gustado mucho más poder trabajar juntos físicamente. Ahí brilla la distancia. En realidad Eblis y yo no nos conocemos mucho personalmente. Nos hemos cruzado un par de veces a la salida de algún concierto y yo ya lo había pillado nombrandome en alguna entrevista, lo que me animó a acercármele. Originalmente, yo lo había invitado a trabajar en otro tema del disco pero la cagué de nervioso y como quería dar una buena impresión (léase impresionarlo), le mandé uno de los temas que a mí más me gustaban y que ya estaba muy terminado. Una cagada, porque obvio que en un tema terminado no hay espacio pa' meter la mano. Mucho pendejo. Por suerte Eblis se las arregló pa' mandarme unas guitarras y unos sintes y de ahí se empezó a armar Las inmigratas. Estuvo chévere que salieran así las cosas, cagarla también es bueno. A mí me gustaría aprender a cagarla con más tranquilidad.
Otra colaboración muy bella del disco fue la que hiciste con Raquel Moreno. Esa ilustración de fondo rojo y casi que reptiliano ya es una declaración de intenciones en sí. ¿Cómo fue ese junte y qué piensas de verte retratado de esa manera?
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Uff pues este es uno de los descubrimientos más chéveres de este proceso. Originalmente el arte lo íbamos a hacer con la artista española Marta Orozco V., con la que conformamos el colectivo Poetas menores. Queríamos hacer cosas físicas, cabezas de papel maché, que reflejaran el carácter del disco. Yo quería que el arte fuera un viaje de fiebres, como creo que es la música. Alcanzamos a hacer unas cabezotas que luego hemos usado para fotografías y videoclips. Lo que pasa es que en medio de esto se me apareció una pintura de Raquel Moreno y yo sentí inmediatamente que ese era el arte del disco. Así, instantáneo. Raquel es una fiera con las manos, hace unas cosas increíbles -también toca en una banda- y es de esas personas que hacen ver las cosas fáciles. Nos estuvimos escribiendo, hicimos reuniones de escáip y yo le conté sobre el disco, sobre lo que quería que sugiriera la portada. Le conté que tengo migraña casi todos los días, que tengo mucha rabia acumulada y que estoy tratando de estar a gusto con mis propias fealdades y ella fue dándole forma a lo que terminó siendo el arte. Como ella había empezado a bocetear y todo lo que hacía estaba chévere, decidimos hacer un insert del vinilo de esos que se pueden desplegar. Entonces el disco viene con todas las letras de las canciones y con un montón de sus ilustraciones. Luego todo eso lo juntó Marta que es buenísima dándole forma a las cosas, que es la que se encarga de mi vestuario, mis visuales, mi escenografía y que se encargó de la dirección de arte del disco.
Foto Raquel S Moreno
Volviendo al tema de la migración, me parece que el termino ‘sudaca’ desde hace rato ha dejado de ser un tema peyorativo y se ha vuelto empoderante para muchas personas. Ahora hay podcasts, sellos discográficos e incluso artistas que usan el adjetivo para nombrarse pero siento que muchas veces es desde aquí. ¿Cómo registras tú el término y de qué manera se encuentra en tu propio oficio?
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A mí la palabra no me gusta. No me gusta nada nada. No tanto porque me ofenda -según quién me la diga- sino porque me hace preguntarme con quién carajos estamos hablando. Es decir, ¿reivindicar el término frente a quién y pa' qué? Ese es un término que se inventaron los euracas pa' referirse a nosotras, y yo no tengo nada que reivindicar frente a los euracas. Yo nunca he llamado a mis amigos "sudaca", ni en ningún país del sur en que yo haya estado me han llamado así. Entonces, ¿quién es mi/nuestro interlocutor? Pa' mí eso es construir un movimiento político detrás del culo del hombre blanco, tocándole el hombro, pidiéndole su atención. Al hombre blanco no le importamos un carajo. Yo no quiero ponerle al hijo el nombre de mi antagonista pa' reivindicar nada. Que se jodan.
Hay una tensión similar entre los términos ‘indio’ e ‘indígena’, ¿no? Como que algunos pueblos reivindican el uso de un término frente al otro por su significado político frente a los estados nación o por el carácter histórico. Es interesante la existencia de esa tensión pero yo es que estoy mamao de hablar mirando pa'l norte, mamao de hablar con el centro, aunque entiendo que a veces sea necesario.
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De todas formas, un saludo para el compilado El Sudaca Contra-ataca de In-correcto, que yo quiero mucho y en el que participo.
Cuando tengo fiebre veo la cabeza de un leopardo magnífico, canción por canción
La fiebre/migraña crece y crece y el dolor se vuelve un leopardo que se lo jarta todo. La vida se hace un delirio.
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El Funeral del Rey del Topacio
Asalto y asesinato en el barrio Topacio (Ibagué). Mataron al Rey en una esquina y la sangre del caído atrae a chulos y vecinas. El funeral se vuelve fiesta y la fiesta deviene en banquete antropófago. De fondo truena una cumbia caníbal: ¡Allí van las vecinas devorando al Rey caído del Topacio y de Aguamarina!
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Festival de Rascanuches
Una chica se enamora de una bruja del pueblo y reniega de la catequesis. Se escandalizan el cura y las señoras que van a misa, pero la chica está tragada. Una canción sobre enamorarse de satanás, transmutar en un pisco, güargüerear y volar por la noche sobre los tejados. Siempre que la he tocado en vivo se me ha traba'o el computador.
Las culebras nos esperaban al salir de misa (con Severine Beata)
Cuando yo era chiquito, de la vereda La Chapa (Rovira, Tolima), bajaban a la casa nuestra Don Miguel Cristancho y Pacharrana a tocar guitarra conmigo. Ellos también hacían canciones y había algo en la forma de escribir las letras que yo quería intentar capturar en este tema. Severine Beata hace la música más mágica de España y yo estoy muy orgulloso de que pusiera sus sintetizadores acá.
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Hombre araña
El Hombre Araña es un paraco. Esta es la primera canción del disco que compuse. Mi churri me compró un disfraz del Hombre Araña la segunda vez que parchamos y yo quería escribir una canción sobre el man. Terminó volviéndose un tema violento, porque el hombre araña es un paraco. Al final canto "la cuarta dimensión" y esa es un guiño a un tema de Domenico Lancelotti que se llama “Receita” (¡recomendadísimo!).
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Luz Dary vs. la Junta de Acción Comunal
Luz Dary es la santa del barrio El Topacio y se enfrenta contra la malvada junta de acción comunal que tiene cooptado el poder. El tesorero es cinturón negro en karate pero Luz Dary tiene el respaldo de los vecinos. 'Luz Dary' también es un apodo que le tengo a mi esposa y esto es lo más cercano a una canción de amor que hay en el disco.
Las inmigratas (con Meridian Brothers)
Esta letra está inspirada en La nueva mestiza , un libro de la escritora chicana Gloria Anzaldúa que es una luz pa'l corazón y un golpe en la jeta. De veras, es un libro increíble. "Paleto" sería el análogo español para "montañero", que es lo que yo siempre he sido, unas veces más secretamente que otras. Al final yo sigo siendo un man de pueblo grande, un acomplejado y un resentido. Esta es mi canción pa' celebrar eso y pa' llamarme la atención por irme birlochando -de birlocha-.
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Los niños de Venadillo contra los del municipio de Limones
El título lo explica todo. Batalla campal entre los niños de dos ilustres pueblos tolimenses. Canción calentana.
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El vivo al muerto y el hoyo al baile
Perrear no siempre ha sido tan bueno. Perrear era usar los perros mastines pa' perseguir gente. Esta es la persecución de un hombre al que van a pelar en un basurero, lo persiguen perros, un cura y un traqueto/terrateniente en camioneta.
Las urracas
Este es un merengue sobre dos urracas se aman y se despluman hasta morir.
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