Punto Aparte , el cuarto álbum de Izla, el MC vallecaucano de 37 años, es un registro maduro de la vida caleña desde su barrio, La Isla. Hablamos con él.
Por Santiago Cembrano @scembrano
“¿Vos de qué barrio sos?” le preguntó Don Quiño antes de salir de Cali hacia Bogotá a un Hip Hop al Parque, cuando el festival todavía se celebraba en la Media Torta. Él, que venía del norte de Cali, le respondió al integrante de La Fraternidad que era de La Isla.
En La Isla, a diferencia de, digamos, el distrito de Aguablanca, no abundaba el hip hop. Pero ese era su lugar, el que él representaba, la plataforma desde la que quería rapear. Su barrio se volvió su chapa, y no le desagradó. Cambió la “s” por una “z” para estilizarlo, y así nació el nombre artístico de Izla.
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El nombre ya lo anticipaba: siempre había estado un poco aparte, distinto de lo que lo rodeaba, como la tierra del agua; con la mirada y la ambición puestas más allá de lo que muchos alcanzaban.
Punto Aparte
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Punto Aparte es el nuevo disco de Izla, ya un veterano rapero de 37 años. Es su cuarto álbum como solista y llega para suceder a Playin’ 4 Keepz (2021), un EP colaborativo con Big Mic, Bugalú, Nichess One y West 910, y ProjectSiones (2019), también junto con Big Mic.
La semilla del disco la sembró Rapdial 96, figura importante de la historia del rap caleño que surtía de rap a Izla y a su amigo El Loco John a inicios de siglo . Cuando el rapero también conocido como La Chuzma estaba distraído y más concentrado en el embarazo de su mujer, los beats que le pasó Rapdial lo enfocaron. Empezó a hacer canciones y cuando acabó tenía 14 y un disco del que se sentía orgulloso.
Sobre pistas oscuras y amenazantes —que son consonantes con el auge del rap neoclasicista de los últimos años— manufacturadas en su mayoría por West 910 y Rapdial96, Izla reflexiona, con la calma y agudeza que traen los años, sobre lo que piensa, lo que vive y lo que ve .
Cuenta sus experiencias y las de sus amigos que no rapean. La canción Punto Aparte retrata las luchas que hay en cada esquina de Cali y del mundo, Real Luv Story es una carta de amor a su hijo Jamal, Nos Están Matando aborda lo vivido durante el Paro Nacional de 2021 y Camina En Mis Zapatos cuenta lo difícil que puede ser llevar una vida derecha luego de haber delinquido.
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"Entre Colombia y la Costa Este gringa"
Izla lo mantiene estricto, siempre. Mantiene un eje definido entre Colombia y la Costa Este gringa: los invitados al micrófono en Punto Aparte son W910 (Cali), Colasil (Búfalo), Pazifik Zoul (Cali), Eddie Kaine (Brooklyn), Big Mic (Barranquilla), Jamblock Jr (Bogotá), Reloj (Cali) y Twistello (Búfalo).
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La escuela de Izla es ortodoxa; su meca, Nueva York. En su registro sin decorar, sus rimas directas y su actitud combativa se sienten el impacto de Wu-Tang y de Mobb Deep . Hoy, cuenta, escucha sobre todo el rap underground que representan tigres como Mach-Hommy, Planet Asia y Griselda.
Por eso el sonido del disco no saca sonrisas ni alegría, nada de Cali pachanguero, sino miradas crudas y gestos huraños en una ciudad que, pese al sol, se mantiene sombría entre la falta de oportunidades, el crimen y la violencia policial, entre la lucha del bien y el mal, motivo constante a lo largo de Punto Aparte .
Desde que grabó su primera canción en 2004, Izla eligió que además de escucharlo ávidamente quería hacer rap y plasmar su mundo a través de él.
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Vivió en Bogotá por años luego de que su amigo Flaco Flow (sí, ese Flaco Flow) lo invitara a trabajar en su barbería y allá le dio impulso a su carrera tras publicar su debut Vivencias (2011). Pero su lugar de enunciación nunca estuvo en duda: así como su acento, siempre ha estado en Cali.
Aunque no frecuente los eventos de rap de su tierra, es a Cali a la que quiere elevar en el panorama del hip hop internacional, si bien se enorgullece de elevar la bandera colombiana. Su mentalidad está clara en El Favorito : se siente destinado a vivir su sueño, a recoger los frutos del tiempo invertido, a hacer historia sin inventarse historias.
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Hablamos con Izla sobre su nuevo álbum, Punto Aparte.
Desde el título usted se separa; quizás de lo que estaba haciendo antes, quizás del resto del panorama. ¿Entonces, de qué toma distancia al decir que este disco es Punto Aparte ?
Soy punto aparte no solo en la música sino en mi manera de ser. A Cali la rige la salsa, y yo la amo, pero hacer y vivir hip hop en esta ciudad es ser punto aparte, marcar una diferencia. Y aparte de eso, el hip hop que me gusta hacer tiene unas influencias particulares.
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Llamo al álbum Punto aparte porque no quiero hacer lo mismo del montón: en la música, en lo personal, cómo pienso. No me dejo llevar por las modas o lo que esté pegando en el momento: soy yo. Uno sabe que el hip hop aquí no es algo masivo, lo escuchan pocas personas. Uno hace música para ellos, el remanente. Si yo hiciera salsa de pronto estaría pegado en toda la ciudad.
Usted plantea al hip hop de Nueva York como el fundamento y que los afroamericanos son el referente. ¿De qué forma esta tesis marca su proceso en el rap?
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Brother, yo escucho hip hop desde chamaquito. Me atrajeron su forma de vestir, cortes de cabello, el estilo, la música, las películas. Y cuando empecé a profundizar entendí que allá nació. Las influencias son esas. Yo hago referencia a esto porque uno debe conocer siempre las raíces y los orígenes de todo. Hay gente que no sabe mucho de la historia del hip hop y se les olvida de donde viene.
Al César lo que es del César. El hip hop nació allá y los afros son los referentes mundiales: es la gente que hizo música, industria, películas. Ahora hay mucho hip hop, las influencias pueden ser latinoamericanas o europeas. Y el hip hop en Estados Unidos ha cambiado, pero todavía están los que lo hacen como es. Por eso creo que debemos tomar buena referencia. Y eso ayuda. Cuando uno estudia, eso ayuda a crecer, uno aprende a rimar. A los beatmakers les da una idea a la hora de hacer sus beats. Esa gente va muy sola y adelantada haciendo música.
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De ahí viene entonces también el sonido del álbum, ¿no? Hablemos de las pistas de Rapdial 96 y de W910 y de cómo inspiraron las canciones.
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Tengo claro que quiero hacer. Yo no coloco mi música en la barbería, sino timba y salsa. Pero si por alguna razón algún cliente sabe que hago hip hop, me pregunta por qué no hago trap o cosas así, como diciendo que por qué no lo hago comercial. Pero yo hago lo que me nace y con lo que me siento bien. Crudo, aunque en “Peace” salió una canción más movidita, la más vaciladita o parchada que he hecho.
El disco tenía que sonar serio, y tenía que escoger bien los beats. No quería un beat al afán. Cada vez que estos manes me pasan beats, es como si el beat me dijera “Hábleles, Izla, hábleles. Riéguese ahí, derrámese, usted ya sabe de qué tiene que hablar”.
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El beat transmite tanto que uno no se puede quedar callado. Hay veces que estoy peluqueando y se me viene algo a la cabeza y digo “Esto tengo que escribirlo porque es serio”. Y se me quedan mirando raro y yo “No, todo bien. Relájate que estoy haciendo unos apuntes”.
W910 tiene un color oscuro, grimy. En “Se Jodio” es la que hice con Big Mic se me dio para escribir cómo viven los menores en el barrio, así de acelerados. Y con Rapdial, él me había pasado el beat de Real Luv Story . No lo utilicé en el momento, pero supe que lo iba a usar. Él vino a peluquearse a la barber y le dije “No vaya a darle ese beat a nadie más, yo lo tengo para una canción”. Cuando nació mi hijo, supe que ese beat era el que necesitaba para contar la historia.
Saltemos de Nueva York a Cali: ¿Cómo plasmó la vida en su ciudad en este trabajo? Se siente cochino, con todas las mierdas de la calle.
Mientras escribía pasaron sucesos. En Rimando Sobre Un Beat hablo del asesinato de un pelao en el barrio. Camina En Mis Zapatos es el relato de un parcero que estuvo vivienda una situación fuerte, esa es su voz en el interludio. Cuenta el diario vivir de mucha gente en Cali y en el mundo: hay que sobrevivir.
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Hay gente a la que le toca a diario guerrearla para conseguir un peso. Puede que haga cosas que no son muy bien vistas por todos, pero, como dice mi parcero, entonces qué: no se puede morir de hambre. Y mientras hacía el disco también pasó lo del Paro. De ahí salió Nos Están Matando . Vivimos noches bastante malas. Mandaron a acabar con la población caleña a favor del paro.
Toda esa cotidianidad que se vive en Cali marca el álbum y da contenido para escribir. Se siente sucio porque uno vive acá 24/7, ¿sí pillás? Uno está expuesto a toda esa clase de situaciones. Sí, el álbum se siente barrio es porque cuento los relatos que vivo a diario. Lo que uno ve, lo que uno analiza y lo que me pasa. Eso es lo que le da el color al disco. Yo no estoy hablando de cosas ficticias. Son cosas que cualquier persona que viva en un barrio va a poder entender.
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¿Cómo vivió usted el Paro y toda la violencia con la que el Estado lo buscó contrarrestar?
Uy, socio, la verdad fue fuerte. La tensión fue durísima, so. Esto era Vietnam. Cali of Duty. Cuando empezó el estallido social, la policía se guardó. Cuando empezaron a dispararle a la gente, sabían que estaba mal y que meterse a un barrio caliente implicaba que les iban a devolver. Usted se puede imaginar esas calenturas de barrios sin policía. Entonces la gente empezó a sacar su fuete: “Voy a cuidar mi negocio y mi casa. El que se meta lo desbarato”.
Cuando todo se puso feo, llegar a un punto de concentración era feo. Las calles estaban solas y el miedo era que a uno lo cogieran los tombos y lo desaparecieran. Tocaba encontrarse con varios y salir en grupo. Fue una calentura total, mi so. Fue un tiempo de bastante zozobra. Trajeron policías de otro lado, y no nos querían, eran racistas.
En el barrio, cuando se ha calentado durísimo y hay guerras internas, me ha tocado vivir la tensión. Yo sé qué es sentir el rigor de un barrio pesado. Pero sentir el rigor no solo del pedazo sino de toda la ciudad quizás se vivía en los tiempos de los narcos, pero entonces yo era muy chamaco. Es la primera vez que yo siento un rigor así en toda la ciudad.
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Ya lleva varios álbumes bajo el brazo. ¿En qué momento de su carrera se siente? ¿Y cómo siente que ese momento impacta en Punto Aparte ?
Yo siempre me he considerado un estudiante, un alumno, de la vida y del hip hop. ¿Sentirme un veterano? No, brother. Acá hay gente que hacía hip hop cuando uno todavía estaba mocoso. Sí hay una madurez en el proceso, pero no me siento un OG. Este álbum es más sólido, se siente la madurez desde el primero. Fue muy bien escogido en cuanto a los beats. Fue mejor trabajado y eso tiene que ver con el hip hop y lo personal, todo se mezcla. Estoy muy contento, ojalá los que lo reciban puedan sentirlo así.
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¿El nacimiento de su hijo Jamal tuvo que ver con esa madurez? ¿Cuál fue su impacto en el proceso de Punto Aparte ?
Sí, exacto. Desde que nació Jamal estoy en otro cuento. Uno piensa mejor las cosas antes de hacerlas. Ahora hay otra vida más que me espera en la casa, además de mi mujer y mi madre, una vida que depende de mí, por la que meto el pecho, no desfallezco, sigo adelante. Verlo recién levantado y cambiarle el tete es una responsabilidad muy bonita y especial. Ver al niño al 100% al cuidado de uno me motiva.
En Rimando Sobre Un Beat digo que Jamal ya viene en camino. Y después de que llegó ya se nota, hablo de él. Entonces él estuvo en todo el transcurso. Este álbum se lo dediqué a mi hijo. Si el día de mañana no vuelvo a hacer más hip hop, ahí queda un recuerdo que va a quedar pa’ toda la vida Yo me imagino a veces cuando él crezca y pille y yo le diga “No, mijo, esto fue algo que yo le quise regalar a usted. Es para toda la vida. Y la gente sabe que es pa’ usted”.
En este álbum hay partes jodidas pero al final hay un aura celebratoria, ¿no? ¿Cuál es el estado emocional que captura Punto Aparte ?
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En este álbum, celebro el paso a paso que me he ido ganando. En estos momentos, siento que mi música está llegando a mucha más gente. El respeto me lo he ido ganando paso a paso, lo digo en una rima. A mí no me ha tocado fácil. Todo es independiente y personal. Con las uñas Records. Si en este momento hay algún reconocimiento es gracias a Dios, que da la vida y la sabiduría, y al amor por esta cultura, a meterle el hombro.
Hay que mantenerlo real. En mis letras me desahogo. El hip hop es la mejor plataforma para uno desahogarse, socio y ahí salen las mejores letras. Es la rapperterapia. Ahí está plasmado mi día a día, mis sentimientos, lo que yo siento, como yo vivo. Pongo mis emociones en el rap, sin ocultar las cosas. Cuando digo “Diablos, ¿esto qué?”, lo plasmo; cuando estoy feliz, también. Cuando digo “Es mi momento de brillar” no lo digo porque sea famoso, sino porque siento que estoy haciendo bien las cosas, me siento a gusto con lo que hago y a la gente le está gustando.
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