A mediados del 2014 Colombia estaba comenzando dos cruciales y esperenzadores momentos: por un lado, los diálogos de paz en La Habana entre gobierno y las FARC estaban llenando de promesas y optimismo al país y, por otro, la Selección volvía luego de 16 años a un Mundial de Fútbol. Aunque una cosa parecía muy distante de la otra, uno de los mejores periodistas políticos de El Espectador encontró una historia secreta que las unía: hubo un momento en la mesa de negociación política en la que el fútbol fue una de las llaves para conseguir la paz.
Por Alfredo Molano Jimeno
El partido marcaba el minuto 29 cuando volvió a sonar el celular de Camila. Al colgar, expresó con un gesto de desconsuelo: “Gol de Chile 3- 0, vamos perdiendo”.
La tragedia de los últimos dieciséis años, pensé, y dije resuelto: “dígales que no nos cuenten más”. Antes de comenzar mi entrevista a las guerrilleras Camila y Bibiana, quienes forman parte de las delegación de paz de las FARC en Cuba, les había advertido que nuestra obligación común ese 11 de octubre era estar pendientes del encuentro entre Colombia contra Chile en Barranquilla, ya que ese día se definía la clasificación al Mundial de Brasil 2014. Sin embargo, cuando llegó el 3-0 en contra, era preferible olvidarse del fútbol y dedicarse al periodismo, al proceso de paz, a lo que en realidad nos llevaba a La Habana. Entonces nos concentramos en el trabajo. Sin muchas interrupciones, Camila y Bibiana contaron sus peripecias en la insurgencia, con dramáticos detalles sobre lo que se vive en la guerra. Cuando la conversación terminó, yo no sabía qué decir frente a las revelaciones. Ellas no salían del impacto tras hacer la catarsis de sus experiencias de vida. El tema que rompió el hielo fue el fútbol y salimos a buscar un televisor para saber cómo iba el encuentro.