Por: Luis Fernando Mayolo - @Mayolito
Si pensaba que el comercial de Santos: "Y usted, ¿prestaría a sus hijos para la guerra? " no trascendería más allá de una simple campaña publicitaria reeleccionista y oportunista, se equivocó rotundamente, porque además de causar ampolla entre sus contradictores, abrió nuevamente un debate nacional que parecía haberse quedado en el olvido para la opinión pública: la eliminación del servicio militar obligatorio.
Una promesa de campaña, que como tantas otras desde ya asumió el candidato presidente como bandera coherente de su discurso de paz en un escenario postconflicto, argumentando que "no es un secreto que muchos de los jóvenes que prestan servicio lo hacen porque no pueden pagar la libreta militar".
Un secreto a voces que todos los que pasamos por ese momento podemos dar testimonio, sacando de esta generalización a aquellos casos contados de jóvenes patriotas y comprometidos que fueron al ejército por convicción. Si no le parecen convincentes estas afirmaciones fácilmente puede hacer una encuesta entre sus conocidos.
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Pero, ¿qué tan creíble podría ser una propuesta de estas en plena campaña electoral cuando nunca ha sido una prioridad para el gobierno actual, tanto como para los que le precedieron?
Hablamos con una de las organizaciones que ha estado dando la batalla desde tiempo atrás: 'Acción colectiva de objetores y objetoras de conciencia' , para empaparnos un poco de los testimonios de los que van más allá de las campañas e intentan con determinación construir un país diferente.
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¿Cuál es realmente su lucha?
Aunque tenemos varios campos de acción nuestro objetivo realmente es la desmilitarización de la sociedad.
¿Cómo reciben la propuesta de Juan Manuel Santos?
Es complejo creer en una iniciativa que surge en época electoral, de eso no hay la menor duda. La propuesta no es nueva, incluso hay varios proyectos que se han tramitado propuestos en el periodo de Álvaro Uribe Vélez, pero el resultado paradójicamente fue el contrario, ya que la fuerza disponible se dobló.
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Pero no se puede negar que es una propuesta consecuente con su proyecto de Paz...
Si claro, pensamos que es consecuente con su propuesta de paz, porque para que sea real tiene que tocar directamente a las fuerzas militares. La reducción del presupuesto de defensa y el cambio de enfoque en su trabajo viene de la mano.
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¿Están de acuerdo con la propuesta de cambiar el servicio militar por uno social obligatorio?
No somos partidarios de la imposición, porque creemos que es el estado el que debe hacerlo, pero en la coyuntura podría ser útil si están claras las condiciones. Hay unos estándares internacionales de servicio social alternativo para los objetores de conciencia.
¿Ustedes hablan de objetores de conciencia, pero en la práctica este derecho nunca ha sido garantizado con firmeza?
Este derecho fue reconocido por la Corte Constitucional en el 2009, pero después de este periodo cerca de ocho proyectos de ley se han hundido en el congreso. Eso da muestras de falta de voluntad, por eso es difícil creer.
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¿Entonces, declararse en Colombia como objetor de conciencia es una utopía?
A pesar de este reconocimiento, los objetores no han tenido un escenario real. El resultado termina siendo que los jóvenes son reclutados de forma ilegal o aplazados por tiempo indefinido. En la práctica las autoridades judiciales tampoco lo reconocen. Hay un limbo jurídico, porque no existe una autoridad que garantice el derecho.
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El futuro entonces es desalentador...
No lo creemos auqnue la paz por estos días es un concepto raro, porque se utiliza como bandera desde todos los sectores. Lo importante es romper con el círculo vicioso de la violencia, atacando las causas estructurales. Esta es una iniciativa que agrupa una multitud de entidades sociales.
¿Y cómo se hace?
Nuestro trabajo tiene relevancia en la formación que se hace en colegios e instituciones educativas, porque es importante el desmonte de los imaginarios violentos en las comunidades. El trabajo es por ahí, porque la paz no llegará solamente con el silencio de los fusiles, tiene que ver con el derecho de las personas. El proceso es largísimo y llevará mucho tiempo, lo que se habla en La Habana es sólo el inicio.
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