Del Cocuelo a Bogotá, de gente conservadora a chicos con la mente abierta, dispuestos a todo y con la riela llena de tinta: así vivió nuestro Turner, la convención de tatuadores. Allí llegó a desmitificar todas esas cosas que escuchó sobre tatuajes y sobre la gente que se llena el cuerpo de arte. Aunque no se le midió a hacerse uno, sí aprovechó para fastidiar a la gente con sus preguntas incomprensibles, impertinentes e intrépidas.