Rosario Tijeras es una de las novelas más importantes de la literatura latinoamericana. Escrita por Jorge Franco y publicada en 1999, logró un impacto literario por retratar una época violenta en Medellín a finales de los 80 y 90.
Su historia fue llevada a la pantalla gigante en el 2005, la película fue dirigida por Emilio Maillé y protagonizada por Flora Martínez . Después, inspirados en la película, estrenaron la serie en 2010, protagonizada por María Fernanda Yepes .
Rosario regresa ahora en una novela gráfica, una adaptación de Pablo Guerra , ilustrada por Henry Díaz con la bendición de Jorge Franco . Invitamos a Henry para que nos contara en este draw my life, ¿cómo se imaginaban a Rosario? y nos hablara acerca de la novela gráfica en Colombia.
Este nuevo proyecto buscaba darle a Rosario una imagen más universal, aprovechando la libertad del dibujo. “Las características del proyecto nos permitieron hacer una exploración del personaje, más personal. Una idea real de dónde salió, buscar en los archivos fotográficos de la Medellín de los años 80 a una Rosario distinta a la de la televisión y el cine, una lógica más personal, porque éramos un equipo más pequeño de producción, Henry yo y la ayuda de Jorge, pero teníamos la posibilidad de arriesgarnos por otros lados” afirma Pablo.
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Fue un reto para Henry y Pablo pasar de la literatura al lenguaje gráfico sin perder detalles importantes de la obra. Para lograrlo, dividieron la novela en ocho capítulos seleccionando los momentos más relevantes. “Quería mantener los recuerdos y esos momentos en los que salta al pasado y los tiempos se juntan. Pero quería saber el momento exacto que iba a incluir en el guión, eso me permitió sacar y mezclar cosas. De hecho, hay una parte de la adaptación que es nueva, en uno de los capítulos finales metimos algo distinto en esa lógica de darle una función particular a unas anécdotas y unos hechos que en la novela tienen otra función” cuenta Pablo.
Esta novela se suma a la producción de cómics locales, con historias que suceden en Colombia. Desde hace una década, las editoriales están apoyando este proceso creativo, y los ilustradores han logrado visibilidad con obras nuevas o adaptaciones.
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“Yo creo que es un libro que me dio la oportunidad de hablar de una época informativa, es un libro que generacionalmente lo remite a uno a un primer momento en el que no se choca con la realidad del país y tiene esa sensación de confusión, pero que también le recuerda esas ganas de salir y de retar la realidad desde la adolescencia, es una especie de ciclo que se cierra.
"Yo recuerdo haber leído el libro en el 99 y sentía que ese era un libro que hablaba con lo que a mí me gustaba leer, que eran cómics, entonces haberlo podido adaptar era cerrar ese ciclo que pude hacer finalmente después de dar muchas vueltas. Siento que abre una puerta para poder seguir dialogando con la literatura colombiana”, concluye Pablo.