“No sé por qué les cuesta tanto entender que el amor no tiene límites? Mientras vivimos y respiramos, los humanos tenemos la capacidad de producir cariño sin medida”, Fernanda.
El concepto original de fidelidad se deriva del latín fidelitas y significa servir a un Dios, incluso en el sistema feudal se asociaba claramente con serle leal a un señor o un rey. Evidentemente los tiempos han cambiado un trisito, pero la manera tradicionalista que tienen muchos de entender las relaciones románticas pareciera que no.
Mientras hay quienes insisten en retorcerse de la indignación frente a la idea del matrimonio gay -aprobado legalmente en Colombia hace más de un año, ya supérenlo- y muchas parejas se jactan de que su elección de ser monógamos es la prueba definitiva del amor verdadero, se les olvida el pequeño detalle de que entre el negro y el blanco lo que hay es millones de matices de gris, entre ellos las personas que optan por las relaciones poliamor.
Fernanda tiene 34 años y lleva desde los 18 con su esposo. “Si no fuera por el poliamor, esto se hubiera ido al carajo hace rato” dice. Su relación abierta comenzó un domingo cualquiera de los de pijama y desayuno en la cama, “estábamos llenando por fregar una de esas encuestas de amor de Vanidades y una de las preguntas era, ‘¿qué piensan de la monogamia?’ Sin pensarlo los dos escogimos ‘es una expectativa poco realista’”, cuenta ella. Al poco tiempo habían tenido su primer trío con una compañera suya de la oficina. “Ahora mismo compartimos relación con otras dos personas, que queremos un montón, y cada uno sale por su lado con otro par más”.
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Las relaciones poliamor, a diferencia de lo que puedan opinar quienes se aferran a los conceptos socialmente aplaudidos de amor, pareja y familia, no son bacanales desmedidos de sexo, ni tampoco relaciones infieles. Son uniones en las que los involucrados asumen, aceptan y comparten de manera sincera y abierta su deseo de estar románticamente con más de una persona. Si lo pensamos son, en realidad, más honestos que los que se paran frente a un altar a jurar serle fiel a una persona “hasta que la muerte los separe”, solo para andar montando cachos por detrás de la manera más vil.
Para sorpresa de -casi- todos, el nivel de felicidad de las parejas poli no se debe al “permiso” que tienen de tirarse a quienes quieran -de nuevo la vaina no es ni siquiera así-. De acuerdo con un estudio publicado en The Archives of Sexual Health los participantes en relaciones monógamas dijeron estar bastante insatisfechos con el nivel de comunicación que tienen con sus parejas. Mientras que las parejas poliamor realmente tienen a compartir todo entre ellos, incluyendo una comunicación abierta.
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“Cuando Lili* y yo nos enamoramos el término ‘poliamor’ ni existía en nuestro radar. A uno le enseñan desde chiquito que eventualmente va a encontrar el amor de su vida, va a adorar y serle fiel a esa persona por el resto de su vida, un día tendrá hijos y punto. Pero la vida no es tan cuadriculada, los caminos siempre pueden cambiar”, cuenta Andrés*, de 38 años, que lleva seis años con su pareja inicial y hace dos comparte corazón y casa con Camila* y los dos hijos de ella.
Camilla y Lili habían sido bff’s y cuando su marido murió, Camila quedó a cargo de dos niños de cinco y siete años. Andrés y Lili le echaron mano en todo: las tareas, el mercado, la cocinada, las recogidas…”Se fue dando de manera súper orgánica, hasta que fue claro para mí que me había enamorado de mi mejor amiga y de su marido. Después de una cena, tres botellas de vino y una conversación larguísima, los niños y yo nos pasamos a vivir a la casa de Lili y Andrés”, dice Camila. Para ella el rollo más pesado fue contárselo a los abuelos de sus hijos y lidiar con el estigma social que genera su inusual familia. “La gente juzga mucho, se mete mucho y critica mucho algo que no entiende, sólo porque se le sale de las reglas de lo ‘normal’. Para nosotros lo normal es tener una casa que está inmensamente llena de amor’.
A quienes mueren del espanto pensando en el daño a la “moral y las buenas costumbres” de los niños que puede dejar la crianza por una familia poli, basta con recordarles que en casi todas las sociedades del mundo, incluida la Colombiana, los peladitos son criados por “tribus” enteras. Los abuelos, vecinos, tíos, primos, niñeras, empleados domésticos, profesores y amigos, todos tienen que ver en la formación de los pequeños. Maria Pallotta-Chiarolli, autora, investigadora y profesora de diversidad de género, sexualidad y familia asegura que “la mayoría de los niños son felices de crecer con muchos adultos. Estos niños son más perspicaces, sabios y abiertos a entender la diversidad de religiones y culturas”.
“Los niños viven felices, ahora que todo el mundo se tranquilizó. Tienen dos mamás, un papá, ocho abuelos y creo que estamos criando no sólo personas felices, sino de mente abierta, en medio de una sociedad que tira hacia la agresividad y el juzgamiento, creo que es importante criar personas que reciban y den mucho amor”.
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Los poli no viven relaciones anárquicas, sino que van ajustando sus límites, sobre la práctica, de acuerdo a lo que les vaya funcionando o saliendo fatal. Andrés, Camila y Liliana mantienen relaciones con otras personas, pero siempre usan condón, nunca se quedan a dormir por fuera y jamás invitan a sus otras parejas a la casa, para cuidar el espacio que comparten con sus hijos. A Fernanda y su esposo nunca los picó el mosquito de tener niños, así que sus reglas son simples: honestidad total sobre sus otras relaciones, sexo seguro siempre y por lo menos un date semanal de solo ellos dos.
A principios de junio tres colombianos: Manuel, Víctor y Alejandro firmaron en la notaría sexta de Medellín un documento que los certificó como “régimen patrimonial especial de trieja”, es decir son la primera familia poli reconocida legalmente en el país. Duélale al que le duela, los tiempos se están ajustando para darle cabida a todos.
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Antes de que me salten a la yugular aclaro que no pienso que sea imposible serle fiel a una sola persona. Finalmente por encima de los deseos del cuerpito está -por lo menos en teoría- el poder de decisión, lo que sí digo es que juzgar a otros por la manera como eligen vivir el amor no le compete a nadie. También pienso que si nos despojáramos de tantas capas de inseguridades tontas, estándares sociales sin sentido y dictámenes impuestos por las tradiciones religiosas, más de uno quisiera explorar una relación abierta. En la práctica lo que construye y sostiene la fidelidad es ser verdaderamente honestos y respetuosos de los pactos construidos entre dos, o más.
Y como lo dice el Mexicano Salvador en este video compartido en la página de Facebook de Zoomin. TV Español “yo le recomendaría a cada gente que se busque la relación que lo haga feliz. Si es dos, es de tres o es de seis, pues que bueno…”
*Seudónimos
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