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¿Por qué nos obsesionan las infidelidades de famosos?

Los recientes triángulos amorosos de figuras públicas (Shakira, Rosalía, Peso Pluma, Westcol, Petro) y su efecto viral nos dicen más de lo que creemos sobre nosotros mismos. 

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¿Por qué a Internet le importa tanto la infidelidad de personas como Shakira y Piqué, Petro, Westcol y Aida o Rauw Alejandro y Rosalía?
Shakira, Gustavo Petro, Westcol y Aida Merlano, Rosalía

Cuando una pareja rompe y la causa es una infidelidad, pasa algo parecido que cuando alguien muere repentina e inesperadamente: la gente alrededor empieza a murmurar, se empiezan a preguntar en voz baja “¿qué fue lo que pasó?”.

Hay, en el fondo, un deseo por saber las causas del deceso —de la persona o de la relación —. Tal vez porque necesitamos saciar la curiosidad o para conocer todos los detalles y llegar a la conclusión de que “eso no me va a pasar a mi o al menos no lo voy a permitir”. En todo caso, las infidelidades, sobre todo las ajenas, obsesionan a una buena parte de la sociedad.

Esther Perel, psicoterapeuta y escritora belga que se ha convertido en una especie de gurú gracias a su experticia sobre relaciones amorosas, escribió en su libro El dilema de la pareja que “El adulterio ha existido desde que el matrimonio fue inventado, así como el tabú en su contra. Ha sido legislado, debatido, politizado y satanizado a través de la historia. A pesar de su amplia denuncia, la infidelidad tiene una tenacidad que el matrimonio tan solo puede envidiar, tanto que es el único pecado que recibe dos mandamientos en la Biblia, uno por cometerlo y otro solo por pensarlo”.

Es, dice ella, un tabú ancestral universalmente prohibido y, aún así, universalmente practicado. 

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La mayoría de las personas tropiezan con la idea de infidelidad a muy temprana edad. Ya sea porque escuchan la llamada telefónica entre una madre herida y una tía consejera, porque la pequeña pero madura compañera de pupitre en el colegio les contó sobre la nueva novia de su padre o, simplemente, porque todas las tramas de las novelas que vieron en su infancia tenían que ver con la dramática ruptura de corazón a causa de una amante pérfida.

Entonces entendemos, sin entender, que infidelidad es igual a tortura, a daño, a calvario. Luego, en la adultez, el monstruo se hace real y se mete en el cogollo de las relaciones románticas. Y, extrañamente, eso que tanto espanta, es también irresistible cuando se trata de los otros.

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Ese tabú ancestral ha originado guerras, muertes, desfalcos económicos y desestabilizaciones políticas; también ha alimentado infinitas reuniones sociales con conjeturas sobre quién es víctima y quién es victimario. Las infidelidades existen hace siglos pero persiste la incapacidad para lidiar con ese suceso de una manera menos radical.

Quizá lo único que ha cambiado es el vehículo para fusilar a los “traidores”; las redes sociales transformaron los triángulos amorosos en polígonos deformes. Cualquiera detrás de una pantalla, con el anonimato como súper poder, puede sentirse parte de la historia. Es ahí donde se crean bandos, se juzga, se sentencia y se mete el dedo, virtualmente hablando, en la llaga de los implicados.

...hay una parte de los consumidores que sienten los agravios de sus ídolos como propios. 

Pocas cosas generan tanta efervescencia en redes sociales como una infidelidad entre personajes públicos. Comunicados oficiales, notas en medios de comunicación, hilos en X de gente comprometida con resumir los hechos, reels y Tiktoks. Y mientras estos personajes encuentran ahí un atajo para llamar la atención (es decir, para hacer dinero), hay una parte de los consumidores que sienten los agravios de sus ídolos como propios. 

En 2023 la decepción amorosa de Shakira cobró relevancia mundial. Ese episodio en el que el poco simpático Gerard Piqué le fue desleal a la barranquillera con Clara Chía, resultó en un disco de la artista en el que la consigna fue convertir sus diáfanas lágrimas en fajos gordos de billetes verdes.

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Desde entonces las redes sociales han transmitido un torbellino de dramas de parejas del mundo del entretenimiento, la desnutrida farándula criolla y la política, a causa de traiciones: Peso Pluma y Nicki Nicole ; Cristian Nodal, Cazzu y Ángela Aguilar; Béele, Camila Rodríguez e Isabella Ladera; WestCol y Aida Merlano; Rosalía y Rauw Alejandro; Nataly Umaña, actriz colombiana, cuya infidelidad fue transmitida en vivo y en directo a través de un reality y la supuesta infidelidad del presidente Gustavo Francisco Petro en tierras panameñas .

Shakira Bizarrap Session 53 cancion escuchar
Shakira en la BZRP Mussic Sessions # 53
// Bizarrap

¿Por qué nos obsesionan las infidelidades ajenas?

Ana María Constaín, psicóloga integrativa transpersonal y terapeuta individual y grupal, explica que antes las infidelidades atentaban contra la vida: “las personas podían morir si eran infieles porque estaban en juego muchas cosas en términos de alianzas políticas, de herencias y era muy peligroso para un clan que existiera alguien fuera del matrimonio. Esa información la tenemos todavía, la humanidad evolucionó muy rápido pero las creencias y memorias no, y se siguen transmitiendo de generación en generación. Cuando esas cosas pasan se ponen en juego unas memorias muy primarias y ancestrales de peligro, de ‘vas a perder matrimonio, te vas a quedar criando solo, vas a ser desheredado’. Una parte de nuestro sistema no ha entendido que eso no funciona así ya”.

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Alejandro Servin es antropólogo digital y con su empresa Antropomedia se dedica a estudiar fenómenos digitales.

“La relación de Shakira me afecta en la medida en que siento que eso me lo están haciendo a mí porque yo me siento parte del mundo de ella y de su historia aunque ella no me conozca. Una explicación puede darse a través de la psicología y las neuronas espejo que permiten generar empatía. Estamos programados para sentir empatía con los demás y si yo tengo una afinidad hacia un personaje, puede que mis neuronas espejo respondan. La situación por la que puede estar pasando esa otra persona yo la siento casi propia”.

Pero para Alejandro hay otros motivos que explican la conmoción que genera un acontecimiento de traición.

Una se puede explicar desde la necesidad de saber de lo ajeno para protegerse. “Enajenarse es un concepto que significa estar en lo ajeno y lo hemos aprendido desde que emergimos como especie partiendo de cómo nos podemos defender y cuidarnos siendo seres sociales. Hay antropólogos que se han interesado mucho en el tema y han analizado especies, como los cuervos, que cuando ven que a un cuervo enfermo o moribundo lo rodean y lo empiezan a observar en vez de ayudarlo. Lo hacen para aprender de qué se tienen que cuidar o qué le pasó, para poder sobrevivir”.

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La otra tiene que ver con un deseo de entretenimiento. “Historias que conocemos, como la Ilíada por ejemplo, nos han enseñado a construir narrativas a partir del triángulo dramático. Las historias de infidelidad nos encantan por lo complejas que son: adivinar quién es la víctima y quién victimario nos engancha más todavía. Nos gusta entretenernos”, explica Alejandro.

Rosalía - infidelidad Rauw Alejandro
La cantante catalana Rosalía y su expareja Rauw Alejandro fueron víctimas de un caso público en el que se acusó a Rauw Alejandro de ser infiel con una modelo colombiana.
// Gettyimages

En el año 2023 la aplicación para encuentros extramatrimoniales Gleeden realizó una encuesta para sondear los niveles de infidelidad en el continente. Colombia fue, después de Brasil, el segundo país con mayor número de personas que aceptaron haber sido infieles.

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De las personas encuestadas el 75 % afirmó que la infidelidad de su pareja resultaría en el fin definitivo de la relación. A pesar de estar rodeados por infidelidades, cercanas y lejanas, el tema se sigue abordando con fusta en mano, con una mirada punitivista.

Reducir las historias, las propias y las ajenas, a un relato de buenos y malos nos aleja de la posibilidad de comprender que el ser humano y las relaciones son complejas. Pensar que nuestras parejas, o nosotros mismos, podamos llegar a sentir deseos por otros como una posibilidad real es admitir que la incertidumbre es la única cosa segura en esta vida. Y eso da miedo.

“El tono moralista de la conversación actual tiende a señalar el problema en parejas o individuos deficientes, evitando las grandes preguntas que podrían surgir de la observación del problema”, apunta Esther Perel.

Preferimos engañarnos a enfrentar

“En términos psicológicos ver la propia verdad es mucho más difícil. Preferimos engañarnos a enfrentar. Encarar el tema de la infidelidad significa desmantelar un montón de cosas que van mucho más allá del hecho en sí y la gente no está dispuesta a hacerlo. Es más cómodo lo que ya está establecido porque si yo quiero realmente romper con ese sistema de monogamia, tengo que enfrentar celos y darme cuenta de cuáles son mis codependencias, mirar de frente lo qué es el amor más allá de lo que me enseñaron y ver mis heridas de rechazo. Si prefiero no verlo no tengo que hacerme responsable de mí”, opina Ana María.

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“Si a Natalie Portman le pusieron los cachos, yo qué puedo esperar de mi relación”, son algunos de los comentarios que se leen en las redes tras la desventura amorosa de un famoso. Seguir pensando en personalidades como modelos de comportamiento cercanos a la perfección, es también el terreno fértil de decepción con respecto a las relaciones propias.

Tanto Ana María, desde la psicología, como Alejandro, desde la antropología digital llegan a una misma conclusión: es mejor no distraerse tanto con lo que pasa afuera. No involucrarse tanto con las relaciones de personajes que están mediadas por el marketing y la economía de la atención.

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“Ve adentro y revisa qué es lo que te causa tanta indignación. Qué de eso que te duele tanto de esas personalidades tiene que ver contigo”, concluye Ana María.

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