El esfuerzo y la lucha incansable de Natalia Ponce por hacer que el país dirija su atención a las víctimas de los ataques con ácido apenas comienza, porque aunque el problema se visibilizó luego de la salvaje agresión de la que fue protagonista hace dos años y gracias a su trabajo el pasado mes de enero se promulgó una ley para aumentar las penas para los agresores, hoy todavía no ha entrado en vigor y según sus palabras a El Espectador: "no se ha castigado a la primera persona que haya cometido este flagelo".
Por: Luis Mayolo @mayolito & Johana Arroyave @JohanaArroyave
Por eso tiene tanto valor la campaña #NoMásMáscaras que lidera Natalia y que a partir de este martes se lanzó en sociedad. Con ella busca que los entes responsables tomen las medidas necesarias para que se acabe la impunidad y se respeten los derechos de las víctimas, usando el compromiso social como herramienta de presión contra la lentitud de la justicia.
Nadie duda que este tipo de movilizaciones son una de las más poderosas herramientas contra la debilidad de la justicia y la indiferencia, porque la condena pública de estos de actos tal vez es la única herramienta de fondo para erradicar este tipo de comportamientos de una sociedad que todos los días pasa la hoja de tragedia en tragedia, con una indignación que no dura demasiado.
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Así no lo hacen saber varias de las sobrevivientes, que con valentía muestran sus heridas frente a la cámara y cuentan sus historias. Por ejemplo, la de una mujer que dice que luego del ataque la tuvieron tres meses en un centro de salud que no sabía cómo tratarla y se dedicaban a limpiarla y aplicarle solo vaselina hasta que se le infectó y la tuvieron que remitir a una ciudad más grande.
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