Un video en el que una mujer descubre a su esposo cuando se va de viaje a Cartagena con su amante se viralizó por estos días en redes, similar al de “Luis: baje a esa perra del carro” , de enero de 2016. Más allá de los chistes y memes nos queda una reflexión: A pesar de que el hombre sea el culpable de la infidelidad, es la mujer quien recibe la sanción social.
Por: Paula Ricciulli // @ricciup .
Recordemos un caso emblemático: Bill Clinton en 1998. Mientras él mantuvo intacta su imagen, Mónica Lewinsky todavía recibe insultos sobre su relación con el expresidente. Cierto, cometió un error al involucrarse con un hombre casado, pero quien ya tenía un compromiso previo era él. ¿Acaso el entonces presidente no era consciente de su infidelidad? ¿Por qué entonces es ella quien recibe los ataques y se le culpa de romper el matrimonio?
La razón, como suele suceder en muchas de nuestras ideas sobre las relaciones, es el machismo. Aceptamos que es parte de la naturaleza masculina tener múltiples parejas y aún creemos que el hombre es tan básico que es incapaz de rechazar cualquier posibilidad de sexo, aunque ya tenga novia, porque si dice que no, es muy bruto, o "marica". Por fortuna, sabemos que es simplemente un estereotipo.
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Para ellos, ser “perro” es motivo de orgullo. Históricamente, hemos aceptado que el hombre tenga múltiples parejas y se espera de él que esté con muchas al mismo tiempo. Pero para la mujer, ser “perra” es uno de los peores insultos y una razón para avergonzarse. ¿Hasta cuándo vamos a escandalizarnos porque una mujer haga lo que quiera con su cuerpo?
Las mujeres tenemos interiorizada la idea de que debemos competir entre nosotras. Lo hemos visto caricaturizado en películas como Chicas pesadas, El diablo viste a la moda o, sin ir más lejos, cotidianamente en conversaciones de amigas en las que no bajamos a la otra de “prepago”. Y sí, esto también tiene que ver con el machismo.
“Como se considera la aceptación de los hombres como la única fuente de fuerza, valor, logro e identidad de las mujeres, ellas se sienten obligadas a enfrentarse a otras por el ‘premio’”, explica en Psychology Today Noam Shpancer, PhD en psicología.
La investigación de Shpancer concluye que hay un origen evolutivo en la competencia entre miembros de una misma especie. Pero ya es momento de dejar de pensar que nuestro valor como mujeres se define en la atención masculina. Otras mujeres no son una amenaza: todas tenemos fortalezas y no viminos a enfrentarnos con otras a ver quién es mejor.
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El video de la mujer con su esposo en el aeropuerto seguro pasará al olvido entre la larga lista de virales que vemos a diario. Sin embargo, dice mucho de nosotros: si hombres y mujeres son responsables de una infidelidad, ambos deberían tener la misma sanción social. Pero ahora no sucede: el hombre seguirá adelante, pero la mujer es quien deberá cargar con el estigma de ser “la moza”.