Sumergirse en los suburbios de Internet no es un viaje restringido para hackers, pero si implica trabajo para, como cualquier ninja de la red, caminar sin dejar rastro.
Para entrar al Dark Web hay que ir armado de un kit protector en medio de tata delincuencia. Y solo mirar, sin tocar.
Además de los mercados negros de todo tipo de mercancías prohibidas, en esta parte de Internet también hay un espacio para hablar libremente, sin temor alguno a ser rastreado. O por lo menos mientras el FBI encuentra la manera, como lo hizo infructuosamente con el mercado negro de Slik Road, que abrió poco tiempo después.
Antes de entrar hay que eliminar cualquier información importante de los ordenadores, verificar que haya una copia de seguridad y que los malware estén extirpados. Lo que sigue es pura carpintería. Primero, hay que conseguir un ‘pendrive’ de al menos 8 gigas, que se usará para preparar la navegación anónima. En él se instalará Tails , un sistema operativo basado en la distribución Linux Debian (Descargue aquí ). Con Tails rodando (y si no está incluido ya el navegador) hay que descargar una especie de Firefox útil para esta misión: el navegador Tor (descargue aquí ). Y listo.
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