Para todos los que se quejan de no entendernos y que creen que es difícil saber qué es exactamente lo que queremos. Por: @Zacarmenza // Foto: series de tv How I met your mother
Hace poco me quejaba de ser la persona a la que más veces han rechazado en la vida. De verdad. He escuchado tantas veces “eres demasiado buena para mí”, “todavía quiero a mi ex”, “no quiero salir con nadie en este momento”, “la tesis me tiene preocupado” (sí, de verdad me dijeron eso) que ya desarrollé un súper poder para detectar los rechazos y, simplemente, me retiro con dignidad antes de que ocurran.
Pero no me puedo quejar del todo, el 100% de los que me han rechazado regresan tiempo después, lamentándose de haberlo hecho. El buen hijo siempre vuelve a casa. Y aunque no todos regresan con el ánimo de levantarme, todos traen un tufo nostalgia que repite una y otra vez: “no te valoré, qué hubiera pasado sí”. En todos los casos me hago la loca y cambio el tema, porque el orgullo de adolescente me consuela diciendo que es mejor que se arrepientan para siempre, que mostrarme disponible para todo lo que me propongan (aunque a veces me tiemblen las piernas y me muera de ganas por acceder).
En fin, después de quejarme de tener medalla de oro en ser rechazada por cuanto tipo me gusta, algún amigo sensato, de esos que se le conocen la vida sexual a uno al derecho y al revés, me reclamó diciendo “apuesto a que usted ha rechazado más tipos, de los que la han rechazado a usted”. No pude desmentir la afirmación, porque simplemente no llevo la cuenta de los tipos a los que les he dicho que NO, aunque registre en un cuadro de Excel a todos los que me han roto el corazón con sus rechazos.
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Aun así, no iba a dejar que nadie me arrebatara mi derecho constitucional a hacer drama y le expliqué a mi amigo que no importa si yo he rechazado más, las mujeres siempre tenemos argumentos de peso para hacerlo y los hombres, por el contrario, suelen hacer uso de mensajes confusos para mandarlo a uno a la mierda.
Así es que, ya que se quejan de que nadie entiende a las mujeres y es difícil saber qué es exactamente lo que queremos, me tomé la tarea de enumerarles los motivos más frecuentes por los que las mujeres solemos rechazar a los hombres.
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Por intensos
Lo más difícil de rechazar a un intenso es explicarle que hizo DEMASIADO bien las cosas y que, en el amor, la cosas deben ser apenas en la medida justa… y que nos ahoga tanta maricada, cojan oficio
Esto no es una novedad, ni estoy exponiendo el santo grial de las relaciones; todos sabemos que la intensidad mata la llama de la pasión. Es mentira que a las mujeres nos guste que nos traten mal, básicamente porque no somos estúpidas, pero lo que sí es cierto es que los tipos que aparentan no tener nada mejor que hacer en la vida que mandar 15000 mensajes de whatsapp por minuto, están lejos de ser sexis.
Nos encantan saber que se derriten de amor por nosotras, sí. Nos encantan los mensajes de whatsapp y las llamadas para saber cómo estamos. Pero nos encanta más saber que el tipo con el que estamos saliendo o que nos estamos comiendo, tiene una vida más allá de nosotras que implica trabajar, estudiar, ir a la iglesia, montar una pirámide estilo DMG, vender Yambal ¡Lo que sea!
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Por despreocupados
Lo más difícil de rechazar al despreocupado es explicarle que una llamada post polvo, no es lo mismo que invitarlo a celebrar el cumpleaños de la abuelita en paseo familiar… y eso si contesta el celular para decirle que no va más.
Lo más difícil de rechazar al despreocupado es explicarle que una llamada post polvo, no es lo mismo que invitarlo a celebrar el cumpleaños de la abuelita en paseo familiar… y eso si contesta el celular para decirle que no va más.
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Es cierto que las diferentes relaciones exigen distintos niveles de compromiso y que ser novios no equivale a las mismas llamadas al día que ser machuques y, si está claro a qué estamos jugando con el tipo en cuestión, exigimos atención en la medida indicada.
Pasa que los hombres confunden cortesía con compromiso y, en el afán de no comprometerse demasiado, terminan comportándose como unos guaches miserables. Y está bien, uno termina rechazando al despreocupado no porque le falte su atención sino porque, mientras daba por sentado que uno estaría siempre ahí, sin necesidad de una llamadita de vez en cuando para ver si uno seguía vivo y no se había muerto de zika o algo, llego otro un poco más atento que mereció el “Sí”.
Por acosadores
Lo más difícil de rechazar a un acosador es quitárselo de encima y que se concentre en lo que uno le está diciendo, sin que su cerebro explote por no saber si mirarnos los labios o las tetas.
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Los acosadores vienen en diferentes medidas, formas y presentaciones. Los hay desde el que no ha terminado de saludarlo a uno y ya le tiene la mano entre los calzones, hasta el que manda la foto de su verga sin habérsela pedido y sin importar si uno está en la celebración del cumpleaños de la abuelita en paseo familiar (al que no invitó al despreocupado).
Ya lo dije antes y no es que las mujeres seamos frígidas, ni mucho menos. También nos encanta comernos al tipo con el que andamos y alguito de perversión siempre le cae bien a la relación. Pero que el sexo sea lo único en lo que piensan, no sólo es aburrido, sino que da miedo, porque se convierte en una versión peligrosa del intenso y de repente uno no quiere que vayan a la iglesia o vendan Yambal, sino que se queden encerraditos en la casa donde no representen un riesgo para nadie.
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Por básicos .
Lo más difícil de rechazar a un básico es que entienda que tiene que levantar el culo e irse y no decir nada más “como mejor te parezca”
Ya sabemos que el cerebro femenino va a toda mierda y, mientras los hombres interpretan cualquier cosa, nosotras ya hemos imaginado finales alternativos, teorías conspirativas y el color que mejor lo represente. Es una de nuestras virtudes.
Y aunque entendemos que somos diferentes, cualquier persona se cansa de escuchar monosílabos y “no sé” como respuesta. No importa si la pregunta que se le haga tiene que ver con que si una cosa se ve mejor que la otra, si prefiere ir a x o y lado, si está de acuerdo con hipotecar la casa, si va a votar por Hillary o por Trump, si le parece bien adoptar un quinto gato o si tiene cinco minuticos para hablar de Jehová, un tipo básico va a contestar afirmativa o negativamente, si no es que responde con una fruncida de hombro, mientras dice “escoge tú”.
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A las mujeres nos gusta que nos escuchen, pero nos gusta más sentir que salimos con alguien con el que podemos hablar, que tiene criterio y que no produce nada más respuestas aleatorias para salir del paso.
Por hombres
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Lo más difícil de rechazar a un hombre “por hombre” es convencerlo de que no es un asunto personal, aunque él se sienta el único en el mundo.
Vamos por partes: No hay nada de malo en ser hombre, pero hay mujeres a las que simplemente no les gustan y no hay nada que se pueda hacer para cambiarlo; ya basta de ofenderse por eso.
Lo único más aburridor (y patético, aceptémoslo) que un tipo insistiéndole a una lesbiana porque “seguro no ha probado al indicado” o porque él “puede demostrarle que no es tan gay como ella cree ser”, es el tipo que ya se resignó a no ser atractivo para la chica, pero que se conformaría con que lo invitaran a un trío con dos lesbianas.
Hasta las heteros y bisexuales deberíamos rechazar a estos tipos porque el que cree que a las mujeres solamente nos gustan las vergas, debe ser un polvo terrible ¿De verdad? ¿No haces nada además de meterlo? TRIS TE ZA.