¿Hemos creado una nueva especie? ¿El amaestramiento está cambiado la fisionomía de nuestras mascotas? ¿Queremos huir de la realidad dedicándole tiempo a hablar de un perro? (Sí)
Twitter, Instagram, Facebook y las páginas web de banalidades tienen en primera plana a un animal que, según algunos usuarios de Twitter, parece más humano que Donatella Versace.
(Vea también: La explicación científica de por qué queremos a nuestros animales)
Por alguna razón, al deslizar hoy el feed de cualquier red social es inevitable ver la cara de este animal. ¿Por qué nos impresiona y enternece tanto esta cercanía?
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This dog’s face looks more human than donatella versace’s pic.twitter.com/yMfqQmiaGo
— farizzy priscannanda (@izzy0000) March 2, 2018
Now, what about this dog? https://t.co/WDDVnLfW3z
— Belinda Keller Photo (@BelindaPhoto) March 13, 2018
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This is not swapped it’s true. This Dog has a human face pic.twitter.com/kmyrlJvOtE
— Ruchita Jadhav (@ruchitaajadhav) March 13, 2018
Celebrity Look Alike app says human face dog looks like Amy Poehler and Charlize Theron. pic.twitter.com/p4vgnQygNT
— Portmanteau Jones 🕊🌊🇺🇸🇺🇦💉💉💉💉🤿 (@SadlyCatless) March 13, 2018
El instinto animal humano
Para los seguidores de las teorías evolutivas, preferir una mascota sobre un niño no es repulsión por la humanidad. Al contrario, a las demás especies las juzgamos con el mismo criterio que a la nuestra. Los animales que suelen parecernos “lindos” reúnen las características que apreciamos de un bebé humano: ojos negros, salidos e implorantes; cabezas redondeadas y apariencia de indefensión. En realidad venimos siendo víctimas de un truco de respuesta evolutiva que nos pesa y nos hace proclives a querer preservar nuestro ADN.
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Al convertirnos en un mamífero bípedo nuestra pelvis se volvió más estrecha, haciendo que una mujer no pueda dar a luz a un bebé con una cabeza más grande. Es decir que el cerebro de un recién nacido tiene que completar su desarrollo por fuera del vientre materno. Eso, implica de muchos cuidados y hace a un bebé vulnerable por completo. Tenemos un impulso protector que no nos podemos quitar. Es nuestro instinto de supervivencia humana.
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