En el corazón de chapinero hay un lugar con una desapercibida puerta de metal que durante casi dos décadas ha escondido una inmensa ciudadela de fantasía nocturna. Ícono de la rumba gay de la ciudad, pero también el principal símbolo de lucha de la comunidad Lgbti Por: Mayra Hernández @Mayaelectric // Fotos cortesía Theatron
Antes de Theatron fueron Zona Franca y San Antonio, dos extintas discotecas en las que, durante casi 20 años, Edison Ramirez y Luis Bernardo Cuartas, el uno administrador hotelero y expresentador del desaparecido programa de CityTv (Ciudad X) y el otro administrador de empresas, quienes se entrenaron durante todo este tiempo en el negocio de la rumba gay en Colombia. Una escuela que más adelante les permitió montar con todos los juguetes y en pleno corazón de Chapinero una de las discotecas más emblemáticas del país y el epicentro de la movida gay en Colombia. Zona Franca nació en 1995 en el sector de El Lago, en la calle 74.
El primer bar gay de la zona que se presentó al mundo con la ochenterísima Compañía Ilimitada a bordo. Era un lugar ostentoso, hiperengallado y pensado para un público de estratos altos en una época en la que el tabú y la discriminación eran pan de cada día. “Tanto que nuestros clientes parqueaban el carro y le ponían una bayetilla a la placa para que nadie los señalara”, recuerdan los socios. Ante la llegada de la famosa “Ley Zanahoria” de Mockus el mismo año, los socios permanecieron en pie con Zona Franca, pero para hacerle el quite al cierre tempranero montaron San Antonio en La Calera, con desmadres hasta el amanecer y ritmos latinos como protagonistas. “Estos dos bares, sobre todo Zona Franca, estaban destinados a un público gay muy selecto… y ahí estaba el error: el mercado era muy pequeño y demasiado exigente. Fue por eso que luego decidimos apostarle a un público masivo”, recuerdan. Entonces comenzaron a pensar en montar nuevo centro de acopio.
Entre las escapadas que Edison solía pegarse a Nueva York para cazar música, acetatos de electrónica y equipos de alta gama para engallar sus negocios, conoció los dos lugares que se convertirían en su musa de inspiración: Limelight, rebautizada como Avalon Night Club, una inmensa discoteca cementada en una antigua catedral que sin ser exclusiva para gays, tenía un día destinado para la comunidad; y Twilight Club, un viejo teatro en pleno Manhattan transformado en una panteónica disco, de esas que ratifican a Nueva York como la ciudad precursora de palacios gigantes para la rumba gay. “Era todo un sueño pensar en tener un lugar así. Empecé a buscar un teatro porque si interveníamos una iglesia en un país católico como este la cosa sería imposible. De todas formas la curiosidad me ganó y sí le eché el ojo a una iglesia abandonada que había en la 69 abajo de la Caracas, pero desistí. Donde salga con ese chistecito, y más en esos tiempos de poca tolerancia, ahí sí me matan”, recuerda Edison con esa risa impecable que casi nunca se borra de su cara.
A finales del 2001, entre sus caminatas por Chapinero y en uno de los callejones más oscuros de la 58 con 10, Edison encontró un teatro, el Metro Riviera, que en épocas setenteras solía ser una vieja sala de cine y en los noventa pasó a ser parte del emporio cristiano Oración Fuerte al Espíritu Santo. Y no lo dudó. Al rato, él y su socio lo transformaron en un lugar sagrado de oración fuerte, pero a otros espíritus: los liberados. Y así nació Theatron. Un imperio libre al que entran gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, heterosexuales y “heteroconfundidos”, como les dice Edison. Se admiten el derecho de admisión solo para borrachos.
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La inauguración
El 27 de febrero del 2002 Theatron abrió sus puertas con dos ambientes, Teatrino y la sala Chill Out, con dos propósitos ambiciosos: convertirse en el imperio de la rumba gay en Colombia y, de paso, consolidarse como el pionero de la escena electrónica emergente. “El plus del asunto es que por esa época yo tenía una tienda de música especializada en sonidos electrónicos y por tanto tenía acceso a las primicias de sellos disqueros de todo el mundo que por supuesto llegaban directo a Theatron”, recuerda Gabriel Lesmes, uno de los Dj del negocio que, desde el comienzo, junto a su socio Javier Cárdenas, son los residentes del lugar. Doce mil pesos pagó cada una de las almas que se entregó a esa primera noche de desenfreno. “Ese viernes a las once de la noche la discoteca todavía estaba vacía y recuerdo que Luis Bernardo, un poco preocupado, me dijo: ‘Nos faltó gente’. Pero el voz a voz fue nuestra salvación. A la una de la mañana esto estaba tetiado, no cabía nadie y hasta las paredes sudaban. Desde ahí tengo la política de que la mejor inauguración es cuando la mitad de la gente se queda por fuera”, confiesa Edison.
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Dos meses y medio después de esa primera noche Theatron no daba abasto. Tuvieron que romper paredes, maquillar por encima y el 10 de mayo abrir las puertas con el tercer ambiente que lleva el mismo nombre del emporio y el que hoy por hoy es el escenario principal. Actualmente el cover para ingresar a Theatron cuesta cuarenta mil pesos con barra libre incluida para eventos especiales. En cuanto a su público objetivo, Luis Bernardo, un poco más serio y callado, explica que “son gays de estratos 3 y 4. Muchos de los de estrato 5 y 6 prefieren discotecas hétero y algunos ni siquiera llevan una vida gay en Colombia. En cambio estos no se la pasan fuera del país y buscan una rumba que se adapte a su bolsillo, y eso es precisamente lo que les ofrece Theatron”.
Show Time
“En el gremio de los bares y las discotecas la ley es clara: empezar en la cima y contar la caída… Es una cuestión de moda. Pero Theatron ha contra dicho esta norma: en vez de desaparecer, se ha mantenido, ha crecido y se ha expandido”, explica con gráfica incluida Gladys Bautista, contadora de la discoteca. Y es que desde esa primera noche el club arrancó por lo alto: esperaban 1.000 personas y llegaron 1.200, y al contrario de muchas prometedoras discos capitalinas de la época como Sayaka, Cinema y Gótica, que desaparecieron, Theatron ha tenido un vertiginoso ascenso, al parecer, gracias a una fórmula copiada de la máxima reina del pop: se ha reinventado una y otra vez para mantenerse vigente con ambiciosos espectáculos y fiestas en las que reina el despliegue tecnológico, la música fastuosa y, por supuesto, las clásicas drag queens luciendo vestuarios idénticos a los de las divas en las que se inspiran: Mal contadas, son 700 prendas colgadas en 400 ganchos.
En el lugar, Madonna, Lady Gaga, Britgay, Gayshira y otras tantas reinas drags y transformistas hacen de las suyas en los desfiles, parodias, conciertos, reinados, premiaciones y hasta realities que semanalmente se maquina Fernando Koral, un hombre delgado de aire artistico que desde el día uno ha sido el productor artístico al mando. Durante catorce años, él ha liderado un completo equipo de vestuaristas, coreógrafos, maquilladores y escenógrafos que se lucen semanalmente con montajes que incluyen elevadores, jaulas, luces y hasta CO2 y gas butano; todo lo que sea necesario para descrestar a los que cada noche de viernes y sábado buscan pasarlo de lo lindo en fiestas no convencionales. “Empecé como mesero, luego pasé a barman, luego a cajero, y hasta estuve haciendo trabajo de oficina, pero como era el de la vena artística, Edison me designó la producción de los espectáculos desde los tiempos de Zona Franca. Theatron ha sido mi otra academia, donde he aprendido lo que significa producir, crear un concepto y hacerlo realidad. Ya me muevo como pez en el agua y de la mano de ‘las loquitas’ (su equipo) he ido creciendo y aprendiendo. Este es mi mini Broadway”, confiesa.
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Gaytanic (parodia de Titanic) fue uno de los primeros shows en los que sacaron todos los totes: empotraron un inmenso barco en el escenario y el mismo Koral utilizó todas sus dotes de actuación interpretando simultáneamente a Ross y a Celine Dion. “Los diálogos eran letras de reconocidas canciones de plancha y la historia era un romance gay. Algo así pasa también en Romeo y Gaylieta, pero esta vez Gaylieta es la que busca a Romeo y cuando lo encuentra lo descubre teniendo sexo con un primo de él que además es negro”, recuerda Koral, con una sonrisa. Hoy los shows han evolcionado con festivales de Djs, bandas en vivo y artistas interncaionales que están vigentes en la movida fiestera a nivel mundial.
Una noche en Theatron
Es como ir a rumbear a un parque de diversiones nocturno que empezó con dos salas y hoy es una ciudadela nocturna de 6.000 metros cuadrados que sirve de guarida a 17 ambientes que, más que eso, son microdiscos enclaustrados en una disco gigante que se las traga.
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En la taquilla, después de pagar el cover, cada quien recibe un vaso de plástico neón en el que vertirá el licor que elija las veces que quiera durante la noche. Apenas se pasa el filtro se llega directo a Theatron: el gran salón que cada año sirve de escenario para los espectáculos más emblemáticos de este imperio gay: El Carnaval de Barranquilla, Miss Gay Internacional, El Día del Orgullo Gay, la Fiesta de Amor y Amistad, Miss Drag Star, y una de las fiestas más esperadas por media Bogotá: La Fiesta de Halloween, a la que anualmente llegan cerca de 5.000 personas. Este majestuoso salón, ambientado por luces espectaculares, pantallas y la música de las divas más amadas del universo gay, está coronado por una bola de disco gigantesca que cuelga en el centro como si de la Luna misma se tratara (mide 1,35 metros de diámetro y fue construida durante seis meses con 6.000 cuadros de espejos de 3x3 centímetros cada uno). Siguiendo hacia la izquierda, cerca a la tarima principal, por una pequeña puerta se llega a otro de los ambientes originales, los más grandes y antiguos: Teatrino, un espacio rojizo engalanado con pinturas renacentistas, mesas y espejos rococó donde reina el house y el minimal techno.
Pero para completar el recorrido por Theatron aún faltan doce ambientes: Durante los 14 años de existencia del club han existido salas que han cambiado su identidad en cuanto al formato musical y su diseño y que actualmente ya no están como: Chillout, Lux, Iris, La terraza, Lottus con su recordada galería erótica, Café Metro Riviera, Xue, 360.
Cada año Theatron sorprende a sus seguidores ofreciendo cambios en la infraestructura y brindando lo más novedoso en tecnología y creando nuevos espacios. Es por eso que actualmente en los 5 pisos del club, cuenta con 13 salas, cada una con una identidad en cuanto a diseño y muchos géneros musicales que van desde la electrónica, reggaetón, deep house, y rock entre otros. Hoy usted puede escoger en cual se enfiesta. Theatron, Teatrino, Templo, Musiclab, Plaza Rosa, Metro, Beerlin, Época, La Cantina, Palma, Eva, Baru, Lotus. Los 13 ambientes se complementan con un Candybar, un Merendero y una Tienda donde se puede conseguir prendas de vestir de marcas reconocidas y otros elementos.
“Conozco Theatron desde el 2002 y sé que en la Lonely Planet aparece como la mejor discoteca gay del mundo y como uno de los lugares de visita obligatoria en Bogotá. Por eso la recomiendo”, afirma con palabras honoríficas Mario Giraldo, fiel visitante de la ciudadela.
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Theatron social
Pero Theatron es más que una discoteca: también ha empuñado el brazo para promover y apoyar iniciativas para beneficio tanto de la comunidad LGBTI como de Chapinero en general. Y esto, gracias a las relaciones de apoyo mutuo que ha establecido con las tres últimas administraciones locales. En el 2005 arrancó el periodo de la primera alcaldesa de Chapinero y ahora senadora Angélica Lozano, abiertamente bisexual, quien a un año de su administración se remangó y se encargó de levantar el primer centro comunitario LGBTI de Chapinero, Colombia y Latinoamérica en una alianza con Profamilia, Colombia Diversa y Theatron, aprovechando que por esos tiempos el alcalde mayor de turno, Lucho Garzón, instauró la política de inclusión y respeto por la comunidad LGBTI. “La ecuación era perfecta: la ONG que más sabe de derechos sexuales y reproductivos, la ONG más fuerte en derechos LGBT y Theatron: empresa sólida que asumió gran parte de la financiación del centro, aunque nunca alardeó de ello. El saldo fue un laboratorio de experiencia en beneficio de la comunidad”, explica Lozano.
El espacio, que queda en pleno Chapinero, ofrece todo tipo de asesorías gratuitas de carácter psicológico, jurídico y cultural a la comunidad LGBTI y a los que no son parte de ella pero quieren comprenderla, como las madres deprimidas que quieren entender de una vez por todas por qué su hijo es gay o su hija lesbiana, a personas homosexuales que despiden del trabajo sin justa causa y hasta a personas de la tercera edad que salen del clóset y se han sentido reprimidas por décadas. Allí la comunidad encuentra apoyo, se promueve la transformación de los imaginarios y el respeto por la diversidad. “Yo valoro la discoteca porque desde la óptica ciudadana, encontré en Theatron un lugar clave para la comunidad gay, pero también para otro tipo de actividades comunitarias. Ellos también suelen prestar la discoteca para reuniones de seguridad con los comerciantes del sector o para actividades lúdicas de colegios distritales en horarios diurnos. Ya como cliente, la conocí hace nueve años y aunque no soy muy rumbera y además tímida, me parece que este es un lugar agradable por la variedad de música y por el anonimato que permite. Siendo un lugar tan grande, nadie se fija en nadie, uno pasa desapercibido y más como mujer”, opina Lozano, hoy concejal de Bogotá y una de las buenas amigas de Edison y Luis Bernardo.
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La cara empresarial
Para administrar este recinto de 6.000 metros cuadrados con capacidad, hay que contar con un completo personal que incluye personal de seguridad, once roperos y casi 150 empleados distribuidos entre oficinas de contabilidad, producción, mantenimiento, bartenders, meseros y demás personal de atención al cliente. Hay que administrar muchos recursos, y hacerlo bien, para hacer de esto lo que es: una empresa rentable. “Llegar a este nivel no es algo que pasó de la noche a la mañana: fue necesario haber pasado por todo tipo de experiencias para consolidarnos. Es todo un hecho que no es solo un bar, es una empresa seria y por eso cuando la gente ve que nos hemos convertido en generadores de empleo tanto internamente como para el barrio, la percepción cambia muchísimo y es ahí cuando la Alcaldía vuelca la mirada sobre nosotros con buenos ojos”, explica Edison, sentado en su oficina, en cuyo escritorio ondea un pequeño banderín con los colores del arcoíris.. Celebrar cada aniversario de Theatron es más que levantar la copa por los un año más de un lugar único en la constelación de la noche capitalina, donde cada ocho días toman vida las fiestas más originales, desquiciadas y rimbombantes de Chapinero, Bogotá, Colombia y Latinoamérica. Theatron es una resistencia. Un espacio que, combatiendo los prejuicios de una sociedad conservadora y claramente facha, ha trascendido la noche para instalarse como un ícono no solo de la rumba LGBTI, sino de diversidad, tolerancia y lucha de toda una comunidad que hace rato dejó de ser una minoría.
¡La diversidad nos une!